7 Shot- Is what she told me

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Me vio por primera vez en una hamburguesería, aunque yo no la vi a ella.

Estaba sentada detrás de mí con su novia y yo estaba con la mía. Hablábamos de sexo, de sexo entre mujeres así que, según me cuenta, ella se cambió de posición para poder verme y escucharme mejor.

Me contó que ya no pudo quitar los ojos de mí, porque le parecí muy guapa y porque le gustaba lo que estaba contando y cómo lo estaba contando.

Me dijo que le gustó mucho mi pelo, que es una mata de «rastas» rubias, que le gustó mi sonrisa, y que mi boca estaba pidiendo que la follaran.

Eso fue lo que ella me dijo.

También me dijo que en aquel momento sintió mucho que ambas estuviésemos acompañadas, porque si hubiéramos estado solas ella seguramente me hubiera hecho alguna proposición en ese mismo momento.

Es de la opinión de que no hay que perder el tiempo pensando en si las cosas deben hacerse o no.

Siempre dice que las cosas deben hacerse si no hay daño objetivo. Pero en este caso, yo estaba con otra, con mi mujer, y por eso ella se dedicó más bien a su hamburguesa.

Su novia no se molestó porque se cambiara de posición para mirarme mejor; al fin y al cabo, mirar es inofensivo.

Pero el destino quiso que dos horas después nos encontráramos de nuevo en la reunión de lesbianas a la que yo iba por primera vez aquella tarde.

Yo seguía con mi pareja, claro, y ella con la suya. No obstante, me sonrió para darme la bienvenida al grupo y después se pasó toda la tarde muy pendiente de mí.

Durante la reunión yo dije algunas cosas y, según me contó luego, eso provocó que ella se derritiera en su asiento.

Me dijo que la mezcla de mi atractivo físico y de mi inteligencia me hizo irresistible a sus ojos. Todo eso me lo contó después y me da un poco de pudor contároslo, pero es lo que ella me dijo.

Lo cierto es que, cuando acabó la reunión, se acercó a mí para charlar. Según me contó, después de las reuniones, antes de ir a cenar, siempre se quedaban un rato antes en el local para dar la bienvenida a las nuevas.

Ella lo hizo y también aprovechamos para hablar un poco de todo: literatura, política, amigas comunes o conocidas… Todas sus opiniones me parecieron muy acertadas y, para colmo, su escritor preferido era Proust.

Yo ya no necesité nada más. Hablamos mirándonos a los ojos, mirándonos la boca y otras partes del cuerpo.

Estaba claro lo que iba a pasar, porque también coincidimos al comentar que ninguna de las dos soportamos la monogamia, que nos parece una cárcel.

Ella me dijo, en concreto, que lo considera un invento perverso y absurdo que hace desgraciada a la gente.

Me contó que llevaba con su novia quince años y que no concebía no poder follar con nadie más.

Por mi parte, le conté que la fidelidad me pareció natural los cinco primeros años de vida en pareja en los que, realmente, el cuerpo no me pedía otra cosa.

Pero que pasados esos años, la fidelidad simplemente me pareció una misión imposible de cumplir. Y sin embargo, sigo enamorada de mi mujer, me río con ella, me lo paso bien, me gusta cómo es, lo que dice, lo que piensa y espero y deseo envejecer con ella pero…

¿Acostarme sólo con ella hasta el final de mis días?

No, imposible.

Renunciar a ella…

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⏰ Última actualización: Nov 18, 2022 ⏰

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