ᴄʜᴇʀɴᴏʙʏʟ ᴍᴇ ᴀᴍᴀ

1: Una noche (IX)

Si nos hubiéramos conocido en un escenario político y no en la escuela, entonces seríamos enemigos a los que habría que quitar de en medio. Pero a partir de ese día, todo empezó a cambiar.

Mi padre, que era amable conmigo, empezó a cambiar poco a poco, y finalmente... .

Zas-

—¿Pa-Padre?

Por primera vez en mi vida, mi padre me golpeó. Al principio, parecía sorprendido por lo que había hecho.

La primera vez fue difícil. Después del primer golpe, mi padre comenzó con los agarres de mano. Y obviamente fue culpa mía.

Fue culpa mía por no haber derrotado nunca al joven duque Blake. Si hubiera sido capaz de hacerlo mejor, mi padre no se habría enfadado conmigo. Debido a que las pupilas de mi padre, que siempre solían estar en contacto conmigo, estaban temblando.

Fue culpa mía que mi madre muriera. Era natural que ese enfado se dirigiera hacia mí.

En cambio, mi padre se esforzaba por ser amable conmigo. Debería haber trabajado arduamente como mi padre lo hizo por mí.

Fui yo quien no estuvo a la altura de esa expectativa.

—... ... Hermano.

El día que me pegó mi padre, fui a visitar a mi hermano. Porque mi hermano mayor seguía siendo amable conmigo. Y sobre todo, mi hermano era una persona radiante.

Mi hermano me puso hielo en mis mejillas hinchadas, me abrazó y me dio palmaditas en la espalda. Era tan cálido y confortable. Naturalmente, siempre venía a visitar a mi hermano.

Al principio, sólo lo visitaba cuando tenía motivo, pero ahora lo hago todos los días. Porque sin mi hermano, estaba realmente sola.

—¿Roana?

—Hermano. ¿Puedo besarte?

* * *

Fue su movimiento el que despertó a la fuerza mi mente, que había estado empapada de viejos recuerdos.

A pesar de que puede hacerlo sin dolor, ahora se mueve intencionadamente de forma salvaje e intensa para evitar que piense en algo más.

—¡Oh, duele!

—Roana. No puedes pensar en otro bastardo que no sea yo mientras estamos teniendo sexo.

Me clavó los dientes en la nuca y apretó sus dientes con el impulso de morder la carne.

Las lágrimas brotaron en mis ojos automáticamente.

—¡Duele! ¡Hijo de puta!

—Ha... ... ¿duele? No parece doloroso en absoluto al ver tu fuerza para moverte, ¿verdad?

—¡Hey! Espera... ... si lo metes imprudentemente... ... !

Empujó su pene con la suficiente fuerza como para hacer un sonido de golpeo sin dudarlo. Su cuerpo temblaba impotente mientras se movía.

Levantó las uñas y se arañó la piel, pero no le dolió en absoluto. Quería ver cómo entornaba las cejas debido a que le gustaba aunque fuera un poco, pero su cara no era tan diferente a la de antes.

Por el contrario, era más incapaz que antes de que mis acciones acabaran de encender a este bastardo.

—¡Bastardo! ¡Duele!