Después de esa noche de tortura Ale solo pensaba en como se lo diría a Franco, como le diría que la pesadilla ya había comenzado, su cabeza daba vueltas junto con ella por toda la habitación con la preocupación cada vez más presente.
Recostó su cuerpo en la suavidad de la cama con la mira perdida en el techo de madera, su respiración se volvía cada vez más lenta y débil, no soportaba aquella presión en el pecho que crecía cada vez más fuerte provocando desesperación por querer quitarlo; reposo sus manos en sus hombros dando la sensación de un cálido abrazo haciéndole recordar aquellos momentos dónde su abuela solía consolarla hasta que sus ojos inchados cedieran al cansancio y cerrarán por completo. No tardó mucho en soltar su tristeza en forma de lágrimas, lágrimas que corrían por todo su rostro, esos ojos tan bellos llenos de brillo ya no existían y se habían convertido en cuencos vacios con tristeza disfrazada de color miel, ya no había ninguna esencia de ella en su mirada y aquél agarre que mantenía aumentaba con el caer de sus lágrimas; desesperación, enojo, tristeza y confusión habitaban en ella. El llanto la llevo a un profundo sueño atrapando la en un descanzo libre de todo pensamiento y sentimiento presente que la agotará, tener que lidiar con tantas cosas la hacían pensar en si un día dormía y nunca más despertara sería lo más grato que le hubiera pasado en la vida.
Unos pasos cansados y pesados se escuchaban por el pasillo de la planta alta en dirección a la habitación, aquella persona agotada sentía sus pies como grandes pesas que costaban trabajo mover, sus manos recorrían su cuello mientras apretaba con una fuerza casi nula. Con una mirada fija al piso y ojos concentrados en su pensamiento eran parte de un aspecto terrible; deteniendo su camino al llegar a la puerta, giro lentamente la perilla dorada y al instante la abriría de la misma manera para evitar despertar a aquella hermosa joven que ya se encontraba descansando en la cama. Entro con todo el sigilo posible, al cerrar la puerta dió un ligero giro permitiendo le una vista perfecta hacía la cama; un suspiro profundo salió de su cuerpo cansado por todo lo que sucedió, realmente la quería y no permitiría verla sufrir así fuese su familia no lo permitiría, sabía que su querida Ale no la pasaba nada bien por la expresión en su rostro inchado de tanto llanto.
Camino despacio quedando en el lado derecho de su cama, contemplaba cada segundo aún que no fuera la mejor situación pero no podía evitar mirarla; se sentó con mucho cuidado de no despertarla y siguió mirándola, una lágrima sobrante salió de Ale recorriendo su mejilla la cual fue removida por una caricia suave de Orlando mientras que en él también se le formaban inicios de llanto por ver ese momento, pensó - No puedo verla de esta forma, no es correcto, pero por el momento no puedo hacer nada para que esté bien, no puedo dejarte ir; menos con alguien que no te merece y eso me incluye a mi, algún día tendrás que darte cuenta y cuando eso pase estaré para ti- limpio las lágrimas que amenazaban por salir y volvio a mirarla.
-Prometo que no volverás a sufrir aunque eso sea un riesgo para ambos- cerro sus ojos y se acercó lentamente a sus labios quedando tan cerca de ellos, tanto así que su respiración se sentía con tranquilidad, abrí los ojos y beso su mejilla, quería ganarse ese beso que había perdido desde hace tiempo.
Las actividades del siguiente día estaban planeadas para el cumpleaños de Alessandra, ¿Eran para emocionarse después de todo lo ocurrido?. Talvez no pero no le daría el gusto a nadie de verla recaída en su día así que por lo menos disfrutaría de esas "perfectas y bien planeadas actividades", se levantó temprano como siempre para darse una ducha y arreglarse a su manera; unas botas color café claro, pantalón un poco ajustado con una blusa boddy blanca y un saco del mismo tono que las botas, hermoso conjunto. Salió de su habitación con gran emoción tarareando su canción favorita, bajó las escaleras tan rápido como pudo para poder salir de la casa antes de empezar todo y poder ver a Franco pero había una cosita pequeña que se lo impedía. Orlando, ya que tenía que acompañarla para que no se notará sospechoso, no quería molestar con pedirle que la llevara a algún punto intermedio y sabía que si lo hacía existía la posibilidad de que algún tema el cual quería evitar saliera arruinando su día.
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Cartas al Pasado: donde todo empezó (✓) [En Proceso]
Science FictionPerdona y podrás vivir ... Algunas veces no funciona a la primera. Es un libro que narra lo sucedido con los Marchetti, pecados, traiciones, desapariciones, asesinatos planeados en nombre de un estatus y amor. Italia y algunos otros países son testi...