"Sangre."
Camino rozando el muro con las yemas de mis dedos, hace dieciocho años que el nos separa del caos que hay afuera. Ellos lanzaron sus bombas mientras yo estaba en el vientre de mi madre.
Camino por la periferia precavido, la madera corroída de las casas de la periferia se rompen bajo mis botas de soldado.Soldado.
A penas tenia diez años cuando me obligaron a ser un soldado, pero eso es lo que pasa si eres huérfano.
Quito la mano del muro y me doy cuenta de que se ha ensuciado mucho, el muro esta cubierto por cenizas de las casas que quemaron hace un tiempo. Nadie se quiere acercar a el. Por eso me gusta venir, para estar solo.
Me dirijo a lo que queda de una casa y subo por la vieja estructura de la ventana, es vieja, pero no lo suficiente para caerse a pedazos.
Llego al techo y miro a lo lejos mi ciudad, Metrópolis.
Es la colonia más grande y segura del mundo. Adelante tengo la presidencia, que se levanta como una mole de metal, cristal y cemento. Al lado de ella esta el recinto, donde me entrenan para poder salir de los muros y luchar contra lo que sea que esté afuera, aunque deberían entrenarme para pelear con mis propios fantasmas.
Me doy la vuelta lentamente, teniendo miedo de que el techo de la casa se rompa y caiga al suelo, tras de mí, esta el muro.
Una extensión muy larga y alta, tan alta como lo era la muralla china, antes de que la derribaran para crear estos muros que nos tratan de mantener salvo.
Estar aquí dentro no es algo que se pueda envidiar, puesto que te obligan a ser un soldado o de lo contrario se niegan a darte manutención.
Estar afuera significa la muerte segura, puesto que los metamorfos acechan en cada punto del bosque.
No se puede salir de los muros a menos que se tenga un rango alto en la subdivisión. Y yo cumpliré dieciocho años dentro de una semana, lo que significa que saldré dentro de un mes.Pero ese no es mi problema.
Mi problema es que yo soy metamorfo.He vivido escondido todo este tiempo. La gente no sabe que soy metamorfo, ya que para mi es posible lograr un buen camuflaje, aunque aun me cueste un poco controlarlo.
No se mucho de la vida que mi familia solía llevar, ya que no la conocí, solo tengo una vieja y corroída fotografía de mis padres. Mi madre murió en el parto, mientras que mi padre... en realidad no se que ocurrió con el. Pero se que ambos tenían un buen puesto en el CPEB (Centro de Pruebas Experimentales Biológicas).
Aquí tengo familia, el profesor Marc Daniels es como mi padre, y Carla es mi amiga, la única, a la que con mucho cuidado trato de mantener, ya que no soy muy bueno con las relaciones.
Carla es una niña miedosa, o por lo menos es lo que trata de aparentar. Esta junto conmigo en la subdivisión.
- ¡La subdivisión! - exclamo, miro la hora en el lector que tengo en el antebrazo que he ganado por mi esfuerzo.
Voy tarde, espero que el general Marshall no me reprima de nuevo. Salto y caigo con dificultad en una puerta partiéndola en dos. Las astillas salen disparadas en todos los sentidos y yo recupero el equilibrio para emprender mi carrera.
Corro a toda prisa sin mirar por donde piso, piso una muñeca de trapo por accidente y ésta suelta un "te quiero mami". Salto del susto, me repongo y sigo mi carrera. A tres metros veo a Carla usando el lector que le han dado ayer, está fascinada.
- ¡Vamos tarde! - le grito cuando paso por su lado.
Ella corre a mi lado y vemos pasar las viviendas a nuestros costados. Ya estamos cerca, faltan tres manzanas para llegar a la entrada. Los músculos me queman, la adrenalina me pasa por todo el cuerpo y no puedo aguantarme la carcajada. Carla también se ríe, aunque no se por que.
Llegamos a la puerta del recinto, que es de madera y muy alta, al parecer la única puerta de madera que queda, y la única a la que le dan mantenimiento. Bajamos la velocidad y justo cuando pongo un pie en la entrada, el general Marshall me jala del hombro y empujo a Carla para que solo me regañe a mí.
- ¿Ya viste la hora? - pregunta con el ceño fruncido, su mueca habitual, siempre luce enojado.
- Lo siento, señor. - digo mientras pongo la espalda rígida y mis manos entrelazadas en mi espalda.
- Disculpa denegada, cabo Reynolds. Esto no se lo permitiré de nuevo. - me amenaza, y deja la mirada en mi, aunque yo este mirando hacia el frente sin verlo de frente. Aquí si miras al general directo a los ojos, es porque estas deseando tu muerte. - Vaya a clase.
Entro al recinto y miro mi horario en el lector, la primera hora es de Historia de la Guerra, aunque para mi no es más que puras mentiras, no se puede llamar guerra si no dejas que las personas se defiendan.
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METAMORFO.
Science FictionEl virus se propaga. La guerra es algo que no termina. Amor. Odio. Rencor. Deseo. Miedo. Enojo. Y ningún sentimiento de esos importa en éste mundo.