Capítulo 8. Calor

1.7K 214 28
                                    


Wanda.

Mi respiración se queda atrapada en mi garganta cuando observo a Natasha quitarse el sudor de la frente con el dorso de su mano y noto lo tonificados que están sus brazos.

La pelirroja está afuera en el jardín. Ha decidido que quiere arreglar un poco sus plantas, y como llevaré a Rose al parque de nuevo, tomó la oportunidad para hacerlo hoy.

Me parece genial que cuide su jardín, pero dios, verla a través de la ventana tomar las cosas, agacharse a quitar la maleza que amenaza con crecer y hacer todas esas cosas de jardinería, me tiene mal. En especial después de lo de anoche.

No sé qué ha sido, ni siquiera sé si ha sido algo por lo que debo estar así, pero cuando su mano tocó la mía sentí un millón de cosas dentro de mí, la fierecilla en mi estómago hizo toda una revolución y su tacto hizo arder mi piel. Sé que yo puse mi cabeza en su hombro, pero eso lo había hecho antes y no me parecía algo tan íntimo como ella tomando mi mano.

—¡Ya estoy lista! —exclama la pequeña cuando aparece en la sala.

—Vale monito, iré a avisarle a tu mami y regreso.

Salgo al jardín por la puerta que conecta a la casa con este, una vez afuera me acerco un poco a Nat, rodeando la piscina para llegar a ella.

—Se ve bien —le digo mirando hacia las plantas.

—Más vale que sí, llevo horas aquí y aún no termino —sonríe mirando hacia mí.

Bajo el sol del mediodía su piel brilla intensamente y más por el sudor que cubre cada centímetro de esta. Mi mente no puede evitar viajar a algunos pensamientos no tan inocentes.

—Venía a decirte que Rose ya está lista así que nos iremos al parque.

—Muy bien, tengan cuidado y recuerden volver antes de que oscurezca, ¿vale?

—Claro Nat, nos vemos en un rato.

Camino dentro de la casa de nuevo, le echo una última mirada a la pelirroja y me dirijo hacia Rose.

—Anda peque, vamos.

Natasha me ha prestado su camioneta así que tomo las llaves del llavero que está a un lado de la puerta y ambas salimos para montarnos en ella.

He decidido llevar a Rose al parque Hyde porque sé que le gustará ir a darle de comer a los patos. Llevo una mochila con unas cuantas piezas de pan, unas botellas de agua, unos sándwiches para nosotras y un cuadernillo de dibujo.

—¿Quieres escuchar música? —le pregunto antes de comenzar a conducir.

—Sí, por favor.

Le sonrío y pongo una playlist de Disney.

El camino continúa lleno de canciones de niños, Rose canta cada una de las canciones y yo intento acompañarla cantando, pero aún cuando soy muy fan de las películas, no logro cantarlas todas.

Después de unos minutos aparco en el parque, saco a Rose de su sillita y después de asegurarme de cerrar la camioneta comenzamos a caminar por el parque.

—¿A dónde quieres ir primero monito? Podemos ir al lago para ver a los patos, a los juegos o simplemente a caminar, lo que tú quieras.

—¿Podemos ir con los patos? Oh. oh. ¿Podemos darles de comer? —pregunta saltando de un lado a otro, yo suelto una carcajada y asiento.

—Sí monito, vamos.

Tomo su mano y caminamos para llegar al lago Serpentine. Hay muy poca gente el día de hoy, el parque se ve bastante vacío a comparación de otros días.

Au Pair; WandanatDonde viven las historias. Descúbrelo ahora