Sueños de Hadas

Reto a mi hermana por quinceava vez (Sale mal) "Emmanuel"

Hola a todos, bueno a decir verdad no se a quien le estoy hablando pero quizás ustedes han oído hablar de la historia de mis ancestros. Lo más seguro es que tu conozcas los nombres de mis abuelos. Me refiero al gran Natsu el gran asesino de dragones de fuego, la demonio Mirajenne, la espectacular maga estelar Lucy, el poderoso mago de trueno Laxus Dreyar, el insuperable Gildarts Clive y por que no hablar de mi hermosa e increíble abuela; La maravillosa reina de las hadas, hablo nada más y nada menos que de ¡TITANIA! Erza Scarlet  y de mi abuelo, el cual a muy corta edad alcanzó el titulo de uno de los más fuertes del continente, bueno antes de que se supiera que era un traidor y lo terminaran expulsando. Perdón, que me distraiga, se me olvida que todo eso ya ustedes lo saben, pero es que hablar de mi abuelo Jerall, siempre me resultara muy fascinante. Ya que la mayoría de los magos de este continente son demasiado correctos, demasiado honorables. Pero mi abuelo, quien es un criminal y después un héroe me parece de lo más admirable. Es como un viajero perdido que hace cosas malas para sobrevivir, pero después cuando se encuentra, hace todo lo posible para resarcir su daño. 

En fin, eso es tema para otra discusión. Aquellas personas, hace mucho que dejaron de existir y creo que la mayoría sabe más de ellos de lo que yo les podría llegar a contar. Pero de lo que sí les puedo hablar es de mi historia. Sin más rodeos, dejen que me presente. 

Mi nombre es Emmanuel Fernández y tengo 23 años y soy un mago del mejor gremio del continente, hablo nada más y nada menos que Fairy Tail. Si no me creen, dejen que les muestre mi marca, la cual se encuentra justo aquí. ¡Perdón que me desabroche la camisa! Pero es necesario, ya que esta se encuentra en la parte de arriba de la espalda, justo a la altura del omoplato derecho. Como verán es de color vino. Tengo el cabello castaño oscuro, aunque debo decir que me siento decepcionado de no haber heredado el cabello azulado de mi abuelo. En fin mi único consuelo es que soy bastante alto para mi edad. Antes era más robusto, pero gracias a los entrenamientos he adquirido un cuerpo un poco más atlético, aún así no dejo de tener cierta barriga. Eso sí, los lentes si que los necesito, ya que nunca he gozado de una vista muy prodigiosa.

Bien, dejemos de hablar un poco de mi, ya que eso a ustedes no les interesa demasiado o bueno eso no creo que sea el motivo por el cual están aquí. Hoy es un día muy importante para mí, ya que hoy será el día que al fin, después de catorce miserables y frustrantes derrotas ante mi desgraciada, pero no para nada débil hermana. Al fin podré derrotarla y así quitarme esa carga tan grande que no me permite avanzar y dejarme ser el mago que estoy destinado a ser.

Y la verdad es que mi hermana es un prueba bastante difícil de sortear, la verdad a ustedes les admitiré que me encanta retarle, siento que cada vez que la enfrento, me vuelvo mucho más fuerte y siento que las cosas de algún modo van a salir mejor, Aunque no entiendo de donde saca esa fuerza que hace a todos tenerle miedo. Pero como les iba diciendo. Hoy todo es diferente, me siento muy motivado.

***

Salí de mi apartamento en una lujosa casa cerca de la iglesia de Magnolia con la mente enfocada, a mi alrededor todo pasaba desapercibido, ni siquiera noté cuando mi amiga Nika Radforx me saludo cuando pase por su lado, cosa que más tarde me lo recriminaría. Pero ella debe de entender que en esos momentos no estaba para nadie más. Cruce la gran plaza y cuando llegué a la calzada principal que daba al gremio, me detuve unos instantes para observarlo. Me gustaba el lugar que ocupaba en la ciudad, justo al centro, y al fondo, desde donde se podía ver toda la ciudad y así cualquier problema salir rápido a ayudar y nos encontrábamos de espalda al mar para evitar una invasión como la de años anteriores. La estructura había crecido más de lo que ustedes recuerdan, ahora era más grande ya que en años anteriores más magos habían querido entrar. Ahora lo que la maestra siempre decía que era la familia, era lo bastante grande, cómo para que nadie nunca se sintiera sólo, nunca más.