Capítulo 1

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Edimburgo, corte del rey James IV de Escocia.

Siglo XV.

Skena abrió los ojos cuando escuchó el ulular de un pájaro en la ventana de su habitación. Skye, la lechuza que había rescatado al caer del nido cuando apenas tenía unos días de vida, la visitaba cada mañana a la misma hora antes de desaparecer entre la oscuridad del bosque que avecindaba el castillo y que se veía desde una de las ventanas de su habitación. Tras haberle curado el ala meses atrás, el animal no se había despegado de ella por mucho que ella se hubiera empeñado en darle la libertad que este merecía. Era un animal encantador que solo se dejaba acariciar por ella y que cada mañana hacía que se levantara con una sonrisa.

Apartó las pesadas pieles que la cubrían y se dirigió hacia él mientras bostezaba.

—Buenos días, Skye —lo saludó mientras le acariciaba el pico y la frente—. ¿Qué tiempo tenemos hoy? —Skena sacó la cabeza por el agujero libre que dejaba el animal y comprobó que, aunque no llovía, el cielo estaba cubierto de unas nubes negras y unos relámpagos destellaban en el horizonte—. Parece que hoy tampoco veremos el sol, ¿verdad?

El sonido que le hizo el animal como respuesta le sacó una sonrisa. Se desperezó y esperó acariciando al animal a que llegara su doncella para que la ayudara a vestirse. Mientras esperaba apoyada en la ventana, escuchó unos pasos apresurados dirigirse hacia su habitación, que adivinó serían de una de sus hermanas.

Blaire entró a la habitación abriendo la puerta con tal urgencia que rebotó contra la pared de detrás y Skena se llevó un buen susto cuando el pájaro salió volando tras soltar un chirrido estridente. Pensó en la extraña reacción del animal, puesto que de las únicas personas que no había huido jamás era de sus hermanas, pero lo dejó pasar al ver la cara de preocupación de su hermana menor.

—¡Skena! ¡Hoy es el baile de la temporada y no tengo nada que ponerme! —gritó casi histérica mientras daba vueltas por la habitación. Ahora empezaba a comprender la reacción del animal—. Le he pedido ayuda a Mysie y me ha echado de su habitación —dijo con un puchero mientras se tumbaba sobre la cama con el dorso de la mano sobre la frente.

—Eres una exagerada. Solo es una fiesta. El rey hace fiestas casi cada noche. ¿Qué más da que esta lleve otro nombre? Además, ¿cómo sabes que hoy es el baile de la temporada y no otro baile normal? —respondió Skena sorprendida porque de repente a su hermana le preocupase lo que se pondría—. Y ¿a qué viene tanta preocupación por tu apariencia?

Skena sospechaba que el chico que había llegado a la corte días atrás tenía algo que ver. Sus padres se habían mudado de las tierras de sus ancestros para trabajar mano a mano con el rey sobre unas ideas que el padre de la familia Cunningham —así se apellidaban—, le había hecho llegar. Se había fijado en el chico no porque fuera rubio de ojos azules, alto y esbelto, sino porque, por lo joven que era —no debía de tener más de quince años—, tenía mucho éxito entre las damas y las doncellas de su próxima edad y había escuchado todo tipo de rumores sobre él.

—¡Seguro que el baile es hoy, se acerca el buen tiempo! —Skena miró por el agujero de la pared que servía como ventana y se fijó en las nubes negras. No entendía dónde veía su hermana el buen tiempo—. Y no hay ninguna razón. Tengo catorce años y quiero que me vean bonita. Los chicos me miran como si fuera una niña pequeña y yo solo deseo encontrar al hombre de mi vida. —Se levantó de la cama y se acercó a Skena para susurrarle—: He escuchado que en estos bailes la gente suele encontrar a su amor y que de eso a la boda no pasa mucho tiempo. —Volvió a dirigirse a la cama para saltar sobre ella y gritar—: ¡Esta podría ser mi oportunidad! Estoy harta de ser la que se queda mirando cómo bailan todas las demás.

Skena, La Indomable - Damas de la corte I [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora