—¿De qué se trata este evento?— pregunté mientras caminaba agarrada del brazo de Alexander, él se paseaba lentamente entre la gente, disfrutando de como cada par de ojos por el que pasábamos nos observaban en sorpresa. Nadie podría haber imaginado que una humana sería la pareja de su propio alfa.
Quiero decir, mate. Mate. Mate. No pareja. No somos pareja.
—De ti— respondió viéndome a los ojos sin ninguna expresión en su rostro.
—No es verdad.
—Lo es, todos aquí saben que he encontrado a mi mate, hace mucho tiempo que buscaba— antes de que pudiera decir una palabra más sus labios sonrieron a una persona detrás de mi, saludó con una mano y le hizo ceña de que se acercara.
—Por fin puedo conocerte Vanessa, tanto que he escuchado de ti— dijo una mujer demasiado delgada, casi de la altura de Alexander, cabello canoso pero bien peinado en un recogido, cejas negras, ojos maquillados cual mapache, pero pupilas curiosamente de distintos tonos, una verde y la otra azul, era hipnotizante. Labios pintados de rojo carmín, vestido morado largo, arrastrando la nieve a su paso. Sentí un escalofrío y no fue por el frío, que por cierto, ya ni sentía mis brazos, fue una estúpidez no ponerme algún abrigo antes de salir.
—Claro, es un gusto— dije fingiendo emoción.
—Vanessa, ella es mi creadora, Taleya— bromeó Alexander sonriendo a la que entiendo ahora que es su madre. Taleya me analizó de pies a cabeza y en sus ojos pude notar un disgusto, claramente no le agradé. —Y él es mi padre, Koban— señaló ahora a un hombre de la misma estatura que Alexander, igual su cabello canoso, delgado, piel morena, ojos castaños. El hombre extendió su mano tomando la mía.
—Una humana— dijo él sonriendo amablemente. Como toda pareja, aquí claro hay un balance con ambas personalidades. Ya sabía quien era la de los pantalones en la relación.
—Qué observador— respondí por inercia y sentí el brazo de Alexander apretar del mío, su padre sonrió riéndose.
—Claro que ella debía ser tu mate— me sonrió nuevamente, —Alex, debemos discutir unos asuntos, acompañame— le dijo ahora a Alexander extendiendo su mano para dirigirlo a un lugar lejos de su madre y de mi.
—Mamá, cuídala con tu vida—dijo antes de suavemente soltar mi mano, verme una vez más a los ojos y sonreírme. Casi creo que me esta deseando suerte.
Madre santa de la luna, me dejaron con el mismísimo diablo. Sola.
—Cuentame ¿Cómo se encontraron tu y mi hijo?— vi a Alexander a lo lejos hablando con sus padre y otros hombres y mujeres, parecían estar contándose secretos de Estado.
-Fue algo extraño- entrecerré mis ojos y pensé —Vino a mi aldea con sus lobos, muy amables por cierto, me encontró y dijo que era su mate— Taleya no se ve satisfecha con mi respuesta, ¿Acaso esperaba que le contara una película?—Entiendo, omites algunos detalles, solo quiero que sepas que no todo el tiempo fue tan frío y calculador, la vida lo cambió— dijo y tomó un trago de su copa, sentía tantas miradas clavadas en mi que tuve que agarrar también una copa, o dos, o tres.
—No debe ser fácil ser un alfa de una manada tan grande— dije tomando un trago del amargo vino.
—No es ser alfa lo que le fue difícil. Pero esa historia es suya para contar, no mía, no quisiera que la supieras ya que no considero que una humana deba estar al tanto de nuetsros asuntos, pero yo no tengo palabra en esa decisión— dijo y acabó su copa, rodeé los ojos ignorando su mal carácter.
Después de unos incómodos minutos en silencio, Alexander y su padre se nos acercaron. Koban tomó la mano de Taleya y la dirigió a un grupo de personas lobos.
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Alfa
WerewolfElla se adueñó de su corazón. Y él, se adueñó de ella. Esta historia ya había sido completada pero fue retirada para hacer correcciones al igual que "Mi mate Alfa", una vez terminada esa, podrán ver está publicada nuevamente, pido su paciencia por...