Capítulo 6.

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Incluso con la sensación de que su cuerpo pesaba demasiado, Seung Min logró girar un poco sobre el colchón para tratar de enfocarse en Hyun Jin y los sobres que éste miraba, creando en su mente muchas preguntas que por el momento no podían salir de su boca. El pelirrojo se dio cuenta de que su amigo de la infancia ya no estaba dormido y dejó las cartas a un lado, acercándose después a la cama y mirando al contrario con algo de pena.

—Por fin despiertas —habló con voz tranquila—. Tómate el antigripal que dejé junto al vaso con agua —señaló en la mesita que estaba a un lado de su cama—, mi mamá dijo que te hará bien.

—¿Qué pasó? —Murmuró cuando empezó a recuperar su fuerza—. ¿No estábamos por la entrada del planetario?

—No, eso debe ser lo último que recuerdas —contestó mientras otro relámpago aparecía en el cielo y lo hacía mirar hacia la ventana—. Te desmayaste. Tuve que traerte hasta acá, quitarte la ropa empapada, ayudarte a que te ducharas con agua caliente, prestarte ropa e incluso hacer que mi mamá le mintiera por teléfono a la tuya. Ambas creen que queríamos ver la exhibición, pero que nos atrapó la tormenta y no nos quedó más opción que regresar y ver si podemos ir otro día. Ah, y te quedarás a dormir en mi casa, por cierto.

—¿M-m-me ayudaste a ducharme? —Preguntó con el rostro enrojecido por algo más que la reciente fiebre.

Hyun Jin se encogió de hombros, incapaz de comprender por qué lo ocurrido parecía escandalizar de esa forma al pelinegro. No podía negar que la expresión facial de Seung Min era un tanto graciosa en esos momentos.

—Estabas más o menos consciente cuando pasó.

—¡No lo recuerdo!

—Oye, a veces nos bañábamos juntos después de nadar en las piscinas a las que mi papá nos llevaba durante las vacaciones.

—Sí, ¡cuando teníamos ocho años! —Señaló el más bajo—. Es muy diferente.

—Bueno, tampoco podía dejarte como estabas, habría sido peor para ti.

Un silencio incómodo llenó la habitación por varios momentos. Debía reconocer que Hyun Jin tenía razón, él ya estaba sufriendo los efectos de pasar mucho tiempo parado bajo la lluvia cuando el pelirrojo fue a buscarlo y sólo estaría más enfermo de no ser por él.

—Gracias por tu ayuda —susurró finalmente.

—Bueno, ya. ¿Cómo te sientes? —Colocó una mano sobre la frente de Seung Min, sorprendiéndolo un poco—. Parece que la fiebre ya bajó, pero aun así no deberías esforzarte demasiado.

—E-estoy bien —dirigió su mirada hacia la caja llena de los sobres que le había enviado años atrás—. Mejor dime por qué tienes mis cartas así.

—¿Cómo? ¿Sin abrir? —Suspiró—. La verdad es que tuve dos casas en Daejeon y nunca te lo dije porque ya ni siquiera hablábamos tanto y... recién me enteré de que me mandaste todas estas cartas —miró levemente avergonzado al pelinegro—. Te debo una disculpa, Seung Min.

—¿Por qué? ¿Por dejarme de escribir? ¿Por no contarme que te habías mudado otra vez?

—Sí, por eso y por todo. Por cómo te traté cuando fuiste a buscarme a mi universidad, por mirarte como si fueras raro, por haberte dicho cosas que te lastimaron, ¡por todo! —Volvió a suspirar—. Yo... no sé qué demonios hacer para remediarlo. Leeré cada una de tus cartas y luego pensaré en qué hacer, te lo prometo.

—No las leas, lo que escribí seguramente es vergonzoso ahora —se quejó, sin darle una verdadera respuesta a su disculpa porque en ese momento no supo qué decirle.

Dame una señal, Hyun Jin [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora