ᴄʜᴇʀɴᴏʙʏʟ ᴍᴇ ᴀᴍᴀ

2: El pasado (II)

—¿Te he despertado?

—No. Me alegro de que hayas venido hoy.

Ed sonrió alegremente.

—Quizás... ...¿has esperado mucho?

—No, no he esperado mucho tiempo.

Se sentó junto a Ed. Se sentía más cómodo porque no era un amigo que conocí en la escuela aristocrática.

Tiendo a ocultar a menudo como era. Con Ed no se sentía tan incómodo. Así que me sentí a gusto. Tal vez sea porque soy yo quien ha dicho la verdad.

—Gracias a Dios. No has esperado mucho. Originalmente iba a venir antes, pero... ...me quedé dormida.

—Está bien. Me alegro de que hayas venido.

—tú... ... .

—¿Sí?

—¿Por qué no me dices tu nombre completo?

Me preguntaba. ¿De qué familia es hijo Ed?

—¿Huh?

Pero en lugar de responder a mi pregunta, Ed me agarró del hombro. Entonces mi cabeza se apoyó en el regazo de Ed.

—Roana. ¿Importa a qué familia pertenezco?

—... ... Pero tengo curiosidad.

—¿No podemos simplemente no saberlo como lo estamos haciendo?

—¿Tienes problemas si lo sé?

—En lugar de tener problemas... ... no quiero que me odies.

—¿Por qué te odiaría?

Parpadeé con ambos ojos. ¿Por qué asume que lo odiaría?

¿Tan mala imagen tengo?

Aunque tuviera un estatus inferior o su familia fuera inferior a la del ducado Agnes, no lo discriminaría. ¿Por qué tiene que ocultar su apellido?

Conociendo a su familia, habría podido ir a jugar a su casa. O invitarlo a la residencia del Duque Agnes.

—¿Parezco alguien que odiaría a alguien?

—... aunque no odies a nadie.

Ed se tragó las palabras de vuelta. Luego se acomodó el cabello detrás de la oreja.

—No me importa mientras no sea del Ducado Blake.

—... ... ¿Has visto alguna vez al duque en persona?

Sacudí la cabeza de izquierda a derecha. Nunca lo he visto, no conocía su nombre.

—No lo sé, nada.

—¿No sabes su nombre?

—Sí. De todas formas no voy a salir al mundo social... ... me preguntaba si era necesario memorizar los nombres de esos enemigos.

—... ... .

—Bueno... ... Si tienes el apellido Blake al final de tu nombre, me dirán que te maldiga y escupa.

—Oh, sí ... ... Usted es noble.

¿Está siendo sarcástico, verdad?

—¿Dónde está esa nobleza? ¡Si eres un noble, debes tener una dignidad noble! Es repugnante ser vulgar.

—¿Entonces te gusta la elegancia?

—Sí. ¡Ser elegante y distinguido es ser noble!

—Bueno ... sí.