Pedido por GeeKitzu____ Female!Reader Personalidad: tranquila, introvertida, algo miedosa y dulce. Temática: criatura mitológica. Contenido sexual: si. Tipo de contenido sexual: Daddy Kink.
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—Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No desprecies las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades. Antes bien, líbranos siempre de todos los peligros. Oh, virgen gloriosa y bendita. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
El padre de la iglesia rezó ante su señora, la Virgen María. Todos sus seguidores hicieron el mismo canto liberándose de los pecados. ___ arrodillada ante su señor, rezaba pidiendo perdón por sus actos. Su familia era cristiana y creían en la existencia de un único Dios, Jesucristo. Ella se enamoró unas cuantas veces de hombres que eran pecadores. Hombres que consumían drogas o estaban en un ambiente pésimo. Ella no deseaba tener una vida así.
Siempre escuchaba que la iglesia cometía pecado, como violar a los niños aprovechándose de su inocencia. La duda la carcomía demasiado. Incluso deseaba ser libre de su familia y explorar con gusto esa gran verdad. Solo podía confiar en su Señor Jesucristo. ___ rezaba todas las noches para que escuchara sus plegarias.
Un día, cuando iba directamente a la iglesia para rezar a su señor, se enteró de que llegó un nuevo miembro. Un nuevo cura. Su curiosidad la invadió por completo. Las puertas de la iglesia siempre la recibían con mucho gusto. Y al fondo pudo visualizar al sacerdote junto con un muchacho joven de tez blanco y cabellos negros. Sus ojos eran llamativos para la muchacha, ojos carmesí como la sangre.
Sus mejillas se sonrojaron porque nunca imaginó ver a alguien tan apuesto. Ese cura joven y varonil sintió la mirada de la joven. Una sonrisa le dedicó y ella tuvo que desviar la mirada. Notaba como su corazón bombeaba a cada momento preguntándose qué era este sentimiento. Se sentó en el banco y juntó sus manos para rezar, pero los cuchicheos no la dejaban tranquila. Las mujeres no paraban de murmurar diciendo el nombre de ese hombre misterioso.
