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—¿Dónde ponemos esto, cariño?

Dahyun dejó la limpieza de la bañera por un momento para hacer caso a Doña Pili, el ama de llaves de Momo, que tenía una caja de cartón en la mano. Le echó un vistazo y sintió una especie de ataque de nostalgia al ver el contenido del paquete.

—¿Algo especial?

—Son los moldes para galletas de mi abuela —respondió Dahyun con una tierna sonrisa.

—Vaya, entonces supongo que habrá que ponerlos a buen recaudo —dijo la encantadora señora de ojos claros— ¿Qué te parece el cajón de al lado del frigorífico? Acabo de limpiarlo a fondo.

—Perfecto. Por cierto, ¿te ha dado las gracias hoy?

—Sí, cariño, dos veces.

—Bueno, como dicen que la tercera es la que cuenta, muchas gracias.

Pili se puso las manos en las caderas y se quedó observándola unos segundos.

—La señorita Hirai tiene razón.

Al oír el apellido de Momo se le aceleró el corazón.

—¿En... en qué? ¿Qué es lo que ha dicho la señorita Hirai?

—Que es usted especial.

—¿Y eso qué significa exactamente? —pregunto a abrir los ojos de par en par.

—No tengo la menor idea, solo sé que en todo el tiempo que llevo trabajando para ella, jamás la había oído decir algo así —respondió la mujer riéndose y después le guiñó un ojo— Voy a guardar esto y luego voy a limpiar esos fogones .

Dahyun siguió limpiando la bañera, pero su mente estaba muy lejos de allí; exactamente en casa de Momo.

Ya hacía una semana desde que ella la había invitado a ser su huésped, un tiempo que Dahyun había creído más que suficiente para poner en funcionamiento la tienda y hacer habitable el apartamento.

Sin embargo parecía que se había equivocado.

La casa resultó estar mucho más sucia de lo que ella había pensado en un principio y, aunque Pili era un verdadero ángel, solo estaba con ella unas horas al día. El resto del tiempo estaba ella sola o con algún vecino de Lima; al menos los primeros días, porque después se había cansado de que todos ellos aparecieron allí utilizándola como excusa para averiguar cosas sobre Momo y la relación que había entre ellas.

Pero, si tenía que ser sincera consigo mismo, debía admitir que esas no eran las únicas razones por las que la puesta a punto se estaba demorando tanto; en realidad, cada vez le costaba más estar alejada de Ryujin, y cada pocas horas buscaba un pretexto para ir a verla. Momo nunca pareció sorprendida de verla aparecer, incluso pareció alegrarse. No obstante, por las noches seguía recluyéndose en el despacho y tampoco había cambiado su costumbre de comer sola.

Lo que más sorprendía a Dahyun era que seguía durmiendo en el sillón de terciopelo; nunca le preguntó por qué lo hacía ya que no quería molestarla con preguntas. Lo cierto era que se sentía cuidada y protegida como hacía mucho tiempo.

Justo en ese momento se oyó la sirena de la escuela, que sacó a Dahyun de sus elucubraciones Miró el reloj y comprobó que en cualquier momento llegarían Jihyo y Sana para «ayudarla». En realidad agradecía su presencia y cada día se sentía más a gusto en Lima, donde todos sus viejos amigos la habían recibido de buen grado después de escuchar lo ocurrido con Eunwoo. Hasta la habían invitado a quedarse en sus casas si quería marcharse de la de Momo. Pero no quería.

𝑨𝒇𝒕𝒆𝒓 𝑻𝒉𝒆 𝑺𝒕𝒐𝒓𝒎 / ⊱𝑫𝒂𝒉𝒎𝒐⊰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora