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El rubor escaló lacónicamente por sus mofletes, como un arrullo fugaz de estrellas, acariciando su piel tersa, como si apenas hubiera recibido una tímida pincelada carmín.

Muy al contrario de lo que sucedía internamente, pues el tórrido revoltijo que se precipitó en su vientre burbujeó como la espuma de las olas chocando en la costa.

Ni siquiera entendía porque, aquel simple honorífico había sonado tan malditamente bien saliendo de los belfos ajenos.

Quizá fue el tono que el menor utilizó, pues la voz ronca de Yoongi causaba repercusiones que no quería admitir, o tal vez fue la sonrisa ladina, o el aire de coqueteo o probablemente simplemente  fueron aquellos dedos cerniendose en su cintura desnuda por debajo de su hoddie.

Y es que su cuerpo reaccionaba de inmediato de forma positiva al contacto que solo podía estremecerse por lo bien que se sentía.

Posiblemente estaba siendo demasiado tonto, porque Yoongi era un extraño, y lo primero que debió hacer fue sacarlo a patadas de su casa, pero no, ahí estaba solo esperando.

—Si... soy mayor— idiota, idiota,idiota.

—Uhm— murmuró apenas, deslizando su nariz por la mandíbula del mayor, causándole cosquillas a lo que Jimin solo pudo cerrar los ojos, por la bruma que crecía en su interior.

—¿Es malo?— ¿podría dejar de hacer el ridículo?

—No— contestó y Jimin cree que pudo escuchar una risilla con su corta respuesta cuando agregó — me encanta.

No supo en qué momento ladeo su cabeza para que el menor pudiera acceder mejor a su cuello, incluso si solo paseaba sus labios sin tocarlo realmente, no quería perder la sensación

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No supo en qué momento ladeo su cabeza para que el menor pudiera acceder mejor a su cuello, incluso si solo paseaba sus labios sin tocarlo realmente, no quería perder la sensación.

Y es que Yoongi parecía presionar todos los botones correctos que lo empujaban a buscar más.

Quería llevar sus propias manos sobre los bien definidos hombros de Yoongi, por su ancha espalda, descubrir la textura de su abdomen, probar sus labios delgados... y dejarse probar...

Pero nuevamente, la pequeña vocecilla en su cabeza, hizo acto de presencia, convenientemente, pues a pesar de que el resto de su cuerpo se negaba a escucharla, porque todo estremecía su piel jodidamente bien, una mínima parte de su conciencia, alcanzó a oírle, muy apenas...

No lo conoces, es menor que tú.

Su mente repitió un millón de veces aquellas dos frases, con la esperanza de detenerlo, pero no funcionaba, ni siquiera cuando el menor le empujó contra la encimera de la sala, ni mucho menos cuando le subió a ella para poder acceder fácilmente a sus piernas.

Y es que el roce de sus cuerpos elevó su temperatura a una velocidad que ni él mismo reconocía.

Las cosas subieron de nivel rápidamente, cuando el menor tomó la bastilla de la hoddie holgada y la sacó de su camino, pues era un obstáculo en su objetivo.

Virgen A Los 30  | Yoonmin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora