En el lago en medio del bosque

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La mañana siguiente ambos se despiertan antes del amanecer y se arreglan para irse y seguir con su pequeña excursión.

— Gege ahorita que no hay mucha gente despierta, ¿Podemos ir al mercado a comprar fruta y luego conseguir agua?

— Claro Wu Ming, aunque yo no sé escoger frutas — Dice avergonzado.

— Eso ya lo suponía Gege.

Ambos caminaron varias calles hasta llegar a un lugar donde habían varias personas comprando lo necesario para ellos y sus familias.

Puestos de telas, jalapas, juguetes, frutas frescas y coloridas.

— ¿Gege qué te gustaría para el camino? — pregunta mientras observa como el mayor se acercaba a un puesto y lo observa como si fuera algo nuevo.

— Quiero mango, me gusta el mango.

El señor del puesto al escuchar esto aprovecho y empezó a tratar de venderle todo aún precio más caro.

— Mire joven, tenemos los mejores mangos dulces y frescos exportados desde el sur del reino y solo a cinco monedas, ¿Qué le parece? — el señor le muestra un mango grande, pero antes de que el respondiera Wu Ming se adelantó.

— ¡Eh viejo! ¡¿A quien le quieres ver la cara?! ¡Todos sabemos que esos mangos cuestan dos monedas!

Su gritos llamaron la atención de varias personas y vendedores haciendo que se indignen y empiecen a cuchichear sobre el vendedor que trato de engañar a un pobre forastero.

Contento con el resultado, el menor toma cinco mangos y deja en la mesa una moneda. Sujeta de la muñeca al mayor y grita.
— ¡Corre Gege! — y sin dudarlo ambos corren siendo perseguidos por el señor hasta que Wu Ming se detiene y le hace una seña a Xie Lian para que lo cargue al estilo nupcial, el cual después da un salto de varios metros hacia delante y pierden de vista al anciano.

— Wu Ming, no volvamos hacer eso — regaña Xie Lian recibiendo un puchero.

Ambos anduvieron así por las calles bulliciosas a pesar de la mirada extrañada de los demás. De repente hubo un cambio en el ambiente y para al horror del mayor una imagen lastimera se posaba ante su vista.

— Por tú expresión asumo que te desagrada por completo la vista principal del barrio Zhou — dice Wu Ming llamando su atención.
— Ese maldito comerciante WuDu — Maldice a regañadientes recibiendo una mirada extrañada del mayor.

— ¿WuDu? ¿Hablas de Shi WuDu?

— Así es — asiente con la cabeza — Ese desgraciado es el dueño del puerto de Zhou y no es nada de lo que dice ser porque aparte de sobre explotar a los trabajadores y mal pagarlos todavía los trata peor que aún esclavo, Es un Tirano.

— ¿Tanto así?

— Si — dice algo abatido mientras al pasar observan como aún hombre desnutrido que se le cayó aún saco de arroz es golpeado por uno de los guardias a latigazos.

Lleno de cólera, Xie Lian se acerca al soldado y le da una patada y va directo a
auxiliar al hombre herido.

— ¿Está bien señor? — pregunta preocupado mientras le ayuda a levantarse.

— Joven, no debió de hacer eso, ¡Se meterá en problemas!

— No se preocupe, deje lo mand-
Pero no pudo terminar de hablar pues el látigo lleno de sangre iba dirigido hacia el y apenas puedo esquivarlo de un salto.

— Mocoso, ¡largo de aquí! —
Grita el guardia.

— No — responde mientras deja al hombre en un lugar seguro.

La bailarína del príncipe || LianHuaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora