En la continuación más floja de la saga,Chucky, el muñeco diabólico 3 (1991, Jack Bender), volvemos a contar con la ineficacia de los empleados de la fábrica Good Guys: recogiendo los sangrantes trozos de Chucky, notaremos que una gota de sangre de los mismos se derrama, por casualidad, en la mezcladora del caucho con el que se elaboran los muñecos.