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Narra T/N
Nunca creí que en dos meses todo lo que había mejorado se fuera al traste. Nunca esperaba presenciar a la muerte desde tan cerca, y menos con Emma. Tampoco pensé que mi madre intentaría venderme a un hombre por Internet perno casi lo consigue.
Ahora me encontraba en ese bosque donde me encontré al chico del ramen. Había conseguido hacer una especie de refugio con el tiempo para tratar de huir de casa cada que escuchaba gritos o cada que mis novios llegaban extrañamente llenos de sangre. Desde que los vi por primera vez no entendí, no me decían la procedencia de dicha y para el colmo no se veían tristes, se veían como si se hubieran renovado. Claramente cuando los vi me asusté pero con el tiempo se hizo rutina limpiar dicha.
En el instituto solo quería desaparecer aquello me recordaba a mi anterior vida. Ya no sabía si aquello fue un sueño o el sueño era lo que vivía ahora.
- Hola. - Habló aquella clásica voz que ya se sentía parte de mi. - ¿Qué tengo que hacer para que vuelvas en ti? - Preguntó el azabache el cuál estaba sentado en un palé dejándome verlo a través del reflejo de un espejo roto que encontré a los pocos días de empezar a construir esta especie de sala.
- Nada. - Hablé para hacer girar mi tótem alterada.
- Esto es real. No necesitas comprobarlo. No soy un sueño. - Contestó fruncido el entrecejo.
- ¿Y tú que sabes? Solo eres un espejismo de esos que veo normalmente. - Respondí para buscar en mi bolsillo la última pastilla que me quedaba, esta tarde tenía que ir a ver a Sanzu.
- Deja la droga. Así sabrás discernir. - Contó mostrándome la pastilla que se suponía que tenía en mi bolsillo.
- ¡Ey! ¡Eso es mío! ¡Dámelo capullo! - Fui por él pero la lanzó a saber donde. - ¡Hijo de puta! Era la última que me quedaba. ¡Agh! - Me senté en otro palé que quedaba frente al chico.
- ¿Qué no te ves? Estás peor. Pareces otra. - Me observó sin recibir respuesta alguna suspirando. - ¿Qué es lo que quieres? - Dijo sacando un cigarrillo.
- Quiero que todo esto terminé. No recuerdo cómo coño volver a mi realidad. - Hablé directamente recibiendo una risita.
- Me temo que con eso no te puedo ayudar. Pero para conseguir lo primero que tendrás que hacer es algo que no te va a gustar un pelo. - Explicó para tumbarse en el palé mirando al cielo.
- ¿Qué cosa?
- Deja a los Kawata. - Me quedé en silencio. - Te hacen mal. Pareces un zombi gracias a ellos. Además ¿te parece normal lo que hacen? - Se quejó haciendo que mi poca paciencia se agotará.
- ¡Dime! ¿¡Qué hacen!? - Respondí alterada a más no poder. - ¡Sí! ¡Vuelven a mi casa llenos de sangre a horas inmorales para los lave! ¿¡Y qué con eso!? - Me levante cabreada para mandar a la mierda de una patada el palé donde estaba anteriormente sentada.
