03. TRABAJO

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Louis llegó a la empresa algo apurado, pues el tráfico en la autopista junto con los minutos extras observando a su hijo entrar por primera vez en la escuela, hicieron que llegara 10 minutos tarde. En su primer día, estupendo.

Estaba subiendo por el ascensor, preparándose para ver la cara burlona de su jefe por no haber llegado a tiempo. Se acomodó la corbata, aquella mañana ya había podido atársela solo, no como el día de la entrevista. Qué mérito.

Las puertas del elevador se abrieron, dejando a la vista la imagen de todos los trabajadores del departamento trabajando en silencio. Comenzó a mover sus pies para salir y llegar a su ahora mesa de trabajo, listo para empezar todo esto de una vez, pero una voz, aquella voz lo detuvo.

—Tomlinson. 

El ojiazul jadeó suavemente y saltó en su sitio llevando una mano a su pecho del susto y deteniéndose de inmediato. Cerró sus ojos por un momento, asimilando lo que estaba a punto de venirle encima. No estaba preparado para enfrentarlo de nuevo, pero aquí vamos. Giró la cabeza hacia la derecha, para encontrarse con aquella mirada esmeralda observándolo con gracia. 

Harry se encontraba parado en una esquina de las puertas del ascensor. Parecía llevar ahí un buen rato, puesto que no llevaba carpetas ni papeles en las manos que podría haber ido a buscar. Daba la impresión que no tenía nada mejor que hacer que asustar a su nuevo empleado en su primer día. ¿Lo habría estado esperando?

Claro que no, qué cosas tienes Louis.

El rizado estaba vestido con un traje negro, muy parecido al que suele llevar Michael. El de Harry sin embargo era algo menos formal, pues los dos primeros botones de su camisa se encontraban casualmente desabrochados, mostrando la parte superior de su pecho, cubierto parcialmente por vellos castaños y rizados. El ojiazul si se lo proponía podría incluso llegar a ver parte de sus pezones, pero para qué quería él eso.

Louis en lo absoluto opinaba que Styles se veía atractivo en aquel traje apretado. 

—¿S-Sí?—preguntó nervioso, no sabiendo qué es lo que le iba a decir Harry. Podía gastarle alguna broma de las suyas, o podría caerle una buena reprimenda, quién sabe. Con este hombre nunca se sabía. 

—A mi despacho—pronunció sin quitarle la mirada de encima, en serio Louis comenzaba a ponerse inquieto al ser observado de aquella forma. Tan enigmática e indescifrable, no sabía qué podía estar pasando por su mente. El ojiazul se preguntaba si sólo le miraba así a él para intimidarlo o era con todo el mundo de esa forma.

Finalmente, el empresario comenzó a moverse con calma, y el secretario lo siguió por detrás a una distancia prudente, hacia el despacho del hombre. Louis no pudo evitar fijarse en su trabajada espalda ni en los largos y pulcros rizos que caían por sus hombros. Harry podía ser un idiota en ocasiones, pero tenía que admitir que se cuidaba muy bien.

El ojiverde abrió la puerta de su despacho, que se encontraba evidentemente vacío. Le indicó a Louis con un gesto que se sentara en la silla delante del escritorio, mientras él quedaba delante suyo acomodado en la suya.

No estaba tan nervioso como la semana pasada, pero aun así. Se permitió echar un vistazo alrededor, pues la primera vez que estuvo allí no había captado cómo era aquel despacho con demasiada profundidad. Era limpio y ordenado. Las ventanas detrás de Styles brillaban y su escritorio estaba justo en frente para que la luz jugara a su favor. Había un pequeño sofá rojo en una esquina y el cuarto además estaba rodeado de diplomas y algunos cuadros, en muchos aparecía el rizado con socios u otras mujeres que se parecían mucho a él. Louis supuso que se trataban de parientes suyos. 

Harry se aclaró la garganta, posiblemente para llamar su atención ya que lo notaba distraído, antes de hablar con aquella pequeña sonrisa socarrona. —Pensé que una de tus virtudes era la puntualidad.

BUSINESSMEN | larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora