Menta

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Otra noche más, por suerte se habían podido bañar en un hotel que la carrera había pagado exclusivamente para corredores. Al salir de la habitación, Gyro se había percatado de que Diego Brando estaba en ese mismo hotel. La ira pasó por su cuerpo tan solo de recordar el suceso con los dinosaurios, pese a que su rival había sido víctima de un ataque, no podía sacarse de la mente que aquel sujeto tuvo a Johnny tan cerca para olerlo.

Apretó sus puños tan solo de recordar la lengua ajena pasando por el cuello de Johnny, cómo lo tenía nervioso contra el piso jadeando de terror. Era una imagen que a Gyro le causaba celos, lo admitía, piede que tal vez Johnny le fuese atractivo pero era normal, era un chico bastante guapo.

— Estúpido calor — Los quejidos de Johnny en el baño lo trajeron de vuelta a la realidad y es que Johnny siempre lo traía de vuelta a la realidad. Gyro caminó hacia el baño y abrió la puerta como quien entra a su casa. Johnny no se ni mucho menos, estaban acostumbrados a este tipo de cercanía entre ellos.

— ¿Todo bien?— Gyro podía ver qué Johnny tenía problemas para quitarse la playera y esto era algo de siempre; le costaba desvestirse y más cuando su poca paciencia no lo ayudaba. Johnny batalló UK poco más antes de rendirse.

— Ayúdame— pidió asomando sus ojos por el hueco de la playera, Gyro rió un poco, lucía como un gatito escondido. Le quitó la ropa y metió al chico al baño; Johnny se dejó cuidar por Gyro, le gustaba ser cuidado con afecto después de sus experiencias anteriores en la clínica.

Gyro contaba a Johnny todo tipo de chistes mientras lo bañaba en la tina, Johnny atinaba a reírse o respondía positivo a él de manera general. Gyro contaba sobre su encuentro con Brando en el pasillo y lo desagradable que le había sido.

—Pero a ti no te molesta— dijo Gyro con un tono que a Johnny le resultó extraño.

— ¿Por qué lo dices?— preguntó sin un solo pelo en la lengua, Gyro tallaba sus clavículas cómo sí quisiera eliminar algo de su piel.

— Por lo que pasó con Ferninand, no parecías molesto— respondió a su pregunta ya con un tono molesto y harto. Gyro se había puesto celoso por su propia cuenta.

— Tienes razón, no estaba molesto— Johnny recordó aquel momento— estaba aterrado de lo que nos pudiera pasar... Tu estabas bastante herido y esa cosa se fijó en ti; no pensé tanto en mí— Gyro dejó de tallar el cuello de Johnny, admiró la belleza de su compañero por el reflejo del agua, con que así había sido.

Gyro besó la espalda de Johnny con amor, tenía que hacer que volviera a caminar fuera como fuera, luego tendrían que escapar de Estados Unidos, le pediría que fueran a Italia juntos más tarde. Johnny por su parte todavía no estaba acostumbrado a los besos de Gyro ni siquiera en otras partes de su cuerpo.

—Hoy comí bastante menta...— habló de forma baja Johnny temiendo que alguien más pudiera escucharlos, como si nadie más que ellos pudieran saber de lo que ocurría entre ellos.

— ¿Debería?— preguntó Gyro susurrando en su oreja, Johnny se estremeció por la distancia eliminada y volteó para poder besar de frente a su amigo.

Su beso era diferente, era demandante, era apasionado, era exigente, era una forma de Gyro para sentir que realmente poseía el afecto ardiente que sabía que Johnny era capaz de ofrecer, la pregunta era silenciosa pero ambos la entendían:

¿Solo yo?

Y en cuanto Johnny atraía el cuerpo a la bañera sabía que era obvio, tan claro como el agua cristalina que evitaba la desnudez expuesta de Joestar.

Solo Gyro, solo él.

Un chapuzón sumergió a Gyro en la bañera, el agua salió de la bañera por el movimiento agitado de ambos jóvenes, no se separaban por nada del mundo, solo eran ambas bocas embelesadas por la impropia. Está vez quien se separó fué Gyro, algo agitado y temiendo hacerse adicto a los labios tintados de azul.

—La menta te sienta bien— recargó su cabeza en el hombro de Johnny, ambos estaban sonrojados, era extraño pensar en los besos que se daban pero buscaban muchas excusas para volver a hacerlo.

—Oh... Gracias— El chico había comenzado a aplicar distintos tipos de bálsamos en sus labios, por las chicas, claro está.

—No es nada— Gyro besó su mejilla y se levantó de la bañera; estaba escurriendo y la ropa que usaba no era la más adecuada para nadar— ¿Te ayudo a salir?

—¡No!— Johnny agitó sus brazos sobre el agua y tapó su masculinidad cómo pudo—... Me quedaré un rato más, tu ve a dormir.

—¿De acuerdo?— Gyro no entendió porqué de la nada Johnny se puso tímido sobre su cuerpo siendo que casi todos los días se veían desnudos— Buscaré algo para cenar, no te tardes mucho.

—Okay, sin problemas— Johnny sonrió de forma exagerada, su sonrisa siempre fué extraña y eso asustó un poco a Gyro pero salió del baño.

Una vez escuchó la puerta de la habitación cerrarse, Johnny suspiró en grande, ¿Qué carajos le pasaba?

Al principio su plan era simplemente besar a su amigo, nada más allá de eso, pero de alguna manera terminó siendo fanático de las manchas de labial verde por todo su cuerpo. Su primer beso con Gyro había sido toda una experiencia, los demás eran más bien pequeñas nuestras de afecto y el que acababa de ocurrir en esa bañera lo había alterado de sobre manera. Se convenció así mismo que fué el cabello largo de su compañero lo que lo confundió con una mujer y por eso terminó en ese estado

—Carajo— dijo viendo su erección en el agua. Tenía que hacer algo para que ya no ocurriera.

Sabores • GyJoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora