6.

1.2K 108 135
                                    

«Que alguien venga a aliviar la tristeza de mi corazón»

Escapist por Nightwish

---------------------

6.

Despertó por causa de los rayos del sol que se colaban a través de la ventana abierta. Zenitsu parpadeó un par de veces y luego volvió a cerrar los ojos. Debía ser tarde a juzgar por la ubicación del sol. Con pereza se levantó del futon, procurando recogerlo luego con maestría y así poder guardarlo hasta que lo usara de nuevo. La habitación que ocupaba era amplía, decorada con un biombo hermoso, un jarrón con flores blancas y el tocador donde solía maquillarse. No todas contaban con ese privilegio, pero dado a que su rango era mayor podía permitirse ese lujo, aunque le resultaba fuera de lugar. No le molestaba compartir cuarto con otras personas.

Se lavó la cara repetidas veces y uso un kimono sencillo.

Sabía que por lo sucedido la noche anterior, muchas de las chicas estarían exaltadas y llenas de preguntas con respecto a su relación con Uzui. Zenitsu no se sentía preparado para saciar su curiosidad de amor. Suspiró y corrió la puerta un poco, asomando primero su cabeza. No había moros en la costa. Salió por completo y se dirigió al comedor. Su estómago gruñía de hambre.

Seguramente eran más de las doce, un horario común para levantarse en esa casa teniendo en cuenta que sus deberes siempre culminaban en la madrugada. Las criadas, por su parte, solían levantarse más temprano a asear el lugar y preparar la comida.

—Zenitsu, ¿Qué haces aquí? El comedor está en el lado opuesto —inquirió una de las criadas mientras iba por el mismo corredor llevando una cesta con lo que supuso, eran sábanas blancas dobladas.

—Buenos días, Aoi. ¿Crees que quedó algo en la cocina para mí? No necesito mucho, una manzana, ¿tal vez?

—¡Ni hablar! —la chica frunció el entrecejo y le entregó la cesta a otra que iba a su lado, dándole instrucciones de llevarlo a cierta habitación. Luego volvió su atención a él. A Zenitsu siempre le había parecido una chica bonita, aunque muy mandona. Su cabello, recogido en dos coletas, se balanceaban en el aire mientras ella posaba sus manos sobre su cintura en una pose intimidadora—. En esta casa se come arroz, sopa de miso y pescado asado como desayuno, nada de una cosa trivial como una fruta. ¡Así que, andando, señorito!

—¡Pero, pero!

Ella lo arrastraba hasta el comedor donde sabía que las otras chicas estarían. Se convertiría en el centro de atención y eso lo aterraba. Arrastró los pies, poniendo fuerza de retención, pero Aoi lo siguió empujando hasta completar su cometido.

—Siéntate. Traeré tu comida —dijo, sacudiéndose las manos como si ya hubiese cumplido su misión.

En el momento en que ingresó, Zenitsu sintió un montón de ojos posarse sobre él. Se tensó de inmediato y procuró dar los pasos suficientes hasta sentarse enfrente de la mesita donde servirían su comida. Fijó su vista en la madera y no se atrevió a levantar la mirada. Podía escuchar sus murmullos, la excitación que les provocaba saber que el amor le rondaba la cabeza y el corazón.

—Parece que a cierto pajarito se le pegaron las sabanas —dijo una de ellas, ubicándose a su lado con la única intención de burlarse de él.

—¡No digas eso, Ume! —dijo otra chica, poniéndose a su costado. Parecían que se habían puesto de acuerdo para acorralarlo y no pudiera huir del escrutinio—. ¡Zenitsu, estoy tan feliz por ti! Hace mucho no sentía un amor tan profundo. ¡Debe ser hermoso amar con tanta intensidad!

Un sitio para los demonios [Uzuzen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora