Habían pasado dos semanas desde que estaba viviendo en casa de Charlotte y no había vuelto a tener noticias de Fleur, ni falta me hacían. Esa noche era mi última noche en París y había planeado una cena con Charlotte en un restaurante de lujo como agradecimiento por su hospitalidad. Pero, en el último momento, a punto ya de salir a cenar, me llamó el camarero que me había atendido. Un inconveniente, el restaurante se había inundado por una fuga en una tubería.
Le transmití a Charlotte la noticia, pero a ella no pareció importarle. Se quitó el vestido negro de lentejuelas, los zapatos de tacón y las horquillas del fleco. Se puso una camiseta vieja y fue a llamar por teléfono. Adoraba cuando hacía eso, no hablar por teléfono, sino desvestirse delante de mí como lo más natural del mundo. Como si fuera su hermano, su padre o un amigo gay... pero era un chico de su edad, heterosexual y deprimido que no tenía ninguna vinculación familiar con ella. Además, la conocía desde hacía tiempo y sabía cómo era por dentro: sus opiniones, sus gustos, sus preocupaciones, sus inquietudes, sus sueños... la conocía tan bien, pero a la vez me parecía tan lejana e inalcanzable que dolía.
Era un dolor diferente al que se sentí cuando Fleur me dijo que no podíamos tener nada. Este dolor traía consigo una amarga impotencia, era como si muy dentro de mí, supiera que podía cambiar la situación y besarla y hacerla mía, pero ni mis piernas ni mis brazos ni siquiera mi lengua podían moverse. Simplemente me quedaba inmóvil ante la sola idea de tener algo con Charlotte. También sabía que ella me conocía bien y que sabía que era tímido y que jamás daría yo el primer paso, así que, si ella quisiera algo conmigo ¿no me hubiera dado una señal? ¿o no se hubiera lanzado ella directamente? Con lo extrovertida y despreocupada que era, seguro. Así que me quité esa idea absurda de tener algo con mi mejor amiga y me preparé para escuchar lo que tenía que decirme.
—He hablado con el restaurante chino al que suelo ir siempre, ¿te gustan los rollitos de primavera?
—¡Me encantan!
—Pues ya solo queda esperar a que llegue el repartidor —se sentó a mi lado— ¿te encuentras bien?
—¿Por qué iba a estar mal?
—Estás pálido —se acercó más a mí para ponerme la mano en la frente— no tienes fiebre. —Su contacto me gustó y me quedé mirándole los labios. Antes de que ella dijera nada, me lancé.
Mis labios se posaron en los de ella y los dejé ahí, esperando una respuesta que no tardó en llegar. Ella apretó los suyos contra los míos y fue lo que necesitaba para saber que quería que la besara. Atrapé su labio superior entre los míos y fuimos abriendo y cerrando la boca compasadamente hasta que ella misma introdujo levemente su lengua. Hice lo mismo. Sabor a miel de nuevo, igual que su olor. Recordé entonces el olor a miel de Fleur y paré de besar a Charlotte. Pero no quise estropear el momento y cuando ella cerró los labios, yo los besé por encima.
—Pensé que nunca lo harías —me dijo satisfecha, sonriendo y con un brillo especial en los ojos.
—Y yo pensaba que no podía hacerlo por mi timidez.
Sonreímos, nos volvimos a besar, volvimos a sonreír, nos acostamos sobre el sofá y sonó el timbre. Los rollitos de primavera junto con el arroz integral tres delicias y dos refrescos llegaron y comimos como locos. No supe si era por el hambre o las ganas de no tener que comer para poder seguir besándonos. El caso es que los platos quedaron vacíos a los pocos minutos. Bebimos bastante para bajar la comida y dejamos los platos sobre la mesa, ni siquiera nos levantamos a tirar el envoltorio donde había llegado la comida, simplemente, eso pasó a un segundo plano.
Nos acercamos el uno al otro y buscamos nuestras bocas. Charlotte solo tenía aquella camiseta vieja que le quité casi sin dejar de besarla. Luego admiré de cerca su cuerpo y su tacto. Y finalmente acabamos lo que el timbre interrumpió.
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El olor a miel de mis musas
Cerita PendekBrandon vive solo en su casa desde que se independizó de sus padres con 18 años, ahora tiene 21 y ensaya cada día con su banda de música en el garaje de su casa y de vez en cuando los llaman para dar algún concierto a los que nunca falla Fleur. Fleu...