Capítulo 3. (Axel's POV)

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"El escape".

Carla sigue acostada en el sillón, y yo no puedo dormir, o más bien no quiero dormir. Carla tiene el veneno corriendo por las venas, y me preocupa. Estando dormida en ese sillón puedo ver sus facciones relajadas, y sigue siendo la misma niña de la que me enamoré.

La primera vez que la vi, lllevaba puesto el uniforme de soldado y tenía miedo de todo, yo solo quería cuidarla y defenderla de todo.

La casa está a oscuras, y se escucha el toque de queda.

Esta oscuridad me recuerda la historia de los días de penumbra que Marc me contaba hace tiempo, antes de dormir.

Los días de penumbra fueron terribles, mucho peores que los que vinieron después. Primero, la contaminación vivía entre los humanos como algo normal, como si nada importará. Todo el mundo estaba tan ocupado en sus cosas que ya ni siquiera miraban al cielo, en el cual las nubes oscuras, llenas de perdición, acechaban.

Entonces cayó la primera gota de lluvia acida, justo en el craneo de un hombre, el acido comió rápidamente la piel y después el hueso, dentro de un instante pasó todo.

Los llamaron días de penumbra, por que las lluvias no cesaron por quince días completos, y los humanos tuvieron que ser obligados a vivir bajo tierra, en unos bunkers que estaban destinados a salvaguardar la vida de las personas en caso de un ataque nuclear, sin embargo, ahí no termina la historia.

Carla se da la vuelta en el sillón y yo me comienzo a rascar la nuca, no tengo idea de que es lo que voy a hacer mañana. Pero sin duda si se algo, tenemos cinco días para suministrarle el sintetizador a Carla, o de lo contrario, será una metamorfa y la perderé para siempre.

Su rostro redondo era hermoso, y su cabello negro desenmarañado me gustaba, sus ojos negros, su sonrisa, su nariz, sus pómulos, sus dientes... ¿En que estoy pensando? Es como una hermana para mí. Y ella jamás podría verme de la misma manera.

>> Axel, no seas estúpido y piensa lo que estás haciendo. <<

***

Suena la alarma de mi lector y hace que salte del sillón, Carla esta despierta, pero no es ella, tiene la vista perdida en sus zapatos, y mira hacia ellos sin siquiera percatarse de mis movimientos.

- ¿Carla? - la llamo.

Ella no contesta, esta respirando muy fuerte, y en cada respiración su espalda sube y baja con violencia. Me acerco un poco a ella y sigue viendo a sus zapatos.

- ¿Carla? - le digo en un susurro que ni yo alcanzo a escuchar.

Carla levanta la vista y me mira, sus ojos son gris claro, su cabello empieza a tornarse blanco, su piel parece marfil. Y todos los rastros de Carla desaparecen.

Entonces se que nada irá bien, Carla se lleva una mano a la garganta y se lo que esto significa. De pronto Carla lanza una mano a mi cuello y lo aprieta con fuerza, el aire comienza a faltarme, todo se ve borroso y temo que me desmayaré.

Ella quita su mano con brusquedad, y lanza una mordida, la esquivo. Carla lanza un golpe y ambos caemos en la mesa de cristal, los cristales se me incrustan en la piel de la espalda, y suelto un alarido al sentir uno que me molesta al moverme, temo pensar que esta en mis vértebras.

Carla se lanza otra vez contra mi cuello y esta vez acierta, el dolor es insoportable, y sentirlo ya no hace que me controle. Entonces le suelto un golpe en el abdomen, ella me suelta y se aleja. Me levanto tras ella y le suelto otro golpe en el mismo punto. Cae en el sillón y se queda ahí como por tres minutos, inmóvil.

METAMORFO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora