46 - Finale

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Notas del cap:

FINAL ALTERNATIVO DEL FANFIC: Prohibido Enamorarse

Explicación importante. La razón por la que no puedo avanzar el fic "Prohibido Enamorarse" es, porque en principio y originalmente, lo quiero como una historia de comedia romántica, más comedia que romance. Esas han sido mis intenciones. Pero. Me conocen, me conozco... saben como soy. La historia, la mire como la mire, se me desvía a tragedia, desgracia, miseria, dolor y depresión. No consigue que pinche Azteca reaccione y que esto quede como comedia y por eso no avanzo, porque me niego a que acabe como tiene el potencial de acabar

¿Quieren ver a que me refiero? Este es el final que estoy más que segura que puedo conseguir si desarrollo correctamente la idea en serio y no como comedia... (son fragmentos presentados para dar previamente explicación)

Van a llorar, así que traigan el kit anti sad (helado a montones del sabor que prefieran, papel para limpiar lágrimas, una manta, un osito para abrazar y agua para no deshidratarse)

¡A leer!


46 - Finale

—No quiero hacerlo —susurro decaído, sin fuerzas para ver a la cara a su padre que, dándole un fuerte puñetazo, lo ha tirado al suelo. México sube la mirada, sobando su mejilla ahora hinchada y observando a su padre que le mira con cólera

—Debí saber que no era buena idea dejarte esto a ti —susurra con cólera— yo llevare a cabo este maldito plan así deba llegar a límites insospechados —gruñe colérico

A lo lejos, caminando tranquilo Rusia avanza, observando los jardines fuera de la sede de ONU, disfrutando de los aromas hasta que escucha la voz de alguien desesperada. Curioso, continúa avanzando, llegando a la esquina del edificio. Al girar, corre de vuelta a ocultarse del otro lado. Al frente, estaban México y Azteca, parecía ser que Azteca lucia iracundo y México aun en el suelo

—¡Por favor no lo hagas padre! —suplica el latino nervioso— hare lo que me pidas, pero no lo hagas —suplica asustado, observando a su padre que, mirándolo con desprecio, solo afila la mirada

—Más te vale que me sirvas de algo México —finaliza, marchado de ahí por otro camino, dejando en soledad al latino que, aun arrodillado en el suelo, solo suspira, aguantando las ganas de llorar. Rusia puede verlo. Como el latino cierra un puño y comienza a golpear hacia el concreto con frustración— maldición, maldición, maldición ¡Maldición! —ahoga sus quejidos entre lagrimas

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—Hoy luces de la mierda —susurra Rusia observando al latino que se encuentra hecho un ovillo, oculto en la zona trasera de la sede de ONU y que se niega a hablar, o tal vez fuera que la lluvia estaba demasiado fuerte y no escuchaba la voz del latino

—Hey, Rusia —llama suavemente el mexicano, apenas sobresaliendo de la fuerte lluvia que los tenia atrapados en ese lugar— ¿Y si me matas? Prometo que dejare una nota antes en mi bolsillo para quitarte toda la responsabilidad —susurra, elevando su rostro de entre sus rodillas, con un mirar lloroso, con la mirada apagada en tristezas y una sonrisa de desesperación y rendición que hizo a Rusia tener un sentimiento incomodo— lo que sea con tal de ya no vivir —susurra, volviendo a ocultar su rostro entre sus piernas— no quiero hacerle daño a nadie... no quiero, no quiero

Fue lo último que Rusia escucho de México... y el no tuvo el valor para decir algo al respecto

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¿Qué hacer? ¿Qué hacer? ¿Qué podía hacer él? Ya había hecho todo lo que su cabeza había podido. Ya había tratado, buscando con desesperación como diablos hacerle entender a su padre Azteca que lo que estaba haciendo era malo. Pero no importaba lo que hiciera, no importaba que tanto esfuerzo pusiera. Siempre acababa igual

Desafíos literariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora