Jinx conocía bien esos ojos. Los había visto gran parte de su vida y, aunque ahora parecía no reconocerlos, el solo hecho de verlos le traía siempre una agradable sensación.
La emoción que percibía en ellos cambiaba cada vez que los miraba. Claro, las experiencias vividas por ambos zaunitas en el pasado eran muy diversas entre sí. Algo contrastante con su vida actual, que se resumía en una sola cosa: la aversión por el otro.
Casi como si volviera el tiempo atrás, recordó la curiosa expresión que se reflejó en sus orbes marrones la primera vez que se conocieron, cuando ella apenas tenía 7 y él 8.
Después de eso se volvieron muy unidos, así que se veían con mucha frecuencia. Los ojos de él centelleaban de alegría y energía cada vez que ambos jugaban o inventaban cosas juntos. De vez en cuando se ponían tristes, como cuando tropezaba y se caía, pero era una simple pena pasajera. Luego, volvía la felicidad a su mirar.
Ekko creció, y la intensidad de su mirada también lo hizo; sin embargo, mantuvo aquella suavidad y confianza que Jinx - más bien Powder, en ese momento - no era capaz de encontrar siquiera en los ojos de su propia hermana.
Las cosas se volvieron un poco diferentes cuando cumplieron 13. Aunque quizás Ekko pensaba que ella no se daba cuenta, Powder sí notaba la forma en que la observaba fijamente cuando estaba con él. Sus pupilas parecían acrecentarse mientras la contemplaba de una manera extraña pero tierna, acompañado de una sonrisa a medias y un color rojizo en sus mejillas.
La atención que prestaba cuando veía a Vi lanzar golpes.
El enfado que mostraba cuando algo le salía mal.
La mirada somnolienta que cargaba cada vez que ambos se quedaban hablando hasta tarde.
Todo eso... supo que jamás volvería a presenciarlo una vez que se fue con Silco.
Pasaron un buen tiempo separados. Jinx, en medio de la tormentosa marea en la que se había convertido su mente, llegó a olvidar lo dulce de su mirar. Hasta ese día en que se encontraron por casualidad.
Sus ojos lucían más maduros, pero igual de cálidos como lo recordaba. Los abrió de par en par, con asombro, al verla. Parecía no creer que la tenía enfrente después de todos esos años. Jinx no opuso resistencia ni lo atacó cuando, sorpresivamente, él la abrazo con fuerza. Recordó que, al separarse, miró nuevamente ese mismo ardor en sus orbes cafés que pensó nunca volvería a ver. Sin embargo tampoco duró, pues esa ocasión fue la última vez que la miró de buena manera.
Fue la confusión lo que pudo apreciar en los ojos de Ekko, al confesarle para quién trabajaba.
Luego la indignación, al no poder convencerla de cambiarse de bando.
Y después el miedo, cuando la vio hablando con sus armas.
Pelearon muy seguido, atrás habían quedado los juegos y las bromas. Ella reía cuando disparaba miles y miles de balas a los firelights, mientras que la cara de Ekko permanecía oculta bajo su máscara.
La última emoción que recordó ver en su mirada -una que no había visto antes- fue, quizás, la que le pareció más dolorosa: Odio. En aquella singular ocasión en que Jinx logró asesinar a uno de los firelights por primera vez.
Ekko se descubrió el rostro y clavó sus ojos en los de ella. Daba la impresión de que aquella delicadeza, cariño y dulzura que alguna vez reflejaron sus orbes jamás había existido en realidad. Casi sintió como si le hubiese disparado.
Creyó haberse acostumbrado al desprecio de los demás, pero saber que incluso él la odiaba ahora era demasiado.
Hubo una segunda ocasión en que llegó a contemplarlos de esa horrenda manera. Cuando ambos cruzaron nuevamente sus caminos en la que solía ser la tienda de Benzo.
Jinx lo abrazó, como él lo había hecho en el pasado, buscando en parte disculparse, tratar de remediar las cosas, pero Ekko no tardó mucho en apartarla con brusquedad y gritarle muchas cosas que ella prefirió no almacenar en su memoria. Y de nuevo, la fulminó con la mirada para después dejarla totalmente sola.
Desde entonces, ambos estuvieron a la defensiva. Ya no había lazos que se pudieran rescatar y simplemente optaron por tratarse como perfectos desconocidos. Los encuentros eran cada vez más violentos e insensibles, hasta que se hizo una costumbre.
Y así, se hicieron enemigos.
Él no volvería a hablarle, no sería su amigo, y tampoco la miraría con afecto o incluso compasión.
Aunque en eso último, cometió un error.
Regresó de vuelta al presente. Tenía a Ekko enfrente suyo, con sus ojos marrones ensombrecidos y llenos de una enorme tristeza. Había cesado de golpearla y ahora parecía estar arrepentido.
Jinx no lo entendía. Habían llegado al puente, pelearon y él ganó, ¿por qué no simplemente acababa con ella?
"Porque él no me odia" pensó, y eso le sirvió de consuelo. Se alegró tanto al ver que esa mirada que emitía amor y preocupación por ella aún existía.
No quería que las cosas cambiaran otra vez y Ekko la odiara de verdad en un futuro. Jinx era capaz de empeorar cada situación y no quería arriesgarse. Decidió quedarse con ese recuerdo, con esa emoción, para siempre.
Y entonces activó la granada.
Un concepto que me tomó mucho trabajo construir... ¡pero me encantó escribirlo!Para el final me inspiré mucho en una teoría que me encontré en Tumblr, acerca de que Jinx posiblemente hizo lo que hizo en el puente porque quería que su último recuerdo fuera el de un buen amigo preocupándose por ella. Eso terminó por conmoverme :'c
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Quiero agradecer a MoniStar21
Y a Miranda_Lech
Por dejarme participar en su concurso ❤️Los quiero.
¡Hasta la próxima!
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𝘽𝙍𝙊𝙒𝙉 𝙀𝙔𝙀𝙎 | 𝗔𝗥𝗖𝗔𝗡𝗘
Fiksi PenggemarMirando los ojos de Ekko, Jinx rememora todas esas vivencias y emociones que creyó enterradas en el pasado. ➺ Historia ganadora del primer lugar en el "Fanfic Contest Award 2023", categoría series. _____ ¬ One-shot timebomb. ¬ Los personajes pert...