Capitulo 14 "La sombra"

137 10 10
                                    

Él los observa con detenimiento mientras su corazón late con fuerza en su pecho, no debería estar allí y sin embargo, aquí lo tenemos: oculto tras el robusto tronco de un viejo Arce en la distancia, observando con atención y algo de tristeza como la chica de cabello castaño y el muchacho se acercan cada vez más. La escena le parece conocida, esta seguro que ya la ha visto antes ¿pero cuando?
Ahora lo recuerda, recuerda ese sofocante día en mitad de la tormentosa guerra de los reinos. Un hada de cabellos rubios casi blancos y un hechicero de mirada feroz se tomaban de las manos en vez de pelear entre ellos. La insólita escena le había parecido una fantasía disparatada efecto de una maltrecha mente. Pensó que su cabeza le empezaba a jugar bromas como consecuencia de la pesada culpa con la que cargaba y es que habían pasado meses, aunque él sentía que eran siglos, desde que cortó el cuello de aquel hechicero con su espada a mitad de la noche. En aquel momento se dio cuenta que no podría seguir haciendo aquello que tiempo atrás le pareció correcto, se dio cuenta de que era diferente. Y la idea lo aterrorizó.
Regresando al presente después de su recuerdo le dirige una mirada a la muchacha ataviada con una bufanda y las mejillas encendidas por el frío, escucha con atención frunciendo las cejas, un gesto que suele hacer cuando se concentra y empieza a compararla con el hada de cabellos pálidos.
Ella parece tan inocente, le recuerda a su madre: delicada y a la vez tan fuerte. Se pregunta que estará pensando. Tal vez no quiera saberlo.
El joven se acerca más a ella y él siente como le hierve la sangre. Si no supiera que aquel sujeto la esta manteniendo a salvo mejor de lo que el podría haberlo hecho, ya le habría pateado las bolas por el simple hecho de estar demasiado cerca de ella.
Entonces ella lo ve.
El se oculta entre las sombras, pero ya es tarde; Le ha visto.
Maldiciendo su torpeza y se interna más en el frío refugio que le provee la oscuridad.
-Fuego mágico -susurra él con asombro y miedo cuando una de las flamas pasa por enfrente sin reparar en su presencia.
Le agradece en silencio a Melina su continúa insistencia de no usar ni un hechizo mágico, su mortal y frágil cuerpo parece suficiente protección para el peligro que representan esas llamas azules.
Espera a que la pareja de jóvenes se aleje antes de seguirlos.
Antes de llegar al risco aparece una mujer, materializandose de la nada y envuelta con una nube de humo apestoso a azufre. Sus ojos son completamente negros, parecen dos cavidades huecas en su rostro de percelana. Su sonrisa tiene ese tinte psicótico y macabro tan típico de los de su especie, tan único de los que pertenecen a las sombras, los oscuros.
-¿Qué quieres? -pregunta él en tono seco y con la mirada dura, su mandíbula está tensa, tal vez debería parecer más relajado y así no levantaría sospechas pero poco le importa en este momento. La visión de esa mujer le altera y hace que los recuerdos que tanto ha luchado por mantener encerrados en un rincón oscuro lo golpeen con la fuerza inclemente de un tsunami.
Los ojos negros se clavan en el con fijeza y la sonrisa se esfuma.
-Vaya. No pareces muy contento de verme otra vez... ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿16 años? ¿Casi 17? -ella camina a su alrededor, su estilo felino lo hace sentir incómodo pero se esfuerza por no demostrarlo.
-¿Qué es lo que quieres? -repite haciendo énfasis en cada una de las palabras.
-Tu sabes bien lo que quiero, Nicolás -Susurra detrás de él pegada a su oreja. La voz de Else causa un efecto perturbador en su cuerpo, le parece absurdo que ella aún pueda hacer eso en él aunque hayan pasado años.
Se separa de ella y voltea para tenerla frente a frente.
-No cuentes conmigo para esto, Else -la mirada dura no ha desaparecido y el rostro en blanco de la única persona que ha querido tanto como el sonido de su nombre al ser pronunciado por los labios del traidor hace que la emperatriz de las sombras se estremezca. Sin querer recuerda como eran las cosas antes y siente un aguijonazo en el pecho, ¿cómo fue que las cosas acabaron tan mal? Ambos saben la respuesta.
-Has elegido mal y estoy dispuesta a perdonarte, sólo si te pones de mi lado -Declara Else con tono condescendiente tratando de convencer a Nicolás de que acepte su propuesta.
Si le hubiese ofrecido eso diecisiete años antes, con toda seguridad habría aceptado, tal vez incluso la habría besado y cargado en el aire.
Pero las cosas cambian. Él ya no es el mismo chico impresionable que cree en todo lo que le dicen. Ha crecido y es diferente, se ha casado con alguien que no tiene ansias de causar muerte y destrucción solo para llegar al poder. Melina había aparecido en el momento justo y juntos habían criado a una estupenda hija.
Definitivamente las cosas no son como eran antes y el no caerá en las redes de un pasado que promete falsa felicidad.
-Por tentadora que suene tu oferta -miente-. No pienso aceptarla.
Nicolás se empieza a alejar, ya no seguirá a los jóvenes, no con Else merodeando por ahí, sólo los pondría en peligro.
Por su parte la emperatriz se permite soltar una lágrima, una única muestra de las emociones que ha guardado con tanta fuerza en su interior y que ahora ya no sirven de nada.
Se limpia la mejilla y se maldice por ser tan débil, no debe mostrar sentimientos por alguien que no vale la pena. Un traidor, ni más ni menos.
Se regaña por haber salido en su búsqueda apenas sintió su inconfundible esencia en los alrededores, una escénica que ni siquiera el cuerpo humano que ahora posee puede ocultar.
En cuanto él ya no está cerca murmura una promesa:
-Volverás.
Después desaparece de la misma forma que ha llegado, ahora con la determinación de que sus planes necesitarán apresurarse más. Aquella idea hace volver su sonrisa.

SomedayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora