19. Acogedor

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Se sentía bien.

Se sentía bien tener un ancla con él.

Algo que no pensó volver a tener.

Un cálido abrazo cuando llegaba a la casa ajena era un cálido anhelo en su corazón. Sus latidos volvieron a tener propósito cuando pensaba que solo moriría por una ciudad que no valía la pena, ahora tenía a un rebelde Rubió que con solo verlo su corazón se derrite.

Pero solo en semanas sentía eso, esa chispa de comodidad. Acogedor.

Aun sí su trabajo lo estresa, una visita a su amado valía la pena ese momento del día.

Y más al sentir como sus aromas se combinan.

Su aroma volvió, casi como un milagro. El doctor solo le había dicho que, aparentemente, el encontrar a su Luna, su lobito interno volvió a parecer. Su aroma volvió a ser el mismo porque era necesario para cortejar al de su Luna.

Muy romántico.

¿Extrañaría su olor antinatural? No. No le gustaba el recordatorio de su tristeza, su pérdida. Sin duda no ahora que tenía a su Gustabo con él.

[...]

—¿En serio?

Cuestiono, no de afán de ofender, sino porque él no sabe cómo más reaccionar.

Un hombre como el, un hombre que intimida, que habla con poder sin uso de ayuda externa, con presencia. Un hombre que le encanta estar en su puto traje, con la costumbre de decir más de veinte groserías en una sola oración.

Ese hombre.

Ese puto hombre estaba sonrojado. Avergonzado porque casi grito cuando se lo propuso.

Y Gustabo no sabía si aprovecharse y hacer que se avergüenza más o morir de una ternura que le daba una diabetes, la segunda estaba ganando más a ver a su Alfa más sonrojado de lo que ha visto.

—Si...—, aclaro su garganta—, quiero estar contigo, despertar todas mis mañanas contigo, desayunar a tu lado, incluso si solo es un simple cereal o huevo, quiero verte antes y después del trabajo, quiero estar a tu lado.

Cada palabra parecía como si hubieran sido practicadas mil veces, pero en realidad habían salido desde el fondo de su corazón, era improvisadas, pero la firmeza de su declaración, la mirada con adoración y determinación plasmada ante él.

Casi como si le estuviera pidiendo matrimonio.

Gustabo se sonrojo ante esa idea, pero no, solo le estaba pidiendo mudarse con él.

Como una pareja real.

Su ritmo cardíaco se aceleró, pidiendo permiso para salir de él y abrazar al hombre que lo hace latir tan fuerte.

Jack estaba dispuesto a empezar a tener una nueva vida con él.

Mierda. Pensó, nunca sintió esa necesidad de estar con alguien más. Alguien que no sea su hermano. Alguien que estaba más que dispuesto a estar a su lado. Alguien que quiere verlo todos los días.

Era extraño, tener eso.

Siempre era el quien vio por alguien más. No sabe cómo reaccionar.

Pero la su sonrisa lo traicionó.

Estaba emocionado, abrumado y hasta triste, muchas emociones para él. Demasiadas, a decir verdad. Estaba casi asustado.

Tantas emociones solo hicieron que una lágrima saliera de su ojo, recorriendo su mejilla.

Buenas Noches, Alfa. ◌ Internabo ◌ InconclusaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora