El camino por la carretera fluía como pequeñas gotas de lluvia luego de una intensa tormenta. Los caminos fueron pasando desde la ciudad, pueblos que recién se descubrirían, paradas en tiendas de autoservicio y el intenso color gris oscuro con franjas amarillas que marcaban la ruta por seguir. Hace tiempo que había dejado de contar las rayas color amarillo pollo que pasaban, las náuseas crecían a medida que aumentaba la velocidad.
El chico dejó de ver el atardecer que se nacía arriba de ellos. Un nuevo lugar, un nuevo hogar del cual huir después.
Posó su mirada aburrida en el aparato que tenía bajo sus pies, este aún marcaba las cuatro rayas azules de las siete que debía tener. Era ingenioso que alguien como su nueva hermana adoptiva pudiera crear y mejorar algo así. Luego buscó la cabeza de oso bajo la manta, la quito con cuidado para no despertarlo; aún tenía sus párpados cerrados en señal que todavía dormía. Era bueno en realidad.
Resopló cansado y fastidiado de estar sentado atrás del asiento del piloto. Con cuidado bajó sus pies, tenía miedo de estropear la batería que cargaba a Freddy. No quería pasar otras dos o tres horas escondidos en una parada hasta que ella lo arreglara. "Es malo interrumpir los ciclos", le dijo una de esas veces cuando le daba mantenimiento a la pesada pila azul, "las celdas de la batería se dañan, no dejan que cumpla su objetivo y mientras más tiempo interrumpas su ciclo, la batería durará menos y se descargará más rápido en un determinado tiempo". Fue un duro trabajo transformar ese idioma adulto en palabras para un niño de doce años. Se paró un poco hasta que su barbilla descanso en el áspero respaldo del asiento.
La muchacha rubia miró hacia arriba sintiendo la respiración cansada del niño. Manejó más despacio sabiendo lo que haría el niño a continuación, más que por costumbre a que por casualidad lamentablemente. Pensó de nuevo, si mantendría otra de sus conversaciones con el chico bajaría la velocidad a la que iba. No arriesgaría a su hermanito por otra charla casual.
—Que bufes durante un rato no hará que lleguemos más rápido, siéntate bien Gregory —le dijo Vanessa, adoptando un tono demandante. No era que estuviera molesta o harta, solo que el chico hacía todo lo contrario a lo que le pedían. Escuchó como refunfuñaba de mala gana mientras el peso en su asiento desaparecía—. No te sientas así, espera un poco más y dejaré que te sientes al lado mío hasta que amanezca, ¿qué te parece? —su tono neutral fue cambiado a uno más cariñoso, en una forma de apaciguar los nervios del niño.
—Eso dijiste la última vez —contestó sin fuerza en cada vocal.
Vanessa no volvió a decirle otra palabra. No quería que el chico se sintiera peor más de lo que ya se sentía.
Pasaron las horas y el manto de la noche se ancló sobre el cielo con chispas blancas, rojizas y azules brillando con debilidad o fulgor sobre este. Tuvo que encender las luces altas por la densa oscuridad que había en la carretera, un largo desierto se extendía por todo el camino. Hacia una hora que no pasaban por una tienda de auto servicio.
Gregory descansaba sobre todo el asiento de atrás, abrazaba la cabeza del animatrónico como si fuera su posesión más preciada, a decir verdad, si lo era. Además de Vanessa, Freddy era su guardián, su compañero y confidente. La muchacha rubia era una especie de hermana mayor mandona, todo el tiempo preocupándose por su bienestar y dando muestras de cariño lo suficientemente significativas por el temor a que no fueran demasiado incómodas o empalagosas. Ambos apenas se estaban acostumbrando y eso era bueno.
Deseaba que la próxima parada fuera el último destino, las rutas eran pocas y las posibilidades de darse un respiro escaseaban. Mientras se mantuvieran juntos podrían contra todo y todos.
Nunca planeó llevarlo con ella, tampoco haberse echo responsable de él junto con Freddy.
En un momento pensó en que tan obstinado era a su edad, y al otro ya estaba buscando un lugar más cómodo para los tres.Se preguntaba cuanto podría durar esos momentos donde disfrutaban de la tranquilidad, si ese pensamiento que le quemaba en en el pecho era una equivocación. Dejó de pensar cuando escuchó al chico despertar de su larga siesta.
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Corriente distinta
FanfictionDecidieron tomar un rumbo diferente de su vida, lejos del peligro y de aquel pasado que los perseguía. La vida cambia para unos, a otros, su destino es indescifrable. Gregory y Vanessa (quien ahora es su tutora) emprenden un viaje junto a Freddy bu...