Vanessa
Aullidos se escuchan a lo lejos. Un nudo se forma en mi garganta y mis piernas tiemblan sin fuerza. La luna brilla en su mayor esplendor siendo así, mi única guía.
Los árboles se agitan, ramas crujen y de la neblina resaltan un par de ojos amarillos que al instante se encuentran con los míos, por mas que lo odie, son bellísimos, radiantes, capaces de iluminar la noche mas obscura. Sentí el sudor de mis manos y el ardor en mi pecho, mi corazón latiendo con fuerza hasta poder sentirlo en mi garganta, rogando que huyera. Lentamente retrocedo unos pasos, haciendo lo posible por no alterarlo asi podrer huir.
El sonido de sus patas traseras arrastrarse en la tierra inundó mi audición, pronto veía el reflejo de sus puntiagudas y largas garras pronto a desgarrar la piel de mi pecho. Quise gritar, quise correr, quise suplicar por mi vida. Pero si algo tenía en mi era un enorme y estúpido orgullo que no me permitía suplicar a nadie, así sea por mi propia vida.
-¡VANESSA!- el grito grave de mi padre me sacudió los pensamientos. Mis ojos se abrieron de golpe con mi corazón aún latiendo fuertemente contra mi pecho, sentí el aire escapar de mis pulmones sin alguna posibilidad de regresar pronto. Los ojos avellana de mi padre me veían con temor y nerviosismo. Sus labios se movían y podía escuchar su voz alto, sin embargo, no comprendía una palabra. Sus manos agitaron mis hombros. El brillo del sol me cegaba, mi vista aún no se acostumbraba a la luz.
Entonces por fin reaccioné.
—¿Papá? ¡¿Qué pasa?!— pregunté.
-¡Son ellos, los lobos, atacan!- tomó mi mano y jaló de ella. El impulso me llevó a ponerme de pie nerviosa tambaleando y solo entonces me di cuenta, que había estado soñando. Estaba dormida.
-¡Aún no es luna llena!
-Dile eso a ellos, ¡Andando! Toma la escopeta de la sala, sabes qué hacer- ordenó y con toda la rapidez posible, me puse mis botas café. Tomé mi chamarra roja para cubrir mi delgada blusa blanca y bajé corriendo las escaleras. Al llegar al último escalón, los brazos de mi madre me atraparon.-Te amo, lo sabes ¿Cierto?- asentí tragando saliva y la abracé de nuevo.
Irnos nunca ha sido una opción, como líderes de este lugar, mis padres son el frente a la guerra, jamás han demostrado su miedo, yo por ser su hija, debo hacer lo mismo.
Con la escopeta en una mano, y una larga daga en la otra, sonreí a mis padres en un intento por asegurarles que estaríamos bien. De nuevo.
-Las amo, lo son todo para mi- dijo mi padre besando mi frente y los labios de mi madre.
-Papá, no lo hagas, no se despidan, no moriremos, no aquí, no hoy.Sonrió riendo para sus adentros. Los gritos de mujeres y hombres afuera de la puerta eran cada vez más y más fuertes.
-¿Papá?- lo llamé de alguna forma queriendo escucharlo asegurandome que todo estaría bien, pero no tuve esa respuesta. Volteó a verme con ambas cejas alzadas y los labios en una delgada linea. En esos escasos segundos, las bombas explotando, los disparos, gritos e insultos, se detuvieron. Como la calma despues de la tormenta mas desastroza y asesina.-Eso no debe ser bueno- dijo mi madre quitando el seguro de su arma y apuntando a la puerta.
Un ligero golpe en la puerta me sacó de mis pensamientos y detuvo mi corazón. Mi padre observó a la vieja madera del suelo con detenimiento, como si de entre las grietas fuera a salir algo. Alguien.Entonces un pequeño click se escuchó.
-¡Maldita sea! ¡Atr....!- mi padre gritó y antes de que pudiera terminar la oración, el explosivo sonido de una bomba frente a nosotros lo interrumpió. El suelo desapareció de mis pies. Mi cuerpo salió disparado hacia la gruesa pared de la cocina. Escuche cada hueso de mi cuerpo crujir y mi cabeza se estampó con el firme concreto, aturdiendome.
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Alfa
אנשי זאבElla se adueñó de su corazón. Y él, se adueñó de ella. Esta historia ya había sido completada pero fue retirada para hacer correcciones al igual que "Mi mate Alfa", una vez terminada esa, podrán ver está publicada nuevamente, pido su paciencia por...