Cap: 11 El chico de las motos.

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Gulf ya tenía un mes viviendo con Mew, aún no encontraba qué hacer con su vida, pero unas vacaciones no estaban tan mal, más si se la pasaba con su amor de adolescencia

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Gulf ya tenía un mes viviendo con Mew, aún no encontraba qué hacer con su vida, pero unas vacaciones no estaban tan mal, más si se la pasaba con su amor de adolescencia.

—Tu padre me llamó y dice que le cojas las llamadas, y nuestra madre, te ruega que deje al chico que se viste de pandillero y que te mudes con ella y nuestro padre.

Gulf sorbe de su popote y al sentir el jugo de fresa por su garganta siente placer.

—Mi padre me traicionó y mi madre que no se meta con Mew, no somos ancianos, no va a vestir con traje todo el tiempo, su trabajo es más físico que de oficina.

—Si, te refieres a lo de físico que es maston, pues si lo es...

Gulf responde a Xiao.

—No es un matón, es un Caporegime y heredero de los Kalax y Giordano, así que no es un matón o un pandillero, no insulten a mi novio—se sintió conmo el esposo de un jefe.

—Gulf tiene razón, no le diga delincuente, Mew se viste de manera barata, pero no deja de ser un Kalax, es como Gulf siempre anda vestido de mecánico y con el cabello grasoso, pero no deja de ser un De Lucas, simplemente piensa en ellos dos cómo dos seres excéntricos que no tienen buen gusto de la moda—Tae respira y bebe de su té levantando su meñique.

—Hermano, no me defiendas... —ruega Gulf.

Xiao lo mira a los dos y una risita disimulada sale de sus labios.

—De verdad qué los amo demasiado, ustedes son mi desestres

Tae y Gulf dejan de beber su bebida y se enfocan en su hermano mayor.

—Hermano, ¿sucede algo? —pregunta Gulf, conocía a Xiao, no era tan expresivo.

—¿Acaso somos pobres? —dice Tae poniendo su cara de espanto.

Gulf y Xiao lo miran.

—¿Qué? —Xiao, rara vez nos dice que nos ama y cuando lo hace es que se avecina una desgracia.

—Tampoco exageres, la navidad pasada sonrió cálidamente y nos dijo lo mucho que nos amaba.

—Cuándo está borracho no cuenta...—reputa el hermano del medio.

—Es verdad.

—¡Podrían callarse los dos!, ¿acaso soy un ser tan seco que no les digo lo mucho que los quiero?

Gulf y Tae miran para el otro lado.

—Qué decepción que piensen así... Por cierto, el miércoles empieza mi quimioterapia, tengo cáncer—dice cómo sin nada.

Gulf y Tae se quedaron pasmados.

—No se preocupen, viviré—responde al notar aquel silencio y cara descompuesta.

El chico de las motos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora