| 02 |

462 46 0
                                    

Capítulo dos: Lordem y su magia.

⚘

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


11 de diciembre.
8:39 P.M.
Lordem, Inglaterra.


Los portones de la mansión de los Giordano en Inglaterra se abrieron para nosotros una vez nos identificamos en la puerta. La mansión del capo era una construcción moderna, pero inspirada en la antigua Sicilia, me había fijado en el trayecto que todas las casas de este sector rico estaban dividas por grandes porciones de tierra, eran pocas pero todas tenían algo en común: eran gigantes y en un sentido hasta desoladas. Detrás de ellas se apreciaba el famoso bosque Fiordelise, conocido por muchas cosas, pero aún más por las extrañas muertes de turistas que ocurrían en sus adentros. Sabía todo esto gracias a la minuciosa investigación que realicé en el largo camino desde Italia hasta aquí.

Cuando bajé del auto, miré a todo a mi alrededor, y lo único alejado que se podría apreciar eran las puntas de unas torres en la lejanía de lo que parecía algún castillo arcaico y antiguo.

―Ese es el castillo inglés de los Riox. Los fundadores del pueblo. ―Comentó mi padre, Lucca Thynne, al verme observar aquellas torres con curiosidad. Ya sabía que mi padre había estado aquí en las tantas reuniones con el difunto capo, Lordem solo era nuevo para mi y para mis hermanos.

―Se nota que es gigante. Y precioso.

—Lo es. Quizás en algún punto podrías visitarla, el nuevo capo es amigo íntimo de los jovenes Riox. —Apuntó, con tranquilidad.

—Hablando del tal, ¿Dónde está? ¿No es de mala educación no recibir a tus visitas en la puerta? —Alcé una ceja, y observé a propósito la puerta vacía, solo siendo custodiada por un arsenal de guardias.

Mi padre dio un rápido vistazo, y volvió su vista a la mia. —Estás en lo cierto, bella mia. —Y cuando dos de los guardias se acercaron para bajar nuestro equipaje, mi padre preguntó: —¿El joven capo?

Los guardias ni siquiera abrieron los labios, ni siquiera dirigieron una mirada hasta nosotros.

Alexander y Chad se quedaron quietos, extremadamente confundidos. Y yo solo pude dirigir una mirada significativa hacia mi padre.

—Lo sabía. Es demasiado joven. Probablemente ni siquiera sepa donde está parado ahora mismo. —Bufé, mientras cruzaba mis brazos.

—El joven Will les comunica que ha tenido una imprevista emergencia y ha tenido que viajar a última hora. Estamos a sus órdenes para lo que necesiten. —Nunca en mi vida creí que el capo tendría un jodido mayordomo. Pero aquí estábamos, escuchando las palabras del mismo a través de un hombre con un bigote rizado en las puntas y una elegancia implícita en su hablar.

—Nos gustaría ponernos cómodos. —Sugirió mi padre, con una tranquilidad que de pronto me hizo destensar mis brazos. Si mi padre estaba de esa manera, era porque nada realmente estaba mal.

Sinners. © [DL #1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora