Capítulo 2

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—¿Cómo demonios habéis entrado aquí? —preguntó el rey indignado en cuanto cruzaron la puerta que llevaba de vuelta al salón de baile—. ¿Dónde están mis guardias? —El rey echaba humo y miraba con los ojos encendidos de rabia a aquellos hombres que se habían atrevido a penetrar en su dominio. Sorprendidas, las hermanas miraron en dirección a la entrada principal del salón, donde se encontraba un buen centenar de hombres vestidos con kilts igual que el hombre que las había obligado a entrar.

—Será mejor que se calme —respondió el hombre que entró tras ellas. Todas las miradas se dirigieron hacia donde se encontraban. Asustada, Blaire cogió las manos de sus hermanas.

—¿Qué está pasando? —susurró entre ellas.

—Shhh... Ahora no —respondió Skena alternando la mirada entre el rey, los hombres desaliñados que había en la sala y el hombre que la acababa de avanzar por su derecha para unirse a sus hombres.

—¿Acaso no sabe a quién se está dirigiendo? —preguntó la mano derecha del rey dando un paso hacia delante. Reculó tambaleante cuando los invasores respondieron a su atrevimiento con otro paso hacia su dirección.

—Me estoy dirigiendo al rey James IV de Escocia. Por favor, no nos tomen por unos incultos. —Miró a su alrededor mientras pronunciaba esas palabras—. Puesto que no hay forma de que responda a las misivas que le hemos enviado durante meses, hemos creído oportuno forzarlo a responder ante nosotros. —Hizo una pausa y buscó los ojos del rey—: ¿Y bien? ¿Cree que este sería un buen momento para hablar? Como puede ver —se giró hacia sus acompañantes señalándolos con la mano—, el tema es de cierta urgencia. Si no, no hubiéramos asistido a su magnífico baile —pronunció aquella última frase mientras observaba a Skena.

Ella carraspeó intentando ocultar su incomodidad. ¿Por qué la miraba con esa intensidad? Parecía más pendiente de ella que del rey. Apretó la mano de Blaire, que seguía agarrada a la suya.

El rey se tomó un tiempo antes de contestar, valorando las posibilidades que tenía. Chasqueó la lengua y respondió:

—Muy bien. Usted, venga conmigo. Los otros hombres tendrán que esperar aquí —dijo señalando a los recién llegados—. Mientras estamos reunidos, no quiero saber de ningún altercado o la negociación llegará a su fin.

—No está en posición de ordenar nada, Su Majestad —pronunció esas dos últimas palabras con desprecio—, pero me parece correcto: nadie hará nada hasta que volvamos. —dijo mientras se giraba hacia sus hombres por última vez y desaparecía tras el rey.

La espera se hizo larga. La reunión duró más de lo que cualquiera de los presentes hubiera deseado, pero finalmente el rey y el invasor volvieron al salón donde todos esperaban ansiosos.

—¿Y bien? —preguntó la reina, que se acercó a su marido para agarrarle la mano.

El rey miró a su mujer y después a todos sus súbditos allí presentes, deteniéndose en algunas de las mujeres.

—Por favor, las damas que nombraré ahora deberán acompañarme, igual que sus padres o, en caso de no poder ser así, de su cuidador. —Suspiró y empezó a nombrar a las damas—: April Delacour, Aileen Campbell, Eara Murray, Olivia Anderson y, por último, las hermanas, Mysie y Skena MacKay.

Ambas hermanas se miraron preocupadas y dirigieron sus miradas también hacia las otras chicas que habían sido nombradas. El misterioso hombre que se había reunido con el rey se acercó a las mujeres de nuevo y obligó a Blaire a soltar las manos de sus hermanas tirando suavemente de esta. Cuando se soltó, agarró el brazo de Skena y la obligó a seguir al rey. Cuando cruzaron medio salón, Alexander se interpuso en su camino y agarró el brazo del highlander con brusquedad.

Skena, La Indomable - Damas de la corte I [DISPONIBLE EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora