II

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Habían pasado ya dos meses, desde el primer encuentro. Ambos jóvenes ahora formaban parte de la rutina del otro.

En punto de las 3 pm, y hasta las 5:30. Cada lunes y cada jueves, la chica Hanagaki así como Baji, sin falta se veían en aquel salón destinado para las clases especiales del azabache.

Estaban juntos 5 horas a la semana, tan solo ellos dos, sin nadie que los molestara. Esto gracias a como la joven del consejo estudiantil había dejado en claro, lo mucho que detesta ser interrumpida en sus sesiones para ayudar a regularizar a otros alumnos. Solo permitía y perdonaba dicha falta, si se trataba de algún asunto del consejo, donde esta fuera requerida.

La cercanía de estos comenzaba a notarse para ojos ajenos, llegaban a saludarse cuando se veían por los pasillos, o darse los buenos días si se veían en el área de los casilleros para zapatos. En una ocasión, hasta el joven con anteojos, le cedió su puesto en la fila de la tienda de la escuela a la chica, notando la prisa que tenía por comprar algo y de esta forma poder volver a sus aburridas labores escolares.

Pero, si alguien los pudiese ver, en ese espacio, donde uno daba clases al otro. Se podría pensar que ya eran amigos, unos bastante cercanos.

Baji lograba algo que a gran parte de la escuela le parecería un evento cósmico. Hacer reír a la joven Hanagaki de la clase 1. Pero una risa que era auténtica, no una de burla, o de sarcasmo, y aunque sus risas eran a costa de su idiotez. El comenzaba agradarle esa parte de la estricta joven.

— ¡No puede ser! ¡JAJAJAJA! — ella se sostenía el estómago — No sólo tu letra es horrible, tus dibujos son... ¡JAJAJAJA! ¡SON FEISIMOS!

— Ya deja de burlarte de una vez — pedía el ya bastante avergonzado.

— No puedo... ¿Porque? ¿Porque le pusiste al conejo las orejas en su trasero? — las lágrimas de la risa caían por las mejillas de Hanagaki.

— Esa es su cabeza — refutó el al instante.

Y en ese momento la risa de la chica resonó en toda el aula. Mientras que la joven intentaba no caerse de su silla. Ella había pensando en unos nuevos ejercicios para que la mano que usa Baji para escribir, obtuviera más soltura. Justo como recordabaa que si madre lo había con ella cuando era niña, el cual era hacer dibujos de animales con figuras simples, sobre todo formas curvas. Pensó que sería un des estrés para ambos, pero resultó en un gran ataque de risa para ella y un momento penoso para él.

Pasaron unos 5 minutos hasta que la risa de Hanagaki paro por completo. Ver a Baji tan cohibido en su asiento, le generó un poco de culpa, una que no pretendía admitir. Pero si haría algo para compensar a su alumno. Se inclino un poco para de su mochila sacar un par de paquete de galletas. Pará luego extender uno de estos al chico.

— Si esto es una broma no lo quiero — contestó firme al cruzarse de brazos.

— No lo es — afirmó ella.

— ¿Pero no dijiste que durante tus cl-

— Solo tómalas o me volveré a reír de tus animalitos deformes — insistió en darle las galletas.

— Te gustan mucho estas ¿cierto?

— Si, me encantan las galletas —  dijo ella con una pequeña sonrisa.

— Lo se, pero me refiero a estas que son sabor melocotón — Baji de comió una galleta de un solo bocado — todas las veces que te e visto en la tienda de la escuela siempre elijes estas, y cuando te veo a solas por los pasillos, las estas comiendo.

— Bueno es que me gustan mucho los melocotones y por es-

Sus palabras se detuvieron en seco cuando se dio cuenta de lo que el chico frente a ella había dicho.

— ¿Que quieres decir con eso? — cuestionó ella con nerviosismo — Baji ¿a caso te la pasas mirándome?

Las mejillas de la Hanagaki se habían coloreado ligeramente de rosa. Y su semblante serio se estaba viendo abajo.

— ¡JAJAJAJA!, mira te gustan tanto las galletas de melocotón que ahora tu rostro se volvió del color de una — el de negra cabellera era quien se burlaba ahora.

Pero eso era solo una manera de tratar de evadir el tema. No obstante, ese sonrojo, a sus ojos había sido algo enteramente tierno. Ya no estaba la chica estricta, la chica que siempre mantenía esa imagen seria ni gruñona.

— ¡No soy una galleta! — la chica lanzó una toma de borrar a la frente de Baji.

— Si, si lo eres por eso tu cara tiene ese color — continuo burlándose, era el momento de su venganza — Hanagaki es una galletita~ — canturreo mientras agitaba un par de galletas frente a su rostro.

— ¿Cómo no voy a tener este sonrojo si acabas de decirme que te la pasas viéndome? —  la chica sostuvo las muñecas de Baji para hacer que se detuviera.

Y su intento por evadir el tema había sido un fracaso. O al menos parcialmente, pues ahora tendría un apodo vergonzoso que podría usar a su favor.

— ¿Eso es un problema para ti galletita? — cuestionó el ahora con una voz aun más grave. Mientras una de sus cejas se enarcaba, y mostraba una sonrisa ladina que dejaba asomarse a uno de sus colmillos.

El corazón de la joven se detuvo por un segundo. Y al otro, ella ya se encontraba saliendo disparada del aula de clases. ¿Pero que acababa de pasar?, ¿que había sido todo eso?

¿Y porque la idea de que Baji tuviera los ojos puestos en ella no le disgustada ni un poco?

El Farsante » Baji KeisukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora