En resumen, un oscuro filme que se valía tanto de un bien dosificado suspense como del interesante choque terrorífico que supone un juguete infantil convertido en máquina de matar. Al final de esta cinta, Chucky pelea con uñas y dientes (y patadas, y cuchillos) intentando defenderse pero -calcinado por un voraz fuego iniciado por él mismo- cae preso de las balas de un oficial de policía