CAPÍTULO 2: ...

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Leah se despertó, eran las dos de la tarde, así que comió, y se vistió para ir al gimnasio, pero de mujeres, dado que odiaba el contacto masculino sino era el de su novio, el resto hacía que le diera ansiedad, después de lo que le pasó a los 19, no quería saber mucho de los hombres.

No obstante, cuando llegó al gimnasio se encontró una nota en la puerta:


"Debido a problemas de cañerías, nos vemos obligados a cerrar temporalmente. Estén atentas para un nuevo aviso, y mientras el problema perdure tienen a su disposición el gimnasio "Air gym" dos calles más abajo y afiliado al nuestro, por lo que podrán entrar sin  problemas. Disculpen las molestias."


"Mierda" pensó, tenía que ir al gimnasio sí o sí, por desgracia, el sitio donde trabajaba exigía una buena forma física, eran tan superficiales que sino podría perder su empleo, por lo que no le quedó otro remedio que ir.

Solo entrar ya le molestó el exhibicionismo de algunos hombres, y por desgracia en ese momento habían pocas mujeres.

 Después de correr un rato quiso ir a hacer unas pesas, pero con poco peso, dado que tampoco quería coger musculatura en los brazos, así que intentó quitar algunas piezas de bastantes kg que habían en la única pesa libre, pero no podía, por lo que un chico la intentó ayudar y sin querer al pasar la rozó un poco, cosa que provocó una reacción de rechazo en Leah, quien se apartó cabizbaja de él hasta que el chico decidió marcharse asombrado por la extraña reacción.

Como no podía quitar los pesos y no se veía con corazón de buscar ayuda decidió hacer las pesas tal cual estaban, y tonta de ella, porque como ya había comprobado anteriormente era demasiado peso para ella, así que en cuanto consiguió cogerlas, un par de levantamientos hicieron que no le quedaran fuerzas ni para dejar la pesa en su sitio, pero por suerte alguien la ayudó y la dejó en su sitio.


- Gracias — dijo Leah a un chico con unos ojos preciosos, expresivos y llenos de alegría, con una sonrisa que brillaba por sí sola, inspiraba bastante confianza, "es como un osito gigante de peluche" pensó ella al verlo.


- De nada, por cierto mi nombre es Nichkhun - dijo sonriendo con los ojos, lo que le pareció adorable a Leah, con mucha agilidad le ayudó a quitar los pesos y siguió con su entrenamiento, cuando ella acabó con su entrenamiento se fue a duchar.

Saliendo del gimnasio volvió a encontrarse al chico de ojos dulces, no entendía por qué, este chico no le daba desconfianza, quiso agradecerle su ayuda pero cuando se acercó noto que estaba muy ocupado hablando por teléfono, por lo tanto, prefirió no molestar, además debía descansar y luego ir a trabajar como todas las noches.


Llegó a su casa, comió, hizo las tareas y se preparó para ir a trabajar, sin embargo salió una hora antes porque tenía que devolverle la cartera a ese tal Jang Wooyoung.

Volvió a mirar la dirección en su DNI y se dirigió hacia allí. Era una casa bastante protegida, elegante, y estaba cerrada, por lo que no podía ir a la puerta principal a tocar el timbre, así que llamó por el portero automático una, dos, tres y hasta seis veces, pero nadie contestaba. "Vaya, no hay nadie, entonces dejaré la cartera en la discoteca y si viene a buscarla ya se la darán". Siguió su camino hacia el trabajo, al lado había una cafetería así que se pararía a tomar al lado hasta que llegara la hora de entrar, pero de todos modos cambió de camino para que fuera un poco más largo y así tardar más, sin embargo, lo que no se esperaba al cambiar la ruta era la sorpresa que se iba a llevar.

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