Don Jose.

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_ Mama, Puedo hacerte una pregunta?

_ Claro Por qué no podrías hacerla?

_ Veras mama, hoy en el puerto, había varios abuelos hablando de Don José, ellos decían, que no había nadie en el pueblo, que no le debiera un favor a el, yo pienso que eso es imposible, que todo el mundo no lo va a necesitar y que aunque de esa manera fuera, tampoco podría ayudar a todos.

_ Te equivocas, ese hombre siempre a tenido un si en la boca, para cada uno de los que han ido a pedirle ayuda, además, incluso los que por orgullo o vergüenza, no se han atrevido a pedírselo, el ha ido a su casa y se a ofrecido.

_ Entonces a nosotros, también nos ha ayudado?

_ Si, cuando tu padre desapareció en el mar, nos quedamos solo y sin dinero, Don José se presento al poco tiempo de aquello y me ofreció su ayuda en lo que fuera necesario, yo por orgullo, que no se el porque de ese orgullo, le dije que estábamos bien, que no necesitábamos nada. El no dijo nada, solo te miro a ti, que estabas en una silla sentado y con la cabeza entre las piernas, luego miro la maquina de coser y a mi, se dio media vuelta y se marcho.

_ Entonces ¿No, nos ayudo?

_ No me has dejado terminar, pero primero, llégate a la cocina por la fruta y nos comemos el postre mientras te lo explico.

El chico se levanto corriendo, recogió los platos de la comida y se trajo el frutero con varios tipos de frutas.

_ Sigue mama. ¿Qué paso? ; La madre sonrió un poco y siguió contándole.

_ A los tres días de aquella visita, apareció por la casa un camión de reparto y me dejo una maquina de cocer eléctrica y varios rollos de tela con sus correspondiente hilos para coser, yo les dije que se habían equivocado, que yo no había pedido nada, ellos contestaron que lo sabían, que mas tarde vendría la persona que los había mandado.

_ Don José: dijo el chico.

_ Si, se presento una hora mas tarde con una mujer, me pidió que le hiciera tres trajes y delantales para la mujer, varias sabanas y no recuerdo que más. Yo me quede sorprendida, no sabia como reaccionar, el solo me dijo, que me dedicara a coser, para sacarte a ti adelante y que con la ropa que le iba a fabricar para el, quedábamos en paz, de todo aquello que me había traído.

_ Ya esta, ¿tan simple?

_ A ti te parece simple, para mi fue la salvación, durante las siguientes semanas, no hubo un solo día, que no viniera alguien, a encargarme algo, desde trajes, a simples bambos de andar por casa, gracias a el, comemos todos los días y tu puedes ir al colegio, no me a faltado desde ese día trabajo.

_ ¿No ha vuelto nunca más por casa?

_ Muchas veces, siempre para hacerle algún traje o algún vestido para Dolores.

_ Su mujer.

_ No, Dolores no es su mujer, el es viudo, su mujer murió de una enfermedad muy joven, al poco de casarse con ella. Dolores según dicen, que yo no lo se con seguridad, es una prima suya, le ayuda con la casa, como si fuera la ama de llaves.

_ Los abuelos comentaban que es de aquí, no es forastero.

_ Si, sus padres eran pescadores como el tuyo, también corrieron la misma suerte, desaparecieron en el mar.

_ Si era hijo de pescadores ¿de donde a sacado todo el dinero que tiene?

_ Hijo mió, eso es una de las cosas que no se, ni creo que allá nadie en el pueblo que lo sepa.

la Casa del AcantiladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora