12. 𝐿𝑜𝑠 𝐶𝑢𝑙𝑙𝑒𝑛

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ᴀɴɴᴏʀᴍᴀʟ
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Narra Mallory:

Estabamos en frente de aquella enorme casa cuando el chico de piel pálida, quien parecía no tener muchas expresiones en la cara, nos hizo un gesto con la cabeza de pasar. Miré a Jacob en busca de alguna advertencia de su parte, pero al verlo tan calmado, decidí entrar con él.

Al cruzar la puerta, pude notar que los enormes ventanales de vidrio dejaban ver un amplio panorama del verde bosque, y los muebles eran tan sofisticados que, esta parte de la casa parecía la entrada de un hotel de lujo.

Al girar a la izquierda, había unas escaleras de madera, por las cuales subimos Jacob y yo, con Edward guiándonos.

Llegamos a una especie de sala, pues había unos grandes sillones color veige que hacían un lindo contraste con el piso de madera, y una gran alfombra del mismo color que los sillones se encontraba en medio de la sala.

-No te asustes, Mallory. Conocerás a algunas personas. -Dijo el chico cobrizo. ¿Por qué habría de asustarme? ¿Acaso debería tener miedo?

-No tienes nada que temer. -Es como si aquel chico pudiera leer mi mente, pero es ridículo.

Escuché que el chico se rió por lo bajo. Pero decidí ignorarlo, deseando que no pudiera leer mis pensamientos.

Entramos por una puerta de madera enorme y al cruzar a la otra habitación, que parecía un enorme estudio, vi a un pequeño grupo de personas, con el mismo tono de piel que Edward. Noté que todos ellos tenían un color de ojos parecido al dorado.

-Ellos son Emmet, Rosalie, Jasper y Alice. Mi familia -Dijo Edward señalandolos mientras decía los nombres.

Primero un chico robusto y pelinegro, luego una hermosa chica rubia, siguió con un joven muy serio, y finalizó con una chica un poco más bajita de cabello corto.

Cada uno de ellos me miró detenidamente, y podría jurar que el chico serio respiró hondo y luego sostuvo el aliento, los demás se miraron entre sí con el ceño fruncido.

Jacob pareció tensarse y pasó uno de sus brazos por mi cintura, atrayéndome a él hasta chocar con su cuerpo.

-Bien... Jacob nos habló tanto de tí y queríamos conocerte -Escuché una voz a mis espaldas, cuando giré, vi a dos personas tomadas de la mano, supuse que eran pareja.

Un hombre de cabello rubio con una bata de doctor y una mujer pelinegra que me daba tranquilidad. Ambos, con una sonrisa cálida, se pararon junto a los demás.

-Amm...un gusto conocerlos. Soy Mallory Morgan. -Hablé pasando mi mirada por todas las personas presentes, deteniéndome en Jacob. Me sentía un poco incomoda en un lugar tan desconocido y alejado del pueblo.

-Lo sabemos, bienvenida. Soy Carlisle y ella es mi esposa, Esme-Habló el hombre mayor, extendiéndo su mano hacia mí, yo la acepté por cortesía.

-De acuerdo, ya la conocieron. Creo que es hora de irnos. -Jacob habló en un tono grave, jalandome suavemente de la mano.

Pero justo en ese momento, sonó el timbre de la puerta. Edward salió de la habitación.

A los pocos segundos apareció junto a una chica. Era de cabello castaño y piel un poco menos pálida que la de su acompañante. Era hermosa, a decir verdad.

Edward sonrió mientras me miraba y después pasó a la habitación junto a la chica. Parecían conocerla, ya que no se presentaron y solo se saludaron entre sí, omitiendo a la chica rubia, quien parecía no querer estar ahí.

-Mallory, ella es Bella, mi pareja. -Noté a Jacob tensarse nuevamente mientras el cobrizo presentaba a la chica.- Bella, ella es Mallory. Amiga de Jacob.

Extendí mi mano a la chica llamada Bella, ella dudó un segundo antes de tomarla y sonreír tímidamente.- Un gusto, Bella. -La saludé con una leve sonrisa.

-Igualmente. -Fue lo único que respondió ella, miré a Jacob un poco incómoda. Él miraba con detenimiento a Bella, como si quisiera decirle algo.

-Hola Bella. -Soltó de repente Jacob, su voz resonó en la habitación, pues había estado en completo silencio por unos segundos.

-Jacob... -La chica castaña sonrió un poco más animada después de acercarse para darle un abrazo a Jacob. Me quedé mirándolos un segundo.

Edward carraspeó incómodo y los chicos se separaron, pero ninguno borró la sonrisa en sus rostros.

Supe, por una intuición , que ya se conocían y por eso se abrazaron con tanta naturalidad.

Hasta podría decir que eran amigos cercanos, como esos amigos que se conocen de toda la vida y prácticamente crecieron juntos.

-Preparé pasta hace un rato, por si quieren quedarse a cenar. -La mujer mayor pelinegra habló en un tono suave, pero no pasó desapercibido, su sonrisa era cálida y transmitía confianza.

Más que una invitación general, pareció ser sólo para Bella, Jacob y yo.

Vi que los dos chicos aceptaron rápidamente, así que yo también asentí con una sonrisa tímida. A pesar de haber comido en casa de Emily, no quería negarme a la invitación de Esme.

La mujer caminó hacia una enorme y ordenada cocina, con todos los demás siguiéndola. Había una barra larga que servía de mesa, encima puso tres platos, tres juegos de cubiertos y tres vasos.

-¿Sólo comeremos nosotros tres? -Pregunté extrañada al ver que los miembros de la familia no se sentaban.

-Oh. Nosotros comimos antes. No te preocupes. -De nuevo, apareció esa sonrisa tan maternal en el rostro de Esme.

Por un momento, recordé la hermosa sonrisa de mi madre, aquella que estaba presente casi todo el tiempo. Aquella que ya no volví a ver tras esa horrible tragedia. Una imagen rápida del accidente en el avión cruzó por mí cabeza, los gritos desesperados de la gente a bordo, el último "te amo" de mi madre.

-¿Estás bien? -Preguntó Edward con el ceño fruncido y un poco preocupación en sus ojos. Yo asentí y traté de poner una sonrisa.

-Claro. Todo bien.

Esme sirvió la pasta en cada uno de los platos, olía demasiado bien, y mi estómago rugió por eso. Al probarla, me quedé embobada por el buen sazón que tenía la comida. El olor no mentía, la pasta sabía deliciosa.

Jacob casi devoró el platillo y Bella comía con tranquilidad, al igual que yo. En ese momento ni siquiera me preocupé por la atenta mirada de todos sobre los que estábamos comiendo.

Al final, agradecí a Esme por la deliciosa pasta que hizo y a los demás por recibirme en su casa.

Jacob y yo nos despedimos de todos con la mano, pues él no quiso acercarse a menos de 1 metro de la familia.

Tomamos camino hacia la Reserva, nuevamente montados en la moto. Noté que ya había empezado a ocultarse el sol.

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~Sel~

ᴀɴɴᴏʀᴍᴀʟ | ʲᵃᶜᵒᵇ ᵇˡᵃᶜᵏDonde viven las historias. Descúbrelo ahora