Primer día de excursión.

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El estaba agustamente dormido hasta que empieza a sentir una respiración a su lado el cual ignora hasta que choca con el torso de otro hombre y ahí cae en cuenta de algo.

—  ¡Ah porque me estás abrazando! — se alarma y luego revisa bien su cuerpo y suspira al ver qué está intacto.

— ¿Yo? Si tú me empezaste a abrazar en la noche — réplica mientras se para de la cama.

— Perdón, no me di cuenta.

— No hay problema, venga que el sol está por despertar y yo necesito empezar desde temprano — dice alegremente mientas se termina de acomodar su túnica exterior.

— Claro, pero tengo que visitar a mi madre que ha de estar preocupada  — se para de la cama y se arregla un poco.

— Oye, ¿No dirán nada por tu ropa?.

— Me da igual lo que digan.

El otro lo mira y se empieza acercar para colocarle su capa blanca.

— Aún así no quiero que te perjudiquen.

— Gracias, bueno quieres explorar Xian-Le entonces empezaremos por los barrios bajos y de paso voy con mi madre, ¿Está bien? — extiende su mano para hacer un trato.

— Me parece bien — acepta el gesto y apreta un poco la mano.

— Bien, vamos rápido que no quiero que se alarme mi madre.

Ambos salen de la habitación y se despiden de la anciana, luego el forastero empieza a seguir al bailarín que lo lleva por zonas de barrios bajos hasta llegar a una pequeña casa de madera.

— ¡Mamá ya llegué! — entra casi tirando la puerta y corre hacía la habitación de su madre.

— Hong-er que bueno que llegaste mi dulce niño — al entrar a la habitación una mujer con una venda en los ojos se para con ayuda de un bastón y abre sus brazos dónde cae el joven bailarín para abrazarla.

— Mamá perdoname por llegar apenas hoy que tuve un percance — dice mientras se aleja del abrazo.

— Hong-er mi niño hermoso trabajas mucho, no te preocupes — dice mientras lo acerca para darle un beso en la frente.

— Mamá, estaré fuera durante una semana a lo mucho, le pediré a He Xuan que te cuide, ¿está bien?

— No te preocupes hijo, está bien — dice la mujer grande mientras con ayuda de su hijo trata de sentarse.

— Bien Mamá, deja me cambio y en diez minutos me tendré que ir — dice con algo de tristeza a lo que la mujer asiente.

El corre a su habitación y busco en su cajón un par de ropas oscuras que tiene para rápidamente quitarse las de bailarina y ponerse esas.

Después toma un morral que su madre le cosió y sale a la cocina donde pone pan, una bolsa de cuero llena de agua, frutas y algo de dinero.

Regresa con su madre para despedirse y al salir se encuentra con el hombre de túnicas blancas.

— Oye, ahora que lo pienso nunca pregunte por tu nombre, ¿Cómo te llamas?

— Pues me puedes seguir diciendo Gege porque soy mayor que tu, pero aún así me llamo Xie Lian — termina mientras empieza andar.

— ¡Espera que tengo que pedirle a alguien que cuide de mi madre! — dice mientras sale corriendo a la casa a lado suya y toca.

— Eh sardina soy yo, soy Wu Ming y te vengo a pedir que cuides a mi madre, te deje dinero en la cocina, me voy — el sabe que ese bastardo lo escucho, pues nunca sale de su casa en las mañanas, pero se levanta temprano.

La bailarína del príncipe || LianHuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora