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Prólogo

Aquella mujer de cabello largo y sedoso de color platinado y ojos grises brillantes era atendida por sus dos damas de compañía, las mismas que cuidaban con gran esmero su apariencia. Sin embargo, hoy se veían inusualmente nerviosas y Rashta podía entenderlo.

Los rumores también habían llegado a sus oídos.

━ ¿No está nerviosa, Duquesa? ━ Pregunta finalmente una de las damas de compañían que la atendían 

Rashta la observa y con una pequeña sonrisa niega. No lo estaba, no tenía caso estarlo.

━ Los rumores fueron muy claros, mi señora. Todos ellos decían lo mismo: un posible divorcio entre la emperatriz y el emperador ━ Comenta la otra dama de cabello negro y ojos marrones peinando el cabello platinado de la contraria

━ ¡Y eso no es lo peor! Algunos ya empiezan a comentar de que seguramente la emperatriz pida apoyo a la gran familia ducal. ¡Qué gente tan descarada! ━ Exclama la primera dama que habló, una joven de cabello castaño oscuro ━ Como sea, no tiene nada de que preocuparse. Su Excelencia no es ese tipo de persona ━ Finaliza para luego continuar con su labor

Rastha aprieta los labios pensando en la situación, muy en el fondo estaba aterrada. Celestia se lo dijo y era algo que todos tenían en claro, en cuestión de atributos nobles Navier era superior a ella por mucho.

El divorcio de los soberanos solo empeoraba su ansiedad, no podía permitir que Navier se acercara a su esposo. Le habían enseñado que en la nobleza las mujeres hermosas que no tenían un alto estatus eran marginadas y ella también lo había vivido en carne propio. Pese a ser la hija de un duque su reputación iba a caer una vez que dejara de ser emperatriz.

En Oriente solo Tristan podía tener una posición tan alta que ni el mismo emperador se atrevía a retar. Si Navier se iba a divorciar trataría de buscar una solución que asegurara un estatus alto, ¿cómo podía saberlo? Todo era gracias a Celestia, era ella quien la estaba guiando en sus pasos e igual era su mayor confidente.

Había luchado tanto por llegar hasta donde estaba, no permitiría que alguien pudiese quitarle lo que se convirtió en suyo.

Rashta baja las escaleras con lentitud y ya al estar al pie de estas, levanta su vestido para luego correr a la entrada, era un hábito que no podía quitarse ni aunque quisiera. Los sirvientes que igual recibían a su señor sólo observaron la escena, ya estaban acostumbrados a la actitud infantil de la Gran Duquesa en presencia del rubio.

━ ¡Su Excelencia! ━ Exclama Rashta con una gran sonrisa lanzándose a los brazos del mencionado

Tristan corresponde a su abrazo con una sonrisa de lado. A sus ojos ella seguía siendo la misma joven entusiasta que cuando llegó al gran ducado por primera vez y Rashta sabía eso, por lo que lo aprovechaba.

━ Rashta, ¿qué tal todo? ¿Pasó algo en mi ausencia? ━ Cuestiona Tristan con una sonrisa sosteniendo la barbilla de la mencionada

━ Nada pasó, Su Excelencia. Está todo bien ━ Miente con una sonrisa y el rubio asiente

Entonces entrelazando sus brazos ambos se dirigen a la sala principal, ahí empiezan a ser atendiendo por los sirvientes los cuales decidieron colocar té y bocadillos.

━ Rashta, sé que has escuchado los rumores ━ Comenta Tristan viendo a la albina detenerse

━ ¿Se refiere a si le brindará apoyo a la emperatriz? ¡Estoy bien con eso, sé que Su Excelencia me ama! ━ Expresa Rashta con una sonrisa mientras volvía a comer

Tristan suelta un suspiro de alivio para sus adentros, le preocupaba como iba a reaccionar Rashta al respecto. Navier era su amiga, no se sentía cómodo dejándola ahora que enfrentaba un problema.

━ Su Excelencia debería probar esto. ¡Está delicioso! ━ Exclama la albina probando una de las tartas de chocolate con fresas

Tristan suelta una risa acercándose a probar el postre con ayuda de Rashta.

El tema anterior parecía haberse disipado con el aire.

Un mini adelanto del futuro y de la vida de Rashta como Gran Duquesa.