☕︎🅢︎🅜︎🅤︎🅣︎☕︎
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☕︎🅢︎🅜︎🅤︎🅣︎☕︎— ¡Ah~!, ¡Mierda~!, ¡Oh~! — Honduras no podía hacer nada al respecto, su cadera era manejada por las manos de Canadá, quien creaba hipnotizantes embestidas, su pareja hacía que su culo rebote y se coma por completo el pene qué lo golpeaba por dentro. Lo único que hacía era tratar de aguantar lo más que podía, resistir las embestidas como bien podía, no quería acabar tan patéticamente rápido.
— Mira, Cosita~... como tus hermosas nalgas se mueven~... se mueven para mí, Cosita~ — esos comentarios al aire que Canadá lanzaba, hacía avergonzar más a Honduras, calentando sus mejillas y aumentar las ganas de querer seguir gimiendo sin control alguno para su pareja.
Canadá esperaba el momento en que Honduras se corriera, lo ansiaba querer verlo y escucharlo; miro por el rabillo del ojos para ver el reloj del cuarto.
«¿A qué hora se va a correr?»
— ¡Ah~!, ¡N-no~!, ¡Mhn~! — Honduras hacía esfuerzo en no humillarse más, pero Canadá no lo ayudaba, los dedos de este acariciaban su vientre mientras las embestidas se volvían más duras; haciendo difícil aguantar y retener su orgasmo. — ¡Uhm~Ah~! —
— Muy bien, Cosita. — sus manos se posicionarnos en los hombros del cuerpo bajo suyo, poniendo presión, provocando que el cuerpo de abajo pegara su pecho a la cama; sus embestidas volvieron a retomar el ritmo anterior, dejando de lado la corrida Honduras, queriendo escucharlo de nuevo sin parar.
El sudor de ambos cuerpos hacia que las dos pieles brillarán, dándole más benéfico a las penetraciones de Canadá, disfrutando de escuchar el estruendoso ruido de los glúteos de Honduras cuando su pelvis impactada con él.
— ¡Can~mhn~!, ¡Cana~agh~!, ¡Ah~! — el gemido entrecortado de Honduras dio indicio de su orgasmo, dejando cada vez más satisfecho a Canadá; quien estaba disfrutando del momento, del cuerpo de Honduras y sus hermosos sonidos.
— Lo sé, Cosita... no trates de hacerte el fuerte... sé qué te puedo hacer correr tan sólo si golpeo tú punto~ — pego su abdomen en la espalda de Honduras, dándole más acceso fácil a sus embestidas y poder sintir ambas pieles vibrar por los bruscos movimientos. — ¿no es así?, ¿Cosita? — su mano abrazó la hombría de Honduras, escuchando un gemido eufórico del esbelto, sacándole un gustoso gemido como complemento.
Se sentía tan excitado por Honduras.
Honduras empezó a sentir cansancio en sus muslos y en otras partes de su cuerpo, las fuertes penetraciones de Canadá hacían que su cuerpo temblara; pero no podía detener a Canadá, estaba preso bajo su, "abrazo", lo único que tenía como soporte, eran sus manos hechas puño en las sábanas.
Canadá ansiaba que Honduras se corriera a cada segundo. Las carnes internas abrazan con fuerza su extensión en cada orgasmo que su pareja tenía, dándole sensaciones de descargas eléctricas al sentir esa cavidad apretar su pene tan exquisitamente.
— ¡Ahh~! — Honduras volvió a expulsar su descarga en las sábanas, apretando con fuerza las mismas, sintiendo como Canadá accedía con dificultad sus adentro; su orgasmo impedía el acceso rápido y rudo de Canadá, pero este jamás decidió dejar de entrar y salir o doblegarse cada vez que llegaba a ese punto.
— S-se siente jodidamente bien~ —
La piel de Honduras se volvió a erizar cuando sintió la punta de la legua de Canadá tocar su lóbulo de oreja.
Honduras al estar concentrado en el placer de tener el pene de su pareja abusando de su próstata, perdió la cuenta de cuántas veces se había corrido, no le interesaba, sólo quería sumergirse en esas fuertes olas de calor y placer.
— ¡Sa-Satan~!... ¡AH~! — un fuerte azote lo hizo soltar un grito demasiado euforico.
— Di mi no-nombre... no digas, "Satan"... suena mejor el mío. — se reincorporó, sin dejar de dar embestidas repetitivas y profundas en Honduras, agarrando con lujuria las nalgas del esbelto, separándolas sin cuidado alguno, dejando ver cómo su pene entraba y salía con facilidad de Honduras.
— ¡Canadá~!... ¡Oh~!... ¡Cie~Ah~! — otro azote fue prolongado en una de sus mejillas, siendo lo suficiente para correrse... otra vez.
Canadá sentía cosquillas en su vientre, entendiendo la razón; agarró con una mano la cadera de Honduras mientras que con la otra seguía azotando las mejillas de este.
— Ah~ — saco con rapidez su pene de Honduras, corriéndose de inmediato, mirando hipnotizado como tiras gruesas de su esperma decoraban la entrada de Honduras.
Honduras dejaba salir esos sonidos de sus labios, mientras seguía estático en su lugar. Su ceño estaba fruncido, había querido que Canadá se corriera dentro él.
¡No afuera!
— Me... me siento vacío. — hablo como puedo Honduras, comenzando a cerrar sus párpados, teniendo la idea de dormir. A pesar de su inconformidad, el cansancio le estaba ganando... no podía hacer nada.
— ¿Acaso no escuchaste bien lo que te dije, Cosita? —
— ¡Ah~!, ¡Ah~!, ¡Oh~!, ¡Cana~oh~! —