"Jack Ripper dice:...".

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La clase estaba aburrida pero, ¿Qué clase no lo era?
Aunque considerando que era la última de la semana, los estudiantes estaban dispuestos a soportar las dos horas de discurso que era lo que duraba cuando lo exponía el profesor de filosofía. De todas formas, dentro del salón, entre los que prestaban atención (o lo fingían) había algunos que abiertamente hacían la excepción; o dormían sobre sus pupitres despreocupados de si el profesor los veía o no, o mandaban mensajes de texto, o los que hablaban entre ellos, o el que al menos fingía tomar apuntes cuando en realidad garabateaba un dibujo del emblema de su banda favorita.

Pero Brenda Medina no era uno de ellos; la chica se había esforzado mucho para conseguir la beca en aquella universidad con la que siempre soñó desde que la oyó nombrar en televisión. Ella es de la clase de personas que muchos envidiarían por haber conseguido un lugar en Oxford, la universidad más famosa de Inglaterra. No todos llegan ahí, y menos con la suerte que tuvo Brenda al quedar seleccionada. El idioma tampoco fue un problema, siempre desde que comenzó la secundaria en Argentina había conseguido excelentes notas en inglés, sabiendo por instinto que le iba a ser muy útil en el futuro.

Envió solicitudes, formularios, peticiones, datos; todo lo necesario para recibir una respuesta de Inglaterra.

Cuando finalmente llegó la carta con la solicitud aceptada, no esperó mucho para tomarse el primer avión hacia la famosa nación de los rígidos soldados que nadie jamás logra hacer sonreír. Así que sin pena ni gloria, Brenda estaba ahí y tenía que corresponder a la beca de alguna manera.

Sonó la campana, nadie esperó a que el profesor diera algún comentario final o se despidiera, simplemente tomaron sus cosas y comenzaron a abandonar el lugar. Brenda siguió a su compañera y amiga Ashley con quien compartía habitación en el instituto.

Había hecho muchos amigos, pero aunque casi ni conservaba rastros del acento sudamericano, seguían llamándola «la chica argentina». En el pasillo lleno de estudiantes, Ashley le comentó.

-Voy a necesitar de tus apuntes, no tomé nota de nada.

-¿Por qué piensas que yo sí lo hice?

-Vamos Bren, jamás me fallas, sos la mejor del curso y la que se empeña más en tomar notas. Jamás te niegas a pasármelas.

-Bien, bien, más tarde te las paso -Brenda sonrió-. Odio cuando me manipulas.

-Te conozco desde hace dos años, sé cómo persuadirte -Miró su reloj-. ¡Ay no!, tengo que apurarme para llegar a tiempo a encontrarme con Chad.

-¿A dónde van a ir esta vez?

-Donde sea que vayamos, vos también venís.

-No, esta vez no. Tengo que terminar de pasar un informe para presentarlo.

-¿Estás loca? Es viernes. Tienes que salir y distraerte de vez en cuando, te vas a fundir el cerebro de tanto estudiar.

-Siempre que postergo las cosas termino en apuros, es mejor sacármelo de encima de una vez.

La radio del edificio las interrumpió para hacer un anuncio: «Hoy se cumplen 124 años desde que el famoso asesino en serie Jack el Destripador burló a la policía inglesa después de cometer sus cinco aberrantes homicidios...».

-¿Te fijas lo que están anunciando? -murmuró Ashley-. Pareciera que celebrasen una fecha patria -agregó con sarcasmo-. Pero volviendo al tema -Brenda la silenció con la mirada-... ¿no voy a convencerte?

-No, con esto no, perdonáme. Pero te prometo que si llego a terminar antes los alcanzo.

-Bien -dijo Ashley, decepcionada-, después te mando un mensaje de texto para avisarte en dónde estamos.

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