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Los resplandecientes rayos de Sol se filtraban por las ventanas del lujoso cuarto mientras, la chica en un intento de ocultar sus ojos de la irritante luz solar se tapó la cara, en vano pues la alarma no tardó segundos después en escucharse en toda la habitación.
La chica se levantó irritada de su cama, si tan solo fueran las vacaciones... pudiera, aprovechando que sus padres nunca están en casa hacer una de sus muy famosas y distinguidas fiestas. Segundos después salió de la ducha y se vistió, ropa que consistía en... una cazadora negra, con unos vaqueros ajustados del mismo color, una blusa blanca por debajo de la chaqueta obviamente, junto con unas botas de tacón del mismo color que la blusa. Su cabello lo dejo suelto, se lo cepillo un poco eh hecho unas hondas en él, cabello que brillaba con tanta intensidad como siempre. Se maquillo con un brillo labial, rubor y un delineador que resaltaba el azul de su mirada.
Tomó su mochila y su móvil y salió de la habitación. Bajó sin siquiera inmutarse las hermosas escaleras blancas, dando paso a un corredor, con suelos impecables sin una gota de polvo. Lámparas hermosas de cristales que por la mañana no la utilizaban ya pues había tantas ventanas que daban una gran iluminación.
-Muy buenos días señorita Layla-dijo la ama de llaves con una amplia y reluciente sonrisa.
-Buen día –respondió la chica sin darle mucha importancia. –y...-se sabía la respuesta de memoria, pero aun así sentía deseos de preguntar-y mis padres –dijo en tono de indiferencia.
-Trabajan señorita
-Bien.
Y sin más palabras la chica se marchó de aquella grande mansión en dirección al instituto. En el cual le ponían de apodo "la princesa", ya pues todos aparte de envidiarle todo lo que tiene, también le tienen respeto, incluso algunos miedos. Una vez allí bajo de su limosina, y sin siquiera dar las gracias o los buenos días al chofer salió como si nada en dirección a la entrada del instituto. Al entrar como era de esperarse siempre, todas las miradas estaban sobre ella... era tan normal que ni incomoda se sentía, en realidad a la chica le fascinaba ser el centro de atención, incluso cuando no tenía las miradas puestas sobre ella (que nunca sucedía) se ponía hasta un poco molesta.
-Hola Layla–la nombrada se giró para automáticamente ver a sus "amigas", de voces chillonas y desagradables. Eran ese tipo de amigas que siempre quieren tener lo que las personas tienen y cuando no lo tienen (que es lo normal cuando están con Layla) lo envidian. Esto a la chica no la disgustaba del todo al contrario me atrevería a decir que hasta le agradaba en cierto sentido. Esto de tener poder sobre las personas, esto de controlar la situación a todas horas le agradaba mucho.
Estas como dije anteriormente "amigas" ya pues Layla no las consideraba como tal, eran tres. Miller una chica esbelta de cabello negro y ojos del mismo color, su cara estaba compuesta por cirugías que su papaíto le permitía, al igual que su cuerpo, posiblemente en uno de esos intentos locos de ser igual a Layla la cual en su vida se había sometido a una operación, esto posiblemente sea por lo que sus "amigas" la envidian tanto esto por supuesto dejando aparte todo del dinero, la popularidad, etc. Miller es una de ellas, las otras dos son gemelas Verónica y Jennifer, unas chicas realmente pálidas, sus cabellos eran largos y castaños, llenos de extensiones. Tenían gran cantidad de zapatos, ropas y demás, ya pues las personas con las que Layla se juntaban no era de bajo nivel en lo relativo a lo económico. Las gemelas siempre andaban juntas, algunas veces se peleaban con los demás (por no decir siempre) y veces entre ellas mismas. Conclusiones las tres mencionadas siempre andaban o intentaban andar en compañía de Layla, para ser populares por supuesto, y para descubrir cualquier secreto de esta para en el mejor momento decírselo a todo el instituto y... ¿por qué no? A la prensa también.
-Hola-dijo Layla con una sonrisa.
- ¿Qué hiciste en tu fin de semana? – preguntó Miller.
Y así pasó el día entre aburridas preguntas y aburridas clases de diferentes asignaturas hasta que llegó el momento de la salida.
Las "amigas" de Layla se fueron con su chofer y esto lo hubiera hecho igual la chica si no hubiera sido por su incompetente chofer que no se había dignado a llegar a el cual posiblemente se le viniera un buen despido.
Pasó algo más de tiempo y el chofer siguió sin aparecer, así que Layla decidió irse a su casa sin él. En autobús desde el instituto hasta la mansión serían 20 minutos –comenzó a pensar Layla-y a pie serían más de 30.
Como era muy orgullosa y no se rebajaría a montarse en un autobús, caminaría. Así pues, lo hizo, comenzó a caminar por la acera a una algo larga distancia de la universidad comenzó a presentir que alguien la observaba. Giro su cabeza, pero no vio nada. Siguió caminando convenciéndose de que era una mala jugada que su mente le hacía.
Solo se oía el repiqueteo de sus tacones chocando contra el suelo de la acera, ya la chica podía ver que el crepúsculo se acercaba lentamente, y su corazón comenzó a acelerarse poco a poco. De pronto comenzó a sentir un frío repentino, ignorándolo completamente siguió su camino, sin embargo, sucedió algo que la descoloco por completo. De pronto comenzó a sentir pasos por debajo de los suyos. Apresuró su paso cuando sin darse cuenta, tropezó con una maldita piedra en medio del camino. Sintió un profundo dolor en su pierna, pero eso no es lo que le importaba en ese momento, pues oía que quien fuera que la estuviera persiguiendo se encontraba justo detrás de ella. De pronto comenzó a sudar frio cuando sintió que le ponían una mano en su cara, con un paño frío y húmedo, ahogó un grito o al menos creyó que lo había echo pues el paño tenía un olor que automáticamente la hizo desmayarse, pero no sin antes ver dos siluetas más de personas acercándose a ella, hasta que todo su entorno se volvió completamente negro.    

Amar Sin LímitesWhere stories live. Discover now