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Maya

La brisa mueve levemente mi pelo justo al entrar a la cafetería de debajo de mi casa.

- uno doble sin azúcar.- digo a pesar de que la camarera ya se sepa mi pedido de memoria.

Logro verme en el reflejo de la vitrina frente a mí tras recibir la sonrisa de la mujer tras la barra. Lucía como una obrera del siglo diecinueve. Ojalá lo fuera por su esfuerzo y no por el pelo destrozado sin recoger y la misma sudadera de hace tres días.

El café recupera mi atención y devuelvo toda ella hacia Owen. Habían pasado dos semanas desde su último mensaje y hacía cinco días que no veía a Reid. Mañana volvía al trabajo y aún no sabía que iba a pasar con el resto del equipo. Si ya se habrían enterado o si aún tendría que verles la sonrisa de bienvenida mañana durante unos segundos.

Camino hacia casa con la capucha tapando mi cabello y recibiendo varias miradas de lástima por el  camino. Me sentía lamentable pero el sentimiento de terror y cólera superaba cualquier rastro de orgullo que me pudiera quedar.

Entro al apartamento igual de desordenado que yo y le doy de comer a Hera. Recuerdo por un momento mi primer día en la unidad pidiéndole opinión de moda a la pequeña felina.

Me siento en el suelo del comedor en el que llevaba prácticamente viviendo este último mes. Tomo mi café tratando de mantenerme despierta como estas últimas semanas. Oigo un pequeño golpe fuera de la casa. Me levanto rápidamente con el arma apuntando a la puerta mientras me acerco lentamente. Abro los cerrojos de la puerta antes de mirar quién es. Liam.

- May.- acota al otro lado. Suspiro mirándome una vez al espejo de la entrada. Realmente parecía sacada de un contenedor.- se que estás ahí.

Abro la puerta recibiendo una mirada apenada del abogado. Entra a la casa tras ponerme a un lado dejándole paso y me observa incrédulo.

- ¿pero qué te ha pasado? Llevas semanas desaparecida y pareces una vagabunda.- suelta mirándome de arriba a abajo.

- tú si que sabes animar a una mujer.- digo irónica dirigiéndome a la cocina pero no sin antes cerrar la puerta del comedor. Sabía que si veía todos los informes, fotos y códigos en el cuarto me llevaría a un psiquiátrico.

- ¿te ha dejado?- pregunta algo tartamudeante mientras yo nos sirvo dos copas.- el doctor.- completa al mirarle confusa. Asiento y niega cabizbajo.- no puedes seguir haciendo esto. Destruirte por el resto.

- no estoy destruida.- respondo seca.- se acabó y ya está, solo estoy pasando por una semana estresante por la vuelta al trabajo.- explico dándome la vuelta para sacar algo de picar.

- Maya.- me nombra cortante.- ¿qué haces con la pistola en casa?

No me giro. Permanezco paralizado por dos segundos sin saber que decir. Logro girarme y puedo ver la preocupación en sus poros.

- por precaución. Han aumentado los atracos en el barrio.- contesto disimulando mis nervios.

- encima me mientes.- dice en una risa sarcástica.- la última vez que llevaste el arma fuera del trabajo estab...

- no tienes derecho a hablar de eso.- interrumpo con el corazón encogido de la rabia.- tú no estabas ahí. Tú no le viste temblar en el suelo de dolor. Ninguno de vosotros vivió lo que nosotros vivimos esa semana.

- May...- trata de reconducirme.

- estoy bien.- me tomo de un sorbo la copa para acelerar el proceso.- qué digo bien, genial. Ahora levántate y ve a psicoanalizar a otra persona que no tenga el triple de títulos en esto que tú.

Me mira más aterrado que enojado. Puedo ver la rabia recorrer su rostro. Me duele pero sé que es lo correcto. Si se mantenía a mi lado, podría ser el siguiente en verse siquiera apuntado en la lista de Owen. Más aún después de nuestra misión.

Simplemente se gira y sale de la casa dejándome sola de nuevo. Probablemente pasaría así el tiempo hasta encontrar algo contra Owen.

Replaced; Spencer ReidDonde viven las historias. Descúbrelo ahora