- ¿Cómo está? -dijo el chico en tono brusco a los dos guardias uniformados que custodiaban la puerta.
-Aún sigue inconsciente señor-respondió uno de ellos.
-Bien. Quiero verla.
Automáticamente las dos personas se apartaron de la entrada y le dieron acceso adentro.
-Solo-ordenó al percatarse que le seguían.
-Claro señor-dijo uno de ellos con voz temblorosa, y como una flecha él y su acompañante cerraron la puerta tras si mismos.
El chico caminó con paso lento pero decidido hacia la chica, que aún seguía inmóvil. Por un momento se quedó allí de pie, admirando la belleza de la chica, pero se dio cuenta de que su rodilla sangraba.
-Derek -gritó el chico con voz firme.
La puerta no tardó segundos después en ser abierta por el recién nombrado.
-Si señor-dijo este una vez delante de el, a una distancia considerable.
- ¿Qué le sucedió a la chica en su rodilla? -dijo este.
-Bueno- pues- se-señor ella mie-tras la estábamos persiguiendo... -comenzó a tartamudear el hombre antes de ser interrumpido
-Al grano -dijo.
-Se cayó.
- ¿Y no se te ocurrió vendársela? -Derek no respondió, solo se limitó a bajar su cabeza sin atreverse a mirar a los ojos a su señor.
-Lo-lo siento señor Morgan. No-no tardo en hacerlo señor.
-Sé breve, volveré, y más te vale que antes de ese tiempo que estaré ausente ya hayas terminado. -con esa ultima orden el chico salió del sótano.
La chica abrió los ojos y tardó un tiempo en acostumbrase a la oscuridad del lugar hasta que pudo ver en donde se encontraba. Era lo que parecía ser un sótano ¿Qué diablos hacia ella allí? Y no cualquier sótano sino uno muy repugnante. ¿Qué le había sucedido?
De pronto pequeños fragmentos le vinieron a la mente.
(....Iba caminando hacia su casa cuando sintió pasos, ...Tropezó con una piedra, ...Sintió que le ponían una mano, ... le tapaban la boca, ...Se desmayó, ...Oscuridad.)
Inconscientemente la chica miró su rodilla, estaba vendada. ¿Quién diablos había vendado su herida? Y cayó en la cuenta de su estado actual, estaba en una silla con sus manos y pies atados por unas sogas bastante resistente y gruesas. La habían atado con tanta brusquedad que sus manos le dolían, le dolían mucho.
Pero ese no era el mayor de sus problemas, sino que era que no sabía donde estaba, ni que había sucedido, ni porque estaba atada. Nada. No sabía absolutamente nada.
-Vaya -se sobresaltó al escuchar esa voz-Que bien que estás despierta, pensé que te habían matado. -dijo una voz, y vaya voz. Era ronca pero no exagerada era tan... sexy. Diablos enserio aún la chica no podía creer que es su estado estuviera pensado eso. ¿Quién era el extraño de la voz sexy? y lo más importante ¿Hace cuanto estaba allí?
- ¿Quién eres? -dijo Layla con la voz más débil y temblorosa de lo que habría querido ella.
-Mi nombre, es irrelevante en estos momentos. Mejor hazme saber ¿Cómo te encuentras?
- Al menos déjame verte-pidió la chica.
Poco a poco se acercó a la claridad que reflejaba una ventana semi abierta.
Layla no podía creer lo que estaba viendo, tenía al mismísimo Dios griego enfrente de ella. No sabía como diablos en su situación podía pensar así, y sin duda tenía que admitir que era el hombre más atractivo que jamás había visto. Tenía el cabello negro, y cada mechón ocupaba el lugar que le correspondía. Sus ojos eran tan negros como la noche y reflejaban misterio, mirarlos era como intentar resolver un enigma tan complicado como la vida misma. Era de tez blanca, con labios carnosos y ligeramente rosados y muy deseables. Era alto, con un cuerpo bien trabajado, brazos musculosos y fuertes lleno de tatuajes. Vestía unos vaqueros azules oscuros, casi negros y zapatillas del mismo color combinaba con chaqueta azul marina que cubría sus hombros y por debajo una camisa negra también. Absolutamente perfecto.
- ¿Cómo te encuentras? -repitió el chico
-Bien. -dijo Layla aún atontada.
Layla se dio cuenta de que el chico llevaba en sus manos un baso de cristal con agua dentro, y se lo ofrecía.
-Ten -dijo con voz amable
Que guapo se veía -pensó la chica
¡Despierta¡ Layla el posiblemente sea el cabecilla o cómplice del hombre que te secuestró o peor, este puede ser el que ordenó a que te secuestraran no puedes estar así solo porque el chico sea atractivo.
Le recordó su conciencia, y la chica automáticamente reaccionó.
-No tengo sed, gracias-No penséis mal, la chica si que tenía sed, en realidad sentía su garganta extremadamente seca, pero no iba a aceptar un vaso de agua de un desconocido, eso si que sería una idiotez.
-Bien-dijo este dejando el vaso de agua en una caja de madera de que estaba justo al lado de la chica. Esta se encontraba en un almacén abandonado, el sótano era oscuro, de paredes viejas y sin pinatar, con la única iluminación que contaban era solo una ventana que se encontraba delante de la silla en que estaba Layla, en un rincón de la habitación habían cajas grandes con cargamentos.- ¿Quién eres? -volvió a preguntar Layla sin poder contenerse.
Él sintió por un momento lástima al verla allí, tan frágil y tan hermosa... Pero recordó de repente la promesa que esa persona tan querida le había echo hacer, la venganza, una oleada de odio le invadió con tan solo recordarlo y sin poder reprimirse gritó:
- ¡NO TE IMPORTA¡
Con un movimientos rápido él tomó el vaso de agua que anteriormente había dejado al lado de Layla y lo tiró al suelo haciendo que miles de cristales se esparcieran por este.Ella se sobresaltó, y por un momento sintió miedo. Vio como el desconocido salía del sótano dejándola sola. Diablos se reprimió, ¿Qué había preguntado?
Esta era su única oportunidad para lograr conseguir un poco de información, siempre con sus preguntas ¿No podía simplemente mantenerse en silencio? Si tan solo...
Un repentino brillo en la habitación completamente oscura interrumpió sus pensamientos, y para acto seguido posar su mirada allí.
Y en efecto algo brillaba, era un trozo de vidrio, del vaso que segundos antes había restrallado el desconocido contra el suelo, solo pensaba en como poder alcanzarlo, pues con el podría romper las cuerdas que la tenían sujeta a esa silla y poder escapar. Pero para su muy mala suerte el vidrio se encontraba lejos de ella, comenzó lentamente a acercar la silla al vidrio, dando pequeños salticos. De pronto hizo un movimiento posiblemente demasiado brusco y la silla junto con ella cayeron al suelo.
Se oyó en toda la habitación un estruendo, se dio un fuerte golpe en la cabeza y deseó con todas sus fuerzas que no la hubieran escuchado, esperó un rato sin atreverse siquiera a respirar, al ver que no ocurría nada actuó. Al parecer por fin su suerte había mejorado un poco pues cuando cayó al suelo, el vidrio había quedado justo detrás de ella. Ciegamente palpó con sus manos el suelo hasta que sus dedos tocaron el vidrio, con un movimiento rápido lo tomó en sus manos y se dispuso a cortar las cuerdas.
Las cuerdas eran tan gruesas y fuertes que para cortarlas tenía que ejercer más fuerza, pero si lo hacía acabaría cortándose, pero eso en esos momentos era lo menos que le importaba, así lo hizo y en efecto sintió un fuerte dolor en sus manos pero pronto las pudo ver completamente libres. Las heridas que se había echo no eran tan profundas, pero si sangraban mucho y sentía un intenso y profundo dolor en sus muñecas y manos. Con el mismo vidrio ahora rojo por la sangre de la chica cortó la cuerda de sus pies, se levantó y pude verse otra vez por fin de pie, tiró el vidrio al suelo y se concentró. Y ahora quedaba la parte más difícil ¿Cómo salía?
Miró indecisa y ansiosa a su alrededor, y para su suerte vio la ventana semi abierta que iluminaba de forma opaca parte del sótano en que se encontraba. La ventana era realmente alta así que la chica se vio obligada a mover una cajas grandes que le servirían para subir. Una vez que las tenía amontonadas todas allí se dispuso a trepar. Con mucho esfuerzo logró subir y ahorra le tocaba saltar hacia afuera. Se encaramó a la ventana y saltó hacia abajo. Cayó estruendosamente sintiendo como su piel y sus brazos se rasguñaban al caer.
No pudo evitar soltar un sollozo, no era una de esas chicas que aguantaban mucho las heridas tenía la piel muy sensible desde pequeña. Con algo de esfuerzo se levantó del suelo, para darse cuenta de que por fin... era libre. O al menos... eso creía...
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NOTA DE LA AUTORA: Hola mis queridos lectores, discúlpenme por no dejarles ninguna nota en el primer capitulo es que se me olvidó, en fin espero que hayáis disfrutado mucho el segundo capitulo tanto como yo escribiéndolo, les deseo un muy buen día, Adiós.
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Amar Sin Límites
RomanceLayla Simit, una chica de apenas 17 años, con un hermoso rostro y los ojos más azules y brillantes que jamás hubieras podido imaginarte, tenía un cuerpo verdaderamente envidado por muchos ojos y deseado por otros, su cabello era largo y de un rubio...