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Capítulo uno: Thynne en su máximo esplendor.

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AKIRA THYNNE.

Actualidad...

11 de diciembre.
Lordem, Inglaterra.

Bajé nuevamente mi blusa luego de observar detenidamente mi tatuaje. Ese que realmente no lo obtuve por gusto, sino por la opción de cubrir la horrible cicatriz que hay debajo.

La odiaba. La odiaba con mi vida. No obstante, aquella era la única cosa tangible que me recordaba que si había algo que odiaba más que a mi cicatriz, era a mi madre.

No odiaba a mi progenitora por ser mala conmigo, sinceramente no tenía recuerdos lúcidos de ella. Los comentarios del servicio no me daban a saber si fue buena o mala. Pero si había algo seguro y cierto, y eso es que ella era débil, fue débil.

Si había algo por lo que yo odiaba a Kyrah Melvis, era por ser una maldita débil.

Y por contagiarme su maldita debilidad.

Cuando tenía seis años, mi madre, la supuesta dama del don, fue secuestrada.

Al día de hoy, casi catorce años después, aún no se sabe si está viva o está muerta. Decían que era letal, una máquina de matar incomparable....y por esa esa misma razón yo decía que sólo era una debilucha, porque si alguna vez hubiera sido aunque sea una pizca de todos esos adjetivos, tan malditamente mala como la plasmaban, ya hubiera estado aquí con su familia de regreso. ¿Por qué no usar esa supuesta letalidad para acabar con quien sea que la tenía prisionera, eh? ¿Por qué no luchar? Y si aún estaba luchando, ¿Qué era lo que le costaba tanto?

Apreté los labios con fuerza, casi lastimándome en el proceso. Y es que pensar en aquella mujer hacía a mi órgano palpitante saltarse varios latidos. No la conocí del todo, pero era la única persona que me sacaba de mi zona de control sin siquiera estar presente. Tenía un poder sobre mi que yo misma le había cedido con el pasar de los años, con el pasar de su ausencia y la necesidad de ella que me creaba. La necesidad de una niña hacia su madre.

Mis palmas picaban y mi espalda baja sudaba, no obstante, mi rostro no daba a apreciar mis dudas internas. Por fuera, lucía incluso aburrida.

Solo yo sabía lo inestable que me encontraba.

Nos dirigíamos a Inglaterra, a la casa del difunto William Giordano, Capo di tutti capi de la Cosa Nostra.

Había muerto anoche, y estábamos obligados a asistir al funeral. Ya que mi padre reclamaría el puesto que ejercía en Italia ahora en Inglaterra como Don. Y yo, tomaría los puestos de Consigliere y Casseto a su lado.

[Don: El don es el jefe de una familia. En su familia es el que tiene más poder, y casi siempre va acompañado de un consigliere o consejero.
Consigliere: Es el asesor de la familia. Siempre acompaña al don, este principalmente se encarga de aportar ideas en reuniones o aportarle ideas al don.
Casseto: Organiza las cuentas de la Familia.]

Sinners. © [DL #1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora