No podía detenerse, sus dedos se movían rápidamente sobre el teclado, en una sinfonía infinita, en el silencio sepulcral de su habitación.
Había estado en su trance así por dos días seguidos, ni siquiera salió en su sagrado fin de semana, prefirió quedarse en casa consumiendo comida chatarra sin salir de su recámara.
Tenía mucho tiempo sin hacerlo, por lo que, cuando las palabras llegaban a su mente no quería detenerlos, por ello, se quedó frente a su ordenador por horas hasta que la tortícolis hizo de las suyas.
No tuvo la necesidad de colocarse los auriculares y escuchar nuevamente a Zayn para inspirarse, pues las ideas venían por si solas a su cabeza, guíando sus manos por sobre las letras blancas.
Es que solo tenía que rebobinar los recuerdos de hace dos días para poder describir a la perfección cada escena, cada sonido, cada sensación... porque seguían latentes en su piel, como el fantasma de una caricia persistente.
Y era cómico, si lo pensaba, porque Yoongi ni siquiera le besó, pero su cuerpo respondió tan bien a la electricidad que emanaba al percibir al menor cerca, que sólo imaginarse realmente haciéndolo, le provocaba un temblor en las piernas.
Era inercia o la gravedad, empujándolo, direccionándolo hacia Yoongi, como si no existiera otro camino, como si solo pudiera ir hacia él.
Como si su piel solo pudiera incendiarse bajo su tacto...
Negó varias veces, tratando de sacar ese absurdo pensamiento de su cabeza y concentrarse en escribir, pero no importaba que, siempre volvía a él.
La forma en que sus largos dedos encajaban a la perfección en sus muslos, en como su voz grave chocaba contra sus oídos erizando su piel, en como el magnetismo recorrió sus venas causando un frenesí adverso...
Mierda. Estaba acabado. No podía ponerse en esa situación, era una locura.
Frustrado, restregó las palmas de sus manos en su cara, sin ningún tipo de cuidado y dejó caer su cabeza sobre el teclado.
¿Cómo pudo ceder así? ¿Cómo le dejó llegar tan lejos? ¿Por qué se sentía así?
Es que eso no era lo peor, porque le dio mil vueltas al asunto, lo peor era, que se quedó esperando por más y Yoongi no había aparecido y no sabía como contactarlo, aunque no lo haría aún si tuviera su número.
Pero en el fondo, quería que Yoongi lo hiciera.
Era estúpido, quizá para el menor fue algo momentáneo, algo que dejar atrás apenas conociera a alguien más, tal vez alguien mejor o con más experiencia.
A ciencia cierta era algo muy común para él, porque cuando los chicos con los que salía no obtenían lo querían lo botaban de inmediato como si fuera nada, le sucedió ya más de una vez y a pesar de que no quería admitirlo, si le dolía.
Se quedó tumbado así por lo que parecía una eternidad, hasta que escuchó su timbre retumbar en las paredes de su ya silenciosa y lúgubre casa.
Seguro era su cena, así que miró su móvil encontrando que efectivamente era el servicio de delivering.
Con cansancio se dirigió a su puerta cuando su estómago rugió en protesta por el hambre que lo abrumaba, paso por su sala, tratando de evitar hacer contacto con la encimera.
Era una actitud infantil, pero le funcionaba, o eso quería hacerse creer.
Quitó la cerradura y salió por su paquete, encontrándolo del otro lado del pasillo.
Suspiró porque odiaba hacer tareas de más, y agacharse le suponía un gasto extra de energía, así que, sin poder evitarlo se colocó en cuclillas para recoger la bolsa plástica.
Verificó que su pedido fuera correcto y se giró de vuelta a su departamento, pero justo cuando iba a dar un paso dentro, unos brazos fuertes aprehesaron su cintura en un abrazo perezoso.
Sintió la respiración del contrario chocar en su nuca y el perfume masculino inundar sus sentidos.
—Hola— dijo entonces con su voz baja, como un murmullo, y eso fue suficiente para crispar su piel. Yoongi paseo su nariz por el cabello oscuro de Jimin para luego deslizarse por su nuca.
—Ho-la— respondió en un tartamudeo torpe, cerrando los ojos.
Yoongi les guió dentro del departamento, sin soltar al mayor, y le ayudó a dejar sus compras a un lado, porque le estorbaban.
—Lamento que el otro día nos interrumpieran— habló Yoongi mordiendo levemente el lóbulo de su oreja, mientras sus manos encontraban su camino debajo de la camisa holgada de Jimin— me moría de ganas por volver a verte.
Jimin no respondió, sin embargo, permitió que aquellos dígitos escalaran ágilmente por su torso, debatiéndose si era buena idea girarse o no, mientras trataba de regular su pesada respiración.
Y como si el menor tuviera poderes telepáticos, o algo parecido, giró a Jimin para poder encararlo, porque le encantaba ver como reaccionaba ante su toque y lo empujó contra el sofá delante suyo.
Jimin no se quejo, al contrario, estaba bien para él sentirse así, acorralado, le gustaba.
—Lo siento, eres tan lindo que no lo pude resistir— farfulló, cuando sus orbes se conectaron.
Las mejillas de Jimin se encendieron y el color viajo hasta sus orejas. Poco a poco fueron descendiendo hasta caer completamente sobre la mullida superficie del sillón.
Jimin debajo suyo, solo observando, como esperando cualquier cosa.
Yoongi se detuvó por un breve instante, pues quería grabarse a fuego lento la imagen candente del mayor, así, con su cabello cayendo descuidadamente, su playera holgada descolocada, permitiendo a la tostada piel de su abdomen y clavícula mostrarse, con sus piernas tersas descubiertas por el pantalón corto, todo, quería fotografiar ese momento, porque nunca había visto algo similar.
—Yoongi— le llamó, con la necesidad latente corriendo por su cuerpo.
—¿Si?— inquirió con su típica sonrisa ladeada, acercándose solo un poco, dejando sus labios a escasos milímetros de la boca ajena, paseandose por ellos, las mejillas y su mandíbula con una parsimonia envidiable, mientras sostenía su peso a los costados de Jimin.
Pero Jimin no quería eso, la piel le quemaba, necesitaba más, así que, tal vez sin pensarlo, las palabras abandonaron su boca cuando su cuerpo dejó de lado el raciocinio y atendió las exigencias que rogaban por atención.
—Bésame, bésame ya— demandó.
Y bueno ¿Quién era Yoongi para negarse?
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Virgen A Los 30 | Yoonmin |
RomanceJimin a sus 30 años, es un escritor de fic's de contenido +18 bastante popular, pero lo que nadie sabe es que solo es un virgen sin nada de experiencia. Pero pronto todo cambiaría, con la llegada de su nuevo vecino,mucho más joven que él... Y quizá...