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Lenguaje medio explícito

y ya :3

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Dirigió a Inui camino a la enorme cama posicionando su cuerpo sobre él y deslizar sus manos por el torso del rubio, tocando cada centímetro de piel del ojiverde, mientras Inupi sólo se estremecía con el tacto de las frías manos del peliblanco, dejándose hacer únicamente. Acercando a Koko para unir sus labios en un beso apasionado y cargado de deseo, necesitaba tenerlo, estar junto a él y que no se volviera a ir de lado jamás.

Para Inui los labios de Koko era una preciada droga, ya no sentía la terrible ansiedad de su separación cada noche antes dormir, como lo había sentido años atrás al separarse, o cuando llegó recién a Bonten y esperaba sin descanso a que su mafioso hijo de perra, al que había vuelto a aceptar en su vida, volviera junto a él.

Koko se separó del beso para admirar el hermoso desastre que comenzaba a ser Inui, sus labios rosados y entreabiertos, aunado con esa mirada nublada por el placer era lo más exquisito que podía pedir; Inupi era un sueño, era perfecto y era todo suyo.

Bajo su cabeza al pecho del menor para comenzar a morder cada centímetro de piel del rubio, haciendo que este jadeara de placer, sabía lo mucho que le gustaba al ojiverde que fuera rudo con él en la cama, mordiendo con fuerza hasta marcar notoriamente su piel, dejando sus dientes sellados en la blanca piel llegando incluso a hacerla sangrar con sus no tan delicados "besos", marcándolo con su propiedad, bajando por su cuello y sus clavículas, para proseguir a morder los rosados botones del rubio mientras este se deshacía en gemidos.

Observó su perfecto vientre plano y apenas marcado, delineando con sus dedos la delgada cintura de Inui, incorporándose para sacarse la estorbosa ropa que aún tenía puesta y buscando la botella de lubricante por las cajoneras de la habitación, como preparativo para la noche que pasaría junto a Inui. Mientras tanto el rubio se incorporó sentándose al extremo de la enorme cama observando a detalle cada una de las acciones de Koko, como retiraba lentamente su chaqueta roja y su camiseta negra interior, observando los perfectos abdominales del mayor, relamiéndose los labios y esperando que este lo recompensará por su paciencia.

-Inupi, puedo sentir como me estás comiendo con la mirada- La sonrisa traviesa que tanto adoraba el rubio se formaba en los labios de su novio.

-Me has dejado esperando mucho tiempo Koko, me he portado bien y he esperado pacientemente- El rubio bajó para sentarse en el suelo esperando a que el peliblanco terminara de pasearse por la habitación, recargando su cabeza sobre el borde de la cama, observando a Koko y mirándolo de manera inocente.

Koko se acercó sentándose junto a él, tomando la cabeza de Inui y acariciando sus cabellos, el rubio en esa posición se veía apetecible, las marcas rojas en su pecho, su trasero levantado por la posición en la que se encontraba y la lencería de encaje negro casi transparente lo hacían lucir hermoso. Definitivamente Inupi era lo que más adoraba en el mundo. Era perfecto.

-Ven por tu recompensa bebé- exclamó dejando rodar por la cama la botella de lubricante, mientras acariciaba su creciente erección aún por encima de sus pantalones, Inupi bajó más arrodillándose ante Koko y retirando la estorbosa ropa que aún vestía el peliblanco, liberando su erección para acercarla a su mejilla mientras miraba atentamente la reacción de Koko.

-Dime, Koko, te gusta que te la chupe- Fingiendo aquel tono inocente con el que le encantaba jugar con el mayor.

-Me encanta Inupi-

Sin pensarlo demasiado Inui comenzó a lamer toda la extensión de la base a la punta, lubricando bien con su saliva antes de poder meterla a su boca por completo, besando la punta mientras que con una mano iniciaba a bombear lentamente la erección de su novio.

Somnífero [KokoInu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora