Capítulo 2.

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No podía creerlo.

Hyun Jin no se había emocionado al volver a verlo después de casi nueve largos años. Si bien el pelinegro entendía que el tiempo podía hacerlos cambiar y encontrar gustos diferentes, nunca esperó algo así... Soñó tanto con su reencuentro y, cuando éste por fin llegó, no obtuvo siquiera un abrazo o una sonrisa.

Triste y confundido, decidió esperar en los pasillos hasta que el pelirrojo saliera de su salón para luego pedirle que le explicara qué estaba pasando o por qué no le daba ni un poco de gusto el poder estar juntos otra vez. Siguió a los demás en silencio para buscar un sitio cómodo en el cual pudiera sentarse, mas se sorprendió al ver cómo Hyun Jin y los otros chicos con los que había estado hablando sólo continuaban caminando hacia el otro lado del edificio, ignorando las aulas, compartiendo chistes con un humor un tanto retorcido y sin saber que eran observados.

Seung Min corrió hacia ellos tan pronto como tuvo más espacio libre gracias a los que sí asistían a sus clases y alcanzó a ver cómo Hyun Jin y sus amigos se acomodaban para relajarse cerca de un estacionamiento.

El más bajo de todos también era por alguna razón el que más parecía infundir miedo. Tenía ojos color marrón, piel blanca y corto y alborotado cabello azul grisáceo con uno de sus lados rapado. Metió una mano al bolsillo de su sudadera, sacó una cajetilla de cigarros y la acercó a sus amigos, ofreciéndoles así lo que guardaba en su interior.

Hyun Jin tomó un cigarro y pronto lo imitó la persona junto a él: un chico fuerte de lacio cabello café oscuro –casi negro– y cuyos ojos delataban, por su forma, que tenía doble nacionalidad. Sonrió de lado, murmurando un agradecimiento antes de sacar un encendedor del bolsillo posterior de su pantalón.

El último chico sólo movió su cabeza de un lado a otro cuando el más bajo le acercó la cajetilla. Tenía cabello rubio claro y mirada oscura que parecía querer decir "Aléjate, no somos amigos". Los audífonos en su cuello eran grandes y de muy buena calidad, clara señal de que a veces le gustaba encerrarse en su propio mundo y dejar a los demás afuera.

Seung Min dudó por unos momentos, pero se acercó a pesar de todo y volvió a llamar a su amigo de la infancia. Se negaba a irse de ahí sin una buena explicación.

—Hyun Jin... —Sus piernas empezaron a temblar sin que él pudiera hacer algo para evitarlo—. T-te estás saltando las clases, no deberías...

—¿Qué? ¿Otra vez este mocoso? —Bufó el peliazul.

—¡N-no me digas "mocoso"! —El pelinegro trató de defenderse—. En unos meses cumpliré diecinueve años...

—Ay, ¿en serio? Pues yo ya tengo veinte —se encogió de hombros—. Soy mayor que tú, así que te puedo decir "mocoso" o como sea que se me antoje.

—¿Ah, sí? Pues... Pues... ¡Yo ni estaba hablando contigo!

El peliazul avanzó un par de pasos hacia él, mirándolo con el ceño fruncido y cargando con unas enormes ganas de romperle la cara con un solo golpe.

—Escúchame bien, pedazo de...

—Déjalo en paz, Bin hyung —por fin habló Hyun Jin, un tanto cansado, después de darle una calada a su cigarro.

El contrario se detuvo, volteó a ver a su amigo y alzó una ceja. Lo primero que pasó por su mente fue que Hyun Jin debía tener un buen motivo para proteger al pelinegro de aspecto débil.

—¿Conoces a este perdedor?

—Se llama Kim Seung Min, es un niño con el cual jugaba antes de que mi familia y yo nos mudáramos a Daejeon —contestó con simpleza.

—¡Sí! —Exclamó el pelinegro con una gran sonrisa antes de acercarse más, incluso si el humo de los cigarros le parecía desagradable—. ¡Soy yo! ¡Oh, yo sabía que no lo habías olvidado, Hyun Jinie! Pasábamos horas imaginando las aventuras más geniales y a veces jugábamos a ir al espacio y teníamos nuestras propias naves, ¿lo recuerdas? —Preguntó emocionado—. Decíamos que siempre íbamos a ser los dos, Hyun Jin y Seung Min, ¡por las estrellas!

Esperó a que el pelirrojo respondiera "¡Por las estrellas!" con la misma energía que él, pero su sonrisa fue desapareciendo poco a poco cuando entendió lo que el silencio del contrario quería decir. Los amigos de Hyun Jin tampoco decían palabra alguna, sólo lo miraban como si fuera un loco que recién se había escapado de un hospital psiquiátrico y, claro, pronto empezó a sentirse humillado.

—Ya no tenemos ocho años, Seung Min —fue lo único que escuchó salir de la boca del más alto.

—Ah... S-sí, tienes razón... —Agachó la cabeza, intentando convencerse de que no estaba bien sentirse tan decepcionado ante lo que sucedía—. Lo siento.

—Qué vergonzoso... ¿Estudias aquí? —Le preguntó de repente el tal "Bin hyung".

—N-no, yo soy de la Universidad Nacional de Seúl.

—O sea que tú también te estás saltando tus clases —señaló, riendo un poco—. ¿Quién lo diría? Te veías más como un niño bueno que le lleva manzanas a sus profesores todos los días —hizo una breve pausa—. ¿Qué haces aquí?

—Yo... supe que Hyun Jinie había regresado a la ciudad y sólo pensé que... quería verlo porque han pasado muchos años y dejé de recibir cartas suyas hace mucho y...

—Awww —el peliazul lo interrumpió, burlándose y empezando a hablar de manera sarcástica—. Qué adorable. ¿Escucharon eso? El niñito bueno está aquí porque vino a buscarte, "Hyun Jinie" —le dijo a su amigo.

—Alguien debería decirle a Chang Bin que está empezando a ser molesto —comentó con poco interés el chico que no había aceptado un cigarro, sólo para después ponerse sus audífonos.

—No te metas, Han. Si no estás conmigo, estás en mi contra, así de sencillo —advirtió y luego giró para fijar su atención en Seung Min una vez más.

El menor volvió a sentirse mal. Desvió la mirada y retrocedió un par de pasos, reconociendo en sus pensamientos que tal vez debía irse y olvidarse de todo el asunto sobre querer una explicación por parte de Hyun Jin. En él quedaba una parte de ese niño tímido y pequeño que deseaba pasar toda su vida junto a su mejor amigo, pero parecía ser que en el pelirrojo ya no había más que una personalidad fría a la cual no le importaba.

Sintió lágrimas formándose en sus ojos, listas para ayudarlo a que el dolor en su pecho fuera sólo un poquito más fácil de soportar, pero fue hasta ese entonces que creyó volver a ver al Hyun Jin que recordaba con tanto cariño, ese chico al que extrañaba diariamente. Su voz seria no tuvo que escucharse dos veces:

—No hagas llorar a Seung Min.

El pelinegro alzó la cabeza y así alcanzó a ver cómo Hyun Jin se había parado en frente de Chang Bin, dándole una advertencia con la pura mirada.

¿Seguía ahí?

De alguna manera... ¿El Hyun Jin al que había ido a buscar en verdad seguía ahí, después de todo?

Si era así, entonces no podía darse por vencido con tanta facilidad.

Continuará.

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¡Buenas noches!

¿Quién más está emocionado/a por el nuevo álbum? 🤩 Vi que algunas chicas coreanas ya tienen sus álbumes con ellas y AAAAA, las photocards de Seung Min son preciosas. 💕 Estoy ansiosa, pero a mis álbumes todavía les falta como una semana para llegar, jajaja.

En fin. ~ Espero que este nuevo capítulo haya sido de su agrado. Muchas gracias por leer, votar y comentar.

Dame una señal, Hyun Jin [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora