CAPITULO 7

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Ilenka

Cruzo las piernas sobre el escritorio mientras jugueteo con una lapicera que tome de la mesa mientras que espero a que Aria, Jula y Kassia me digan algo después de haberles contado los acontecimientos de la noche pasada con el coronel.

—Entonces... ¿Tuviste al Coronel amarrado, a tu total disposición y no te lo follaste? —Pregunta Kassia con el ceño fruncido.

Asiento pensativa mirando el lapicero, suspiro golpeando mi rodilla con el artefacto que tengo en mano mientras las imágenes de la noche anterior se reproducen sin cesar siguiendo con las fantasías que me hicieron querer masturbarme como nunca antes me había querido hacerlo.

—El objetivo era claro —Les explico—, tratar de sacarle la información sin tener que follarlo.

—Pero no lo conseguiste, podrías haber disfrutado por lo menos. —Dice Jula sentada sobre el mesón.

—¿Qué parte de que el tipo entra a mi casa en la mañana a dejarme café entrando por un lugar que conecta su casa con la mía que no sé dónde está, no entienden? —Pregunto moviendo la lapicera con el ceño fruncido.

Aria enarca una ceja con burla en sus ojos. —Ilenka, no jodas.

—¿Solo a mí me preocupa el hecho de que es un posible acosador? —Pregunto con falsa preocupación.

—Ilenka, no es un acosador, le hicieron una pericia psicológica antes de asumir, si hubiese salido algún problema el consejo no hubiese dejado que asumiera. —Replica la castaña.

La pelirroja rueda los ojos. —Espero que esto no comprometa mi despedida de soltera. —Comenta enrulando su cabello mientras se acomoda contra el mesón.

—No lo hará, pero tal vez tenga que seguir sola, el coronel estará un poco enfadado.

Todas ríen hasta que de ponto una de las puertas dobles se abre abruptamente dándole paso al rubio de ojos azules que registra toda la habitación hasta que su mirada azulada choca contra mi, miro detrás de su hombro y Francis me mira disculpándose, ruedo los ojos y le hago una seña con la cabeza para que se pueda ir.

—Todas afuera. —Ordena el magnate.

Todas nos reincorporamos para comenzar a caminar hacia la puerta en fila quedando en última posición, el rubio se hace a un lado para que pasen mis amigas, pero cuando intento seguir su camino, me toma del brazo impidiendo mi huida.

—Tu no. —Niega mientras cierra la puerta con el seguro.

—¿Qué...?

Me quedo a la mitad de la pregunta cuando se sienta en la silla más cercana recostando mi estómago sobre sus piernas, comienzo a removerme hasta que me inmoviliza los brazos asegurando no pueda mover la cabeza con su codo. 

La palma de su mano choca contra mí trasero dejándome estática y siento que libero todo el aire de mis pulmones cuando pierdo todo el control de mi cuerpo, vuelve a nalguearme cuatro veces más.

Acaricia mi trasero por un segundo hasta que vuelve a hacerlo dos veces más y cuando finaliza me incorpora como si tuviera un resorte. Siento mi trasero arder como la mierda y froto mis glúteos con confusión viéndolo levantarse de la silla enfrentándome cruzado de brazos.

—Me nalgueaste... —Menciono anonadada.

—Si... —Afirma impoluto.

—¿Por qué? —Pregunto confundida, frunciendo el ceño profundamente.

—Cuando te comportas mal haciendo lo que hiciste ayer, luego tendrás que afrontar consecuencias. —Menciona recuperando mis palabras de ayer.

—¿Y esa consecuencia son nalgadas? —Interrogo un enarcando una ceja.

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