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Narra T/N
Estaba en mi cama tranquilamente mientras que escuchaba música. Draken había salido con Mikey para hacer no se que cosa por eso estaba sola. Miré él techo con intención de encontrar algo que hacer, cosa que no salió bien porque solo conseguía que me diese dolor de cabeza. De la nada se detuvo mi lista de reproducción y escuché como sonaba mi tono de llamada. Miré la pantalla y observe que era un número desconocido. Mi hermano siempre me decía que en estos casos no cogiera el teléfono, pero yo no hago caso alguno a eso asique contesté.
- Dígame. - Solté quitando mi cabeza en dirección a la ventana.
- Hola linda. - Escuché a través del teléfono pues noté qué era Nahoya en vez de Movistar.
- ¿Nahoya? ¿Cómo has conseguido mi teléfono? - Pregunté a pesar de que seguramente se lo hubiera dado su hermano.
- Pues se lo he pedido a Mikey. - Dijo soltando una risita.
- ¿Por qué no se lo ha pedido a su hermano? - Pensé.
- En fin, ¿tienes el día libre? - Comentó seguramente sonriendo como siempre.
- Mmmmh, sí aunque lo más importante que tengo que hacer es estar en la cama descansando. - Expliqué escuchando una carcajada a través del teléfono.
- ¿Y si te dijese qué tienes algo más importante? - Habló mientras yo me levantaba para sentarme en mi silla del escritorio.
- A ver, sorpréndeme. - Sonreír imaginando que podría ser.
- ¿Qué te parece si voy a recogerte en moto y vamos a la feria? - Contestó provocándome una risita.
- ¿Acaso el hermano mayor de los Kawata esta pidiéndole una cita a una chica? - Bromeé para empezar a girar mi tótem aburrida.
- ¡Oye! ¿Qué pasa? ¿No puedo invitarte a una cita acaso? - Me preguntó seguramente fingiendo molestia.
- No, claro que puedes, solo que hace unos meses esta chica te dejó durmiendo en el suelo. - Pude escuchar una risa por su parte.
- Ya verás, cuando te pillé veremos quién se duerme en el suelo y quién no. - Me mordí el labio intentando aguantar mi risa. - Bueno, ¿aceptas mi oferta?
- Claro que sí algodón naranja, aquí te estoy esperando. A ver cuanto te esmeras. - Contesté sin aguantarme ya la risa para colgar antes de escucharle decir algo.
Me levanté de donde estaba, dejando todo a un lado mientras el tótem giraba sin parar para dirigirme a mi armario pensando en que ropa me podría poner. Al cabo de cinco minutos decidí ponerme un conjunto a mi parecer sencillo y para nada llamativo dejando mi cabello suelto.
