capitulo III

31 3 0
                                    

Lo que le había dicho el patrón del barco, era verdad, muchos eran los que le habían pedido a su madre que los dejara llevárselo como ayudante, todos sabían que el chico llevaba el mar en la sangre, pero la madre era obstinada. Cuando termino de ayudar en el barco miro su reloj, eran mas de las doce, pensó si no se le habría escapado Don José, salio corriendo del puerto, llegando casi ahogado al casino, como no sabia si se había ido o no, volvió a colocarse en la cristalera, puso las manos a los lados de la cara y miro dentro, lo vio enseguida, sentado en un sillón rojo con orejeras, estaba de frente a el mirando el periódico, se retiro rápido para que no lo viera. Fue al kiosco de Paco.

_ Me das un helado de chocolate, Paco.

_ ¿Con almendras o sin ellas?

_ Con almendras.

_ Toma, comételo despacio, que vienes acalorado y no es bueno.

_ Gracias, lo haré.

Se volvió a sentar en el mismo columpio, había mas niños allí, pero estaban entretenidos haciéndole la vida imposible a un lagartijo, le habían rodeado entre cuatro y por muy ligero que corriese, siempre había un niño delante, no prestaba atención a los niños, el, estaba pendiente a la puerta giratoria del casino, cada vez que se movía la puerta, saltaba del columpio, cuando se daba cuenta de que no era el, volvía a subirse, sobre la una y poco, lo vio salir, salto y se puso detrás del kiosco, para que no lo viera, paso por delante, saludo a Paco y continuo la calle arriba, el no se movió del sitio mientras estuvo viéndolo, miro un momento a los niños, que por fin habían atrapado la lagartija, cuándo enderezo la vista, el hombre había desaparecido, salio corriendo en aquella dirección, no podía perderlo, era crucial saber todo lo que hacia, paso como un torbellino por delante de la tienda de comestibles y estuvo a punto de tropezar con el, que ese mismo momento salía de la tienda con una bolsa en las manos, el chico al darse cuenta, no aminoro la marcha y al llegar a una bocacalle giro a la derecha, paro en seco y asomo la cabeza por la esquina, lo vio subir en esa misma dirección, pero no sabia que hacer, si lo esperaba, se podía dar cuenta de que lo estaba siguiendo y no sabia si le daría tiempo de darle la vuelta a la manzana y aparecer por detrás. Eligio la ultima, volvió a correr como un desesperado, apareció de nuevo en la calle principal, miro y se encontraba a mas de quinientos metros, lo siguió despacio, sin perderlo de vista ni un segundo, estando a punto de caer al suelo varias veces, por no mirar al suelo, desde unos doscientos metros y detrás de un coche lo vio sacando una llave de la chaqueta y abrir una cancela de hierro, era su casa estaba aislada del pueblo y de otras viviendas, no había viviendo nadie en cuatrocientos metros alrededor, entonces fue cuando se pregunto que hacia aquel coche allá, lo miro con mas detenimiento y se dio cuenta que era un coche abandonado, no tenia cristales estaban todos rotos y las ruedas desinfladas, dio gracias por haberlo encontrado, no había ningún sitio donde ocultarse, excepto enfrente de la casa que había varios matorrales grandes y tupidos, pensó, que ese seria el sitio donde se escondería a la mañana siguiente, escucho cerrarse la cancela y volvió a correr, la casa estaba rodeada por un muro de un metro, mas una alambrada de dos metros y por dentro de un tupido follaje, eran "tullas" un árbol muy parecido al ciprés, que si se sabia cuidar, podía tapar toda la visibilidad, el chico fue andando por la valla despacio y siempre mirando hacia el interior, intentando de vislumbrar algo, cosa casi imposible, se dio cuenta que si mantenía una velocidad constante y mantenía la vista fija podía ver algo, no mucho, vio un césped muy bien cortado y algunos árboles, todos de sombra, no había ningún frutal, también vio dentro del césped como pequeñas islas de piedra, con macizos de flores, al pasar por la verja, se agacho para ser menos visible, siguió la valla hasta que encontró un fallo en la vegetación, paro y miro con mas tranquilidad, vio dentro del jardín otro vallado mas bajo y muy bien cortado, pudo ver como el filo de loza de una piscina, pero no estaba seguro de que lo fuera, podía ser también un camino de lozas para no pisar el césped, al fondo, junto al muro de piedra de mas de tres metros, que daba al acantilado, había una torre con varios cables, que iban en dirección al mar, en un principio pensó que eran cables eléctricos, pero luego se dio cuenta de que eran demasiado gruesos, además como iba a traer electricidad desde el acantilado, allí no había ningún trasformador, termino por encogerse de hombros y se dijo que seria otra cosa que debería de averiguar.

Estaba ensimismado mirando todo lo que había en el jardín, todo lo que había no, todo lo que el veía, que no era demasiado, cuando escucho abrirse una puerta, intento verla, pero estaba fuera de su visibilidad, al momento se dejo ver Don José, el chico se quito del hueco y miro por medio de las plantas, se había cambiado de ropa, llevaba un pantalón fino de tela, una babuchas abiertas por detrás, una camisa blanca y un batín corto, sujeto con un cinturón del mismo color, desapareció detrás del vallado, solo se le podía ver los pelos canosos, escucho arrastrar algo y desapareció del todo, el chico supuso que se había sentado en alguna silla, después apareció una mujer con una bandeja y varias cosa encima de ella, una botella de vino, dos copas y una sopera, un canastito de mimbre pequeño y algunas cosas mas que no pudo ver bien, la mujer desapareció también en el mismo lugar, después de oír el mismo ruido de arrastre de antes, ya estaba seguro que era una silla de esas de hierro, que hay en el porche de muchos chalet , supuso que iban a comer, pensando en eso miro su reloj, eran mas de las dos de la tarde, su madre se enfadaría, nunca había llegado tarde a casa a la hora de comer, el tenia que poner la mesa y calentar la comida que su madre había preparado antes de sentarse en la maquina de coser, su madre no lo había nunca obligado hacer aquello, el solo se lo había impuesto, sabia que su madre tenia bastante con conseguir el dinero para sobrevivir, se sintió molesto por su torpeza.

_ ¿Cómo ha ido el dia? : Pregunto Dolores a Don Jose.

_ Monotono como siempre, aunque si no me equivoco puede ser que encontremos pronto lo que andamos buscando.

_ ¿Has visto alguien que te guste?

_ Si, lo que no se lo que esta pasando, es como si estuviera siguiendome, lo habre visto cientos de veces, pero jamas ha entablado conversación, y ahora lleva dos dias que lo encuentro en todos los sitios, incluso lo vi mirando por los cristales del casino.

_ Puede ser coincidencia.

_ Puede ser, de todos modos estare mas atento, es un chico que me gusta.

_ Ojala salga todo bien.

_ Si es el elegido saldra bien, estoy seguro, conozco a su madre y conoci a su padre, y el se desvive por los demas, es el idoneo.

Siguieron ambos comiendo en la terraza de la piscina. 

_ Siento llegar tarde.

_ Me tenías preocupada ¿Dónde has andado?

_ He estado en el puerto ayudando a descargar y no me he dado cuenta de la hora que era, perdóname.

Comió con su madre y estuvo algún tiempo mas en casa, limpio el salón y la cocina, luego volvió al puerto y ayudo a descargar algún que otro barco, pero no estaba por la labor, seguía pensando que aria a la mañana siguiente y de cómo podría averiguar mas cosas de aquel hombre.

Llego a casa sobre las ocho de la tarde y al entrar en la casa se encontró encima de la mesa del salón, una caja con varios peces, la madre lo miro.

_ Es de tus amigos marineros, lo acaban de traer para nosotros.

El chico no dijo nada, agarro la caja del pescado y se lo llevo a la cocina donde los destripo y limpio para guardarlos en el frigorífico. El y su madre estaban acostumbrados que de vez en cuando le llevaran pescado a casa, los patrones y los marineros le agradecían de esa manera la ayuda que el chico prestaba al barco y siempre que lo traía alguno, le volvían a preguntar a la madre, que cuando lo dejarían embarcar con ellos y su madre respondía que todavía era un niño.


la Casa del AcantiladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora