Un común Sábado por la mañana.
Paloma tiene que ir al Ikea a comprar una cama nueva porque la suya está ya que se cae y, además, no le sirve. No le sirve para descansar porque el somier se dobla como un acordeón y… no le sirve con Laura.
Y ya se ha hecho a la idea de que tendrá que gastar dinero, porque a Paloma no le basta con comprar un somier y poner un colchón encima, ella necesita una cama que tenga un buen cabecero con barrotes o barras para poder atar, si se tercia, a quien corresponda.
No siempre puede hacerlo, no siempre quiere hacerlo, depende de la mujer en cuestión; pero nada resulta peor que encontrarse con una mujer a la que le gusta, como Laura, y no tener dónde hacerlo.
Durante mucho tiempo pensó que, mejor que gastarse tanto dinero en un cabecero con barrotes, que son carísimos, habría que poner simplemente dos ganchos en la pared que pudiera usar cuando fueran necesarios y taparlos con un cuadro o cualquier otra cosa cuando no hicieran falta.
Pero ahora encuentra cutre lo de los ganchos, le parece que dan a su dormitorio aspecto de decorado de película porno.
Tampoco le gusta atar a nadie al somier: una vez lo hizo y le pareció deprimente tener a aquella mujer atada como si estuviera en la cruz.
Fue algo horrible.
Para comodidad de ambas, y para que le resulte erótico, tiene que atarlas con los brazos hacia arriba; esa es la manera de hacerlo.
Se lanza a Ikea en medio de una multitud que, al parecer, siente la imperiosa necesidad de cambiar de muebles el mismo día.
Paloma recorre la tienda con cansancio y mucho aburrimiento y, al llegar por fin a la zona de dormitorios, se fija en unos cuantos, tratando de imaginar esas camas puestas en su habitación. La que busca no debe desentonar demasiado con el resto del dormitorio, bastante clásico.
Por fin se decide por una con un cabecero de metal que parece antiguo: es bonita y le parece perfecta para lo que necesita. Porque no sólo necesita atar, de vez en cuando, a sus amantes, también necesita dormir, estar lo suficientemente cómoda para leer, para llevarse una bandeja y comer… a Paloma le gusta hacer muchas cosas en la cama.
Y después follar… no siempre necesita el cabecero, por supuesto, eso es para ocasiones especiales.
Su amigo Marcos se la imagina siempre atando a sus parejas y dándolas con un látigo y por eso se ríe de ella, pero nada más lejos de la manera de funcionar de Paloma que, en realidad, como ella dice de sí misma, es «polifuncional» y se adapta más a sus parejas que sus parejas a ella.
Quien crea, como Marcos, que le gusta hacer siempre lo mismo, está muy equivocado, porque cada mujer es diferente y cada mujer pide una cosa distinta en la cama.
Si hay algo que a Paloma le guste del sexo es la variedad, saber adaptarse a sus amantes y jugar a adivinar sus debilidades, sus gustos más que todo.
Paloma es, en el sexo, como en la vida, perfeccionista al máximo. Se sorprende de que Marcos le diga que él siempre folla de la misma manera, porque ella siempre lo hace de forma diferente.
Hay mujeres que, desde que las besa, ya sabe que están pidiendo ternura y ella es lo que da; hay mujeres que piden suavidad y también la da, hay mujeres que lo dejan todo en sus manos y entonces ella es perfectamente capaz de coger la batuta; y, por último, hay mujeres que piden fuerza y Paloma también sabe dar fuerza.
Lo que Paloma no hace nunca en la cama es abandonarse. En la cama manda ella, eso es así, igual que en la vida ella manda también sobre trescientos empleados; es cuestión de carácter.
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Relatos Lesbicos ~ Shots
Nouvelles⚠️ ADVERTENCIA ⚠️ Son historias cortas para mayores de +16... 🏳️🌈 Historias solamente lésbicas 🏳️🌈 Algunas de las historias pueden contener fuerte contenido sexual y sadismo.